(Esto se hizo público el 30 de enero de 2012 en el Diari de Tarragona. La anécdota del pesimismo es real, como el repeluzno y el aborrecimiento que me provocan los gurús, autoayudantes y emprendedores ejemplares. Desde entonces he seguido dándole vueltas al asunto, y no soy el único en esta santa casa.)

“Oye, te leí en el Diari”, me dicen, “muy pesimista, ¿no?” “Psé, sí, puede, no sé”, respondo, evasivo, y me vuelvo a casa a leer que la emigración ha crecido un 22%. Estamos dos patitos más vacíos. Luego arrastro mis miserias (que son un poco las de todos) a una gran librería, a la sección de autoayuda, e intento empaparme de sabiduría optimista. A ver si aprendo un par de coletillas y les convenzo de que soy un tipo irreductible, animoso y de la risa.

Esto es lo que he sacado de los Gurús: usted encierra en su interior una versión perfecta e  idealizada de sí mismo, si algo le va mal es culpa de su actitud, toda crisis es una oportunidad y basta con desear algo para que el Universo se lo conceda. Pues… no me lo creo. Parecen unas enseñanzas simplonas y tramposas, pero yo qué sabré: el Alquimista tiene dinero para autoayudarse de por vida y yo estoy a dos depósitos de gasolina de la mendicidad.

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Aunque veo en estos sabios algo de verdad, sabiduría popular y sentido común, me sobran los toques místicos, la pseudociencia (todo es “cuántico”) y el sincretismo de Diógenes. Me sobra, sobre todo, el aire de suficiencia, de iluminación. Para dar consejos son necesarios tres requisitos: buen juicio, la mejor de las intenciones e información suficiente sobre el asunto a aconsejar. En caso de no reunirlos, se corre el riesgo de caer en la impertinencia, la petulancia o incluso (¡ojo!) la falta de respeto. Aún así, estos señores aconsejan sobre psicología, economía y, si les dan cancha, hasta ligues. Gasto 20 euros en ‘Cómo hacerse rico’, tapa dura; lo abro y leo: “escribiendo este libro”.

Los charlatanes florecen en todos los ámbitos como si no hubiera mañana. Miren, lo entiendo. La cosa está muy mala y peor que se va a poner. El mundo entero está de ERE (no fue divorcio, fue ERE sentimental). Los ánimos se hunden y nosotros, ay, no somos Schettino, a quien la tragedia puso en un bote seguro junto a una bailarina. Así pues, cada uno se refugia bajo el árbol que más rabia le da y los maestros de la Felicidad son sirenas tentadoras. Se pone uno a leer aforismos y le dan ganas de repetir la titanomaquia a puerta gayola.

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La realidad, luego, es otra: no todos encerramos una estrella dentro. Hay sexadores de pollos felices con su sitio en la vida. Si usted se rompe un hueso será por contusión, no por negatividad. Hay crisis que son simplemente eso, crisis. El hombre prevenido vive subyugado por el azar y la deriva, como los otros dos por los que vale. Y yo llevo deseando a Naomi Watts desde ‘Mulholland Drive’ y el Universo no ha movido ni un mísero cuásar para apañarme una cita. (Más malas noticias: el gordo de Megaupload no va a reabrir los servidores por mucho que lo deseemos).

Al final lo peor de todo es la perversión de ideas válidas, la infantilización de verdades sobre las que podríamos construir una ética y una relación con nosotros mismos madura y con futuro. Los aforismos quedan muy bien en nuestro estado de Facebook pero a base de retweet se van embalsamando. El “me gusta” (a mí y a 23 personas más) pasa a ser instrumento de taxidermista. Compartimos mucho pensamiento para ir dejando de pensar, pasamos de la autoayuda a la autocomplacencia.

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Entonces, me dirán, ¿qué? ¿Seguimos en el pesimismo? No. Creo que, pese a todo, vivimos buenos tiempos. La solidaridad se ve en las casas, en las calles, en las ONGs. Los corruptos y malhechores son destapados. Somos cada vez más críticos y exigentes. Y es que el verdadero optimismo consiste en ser realista y no rendirse jamás. En que el pesimismo nos pille trabajando. En escuchar antes de aconsejar. En decir menos y hacer más. En pensar que la voluntad no allana montañas, pero nos empuja a coronarlas.

No me rindo, y no me hacen falta Gurús forrados para seguir pensando, terco yo, que podemos mejorar un poco cada día. Al próximo que me llame pesimista le invito a una caña y le cuento un chiste. Y más si es Naomi Watts.

Tres canciones, 284. La elección de V

SINIESTRO TOTAL – ‘PAZ, AMOR Y COMPRENSIÓN’

@VtheWanderer