Tiene 29 años, es licenciada en Publicidad y cursó estudios de diseño gráfico. Es dibujante y escritora. Experta en gestión de redes sociales y comunidades virtuales, ha trabajado en el ámbito de comunicación de empresas e instituciones, aunque desde hace un tiempo le da rienda suelta a su imaginería y destreza con la ilustración. En 2007 ganó el Concurso de Carteles del Carnaval de Tarragona y ahora acaba de ilustrar todo el Seguici Popular de las fiestas de Santa Tecla en un cartel didáctico para los colegios. Con tonos que van de Frida Kahlo a Tim Burton o Los Goonies, se sumerge en multitud de proyectos colaborativos o individuales. A continuación, un pedacito de ese universo en expansión.

De dibujar, tu pasatiempo, has acabado haciendo tu trabajo.

Hasta ahora trabajaba para amigos, haciendo cuadros para familias, dibujos a la gente que me pedía. Cuando acabé la carrera de Publicidad, estudié Diseño. Por mi parte y de forma autodidacta, comencé con la ilustración y la fotografía. Me quedé en paro en marzo del año pasado y decidí ponerme por mi cuenta. Me van saliendo cosas. Cada vez las empresas subcontratan a más freelance. Les sale más a cuenta. Ahora doy más cancha a la ilustración, porque me lo encargan más particulares: bautismos, comuniones, bodas, invitaciones…

O sea, que quedarse en el paro fue un poco el trampolín.

He trabajado en imprentas y estudios de diseño gráfico. Me quedé parada y no encontraba trabajo en mi sector así que tiré de algunos contactos, del boca oreja, de redes sociales y desde hace unos meses me he puesto por mi cuenta como diseñadora gráfica e ilustradora. Esto es lo que me gusta. Aproveché para formarme, para hacer cualquier tipo de curso. Hago diseño gráfico o ilustración pura. Invitaciones de boda ilustradas, regalos consistente en retratos, con mi estilo, que son caras rojas… sobre todo personajes. Mucho retrato.

¿Los encargos te dejan libertad?

Funciona mucho por el boca-oreja, por las redes sociales, así que los que se dirigen a mí, aunque no me conozcan personalmente, ya saben lo que hago, ya conocen mi estilo. En las cosas de diseño que me han llegado, a veces a través de empresas o de ayuntamientos, me dicen: ‘hazlo como tú quieras’. Me dejan libertad, aunque también vienen clientes que tienen las cosas claras y otros que siempre te pueden corregir algo.

Bet, ultimando su creación en la calle Méndez Nuñez de Tarragona

¿Desde cuándo dibujas?

¡Desde pequeña! Pero en serio… desde que hice diseño gráfico y luego vi que haciendo prácticas en una empresa todo lo que planificaba acababa teniendo algún dibujo. De cría hacía lo que hacemos todos en casa, dibujando en apuntes, en libros… Me pasaba ratos larguísimos dibujando personajes y a partir de ahí me inventaba historias alrededor de ellos.

¿Recuerdas tu primer dibujo?

Sí. Fue un cómic tonto, muy cutre pero divertido, me hacía mucha gracia. Sobre todo dibujaba personajes. Recuerdo que estudiaba e iba haciendo dibujitos, o en clase, siempre de forma simple y espontánea, no demasiado elaborado, cosas que podía hacer con rotulador, tonterías, con líneas sencillas y un poco de color.

¿Qué te gusta transmitir?

No hay demasiado mensaje, en realidad. Simplemente quiero que a quien me lo encargue le guste. Es algo para esa persona, me hace una ilusión bárbara que me cuelgue en su casa.

¿Te atreves a definir tu estilo?

Sí, es algo infantil, soñador, naïf… Yo soy un poco así, tengo ese rollo… ¡también tengo mala leche pero de otra manera!. A veces los dibujos sí tienen un trasfondo algo más serio, pero en general son colores pastel, con mejillas sonrojadas, un poco Pilarín Bayés…

Otra ilustración callejera que recrea su historia alternativa de Caperucita Roja

¿Qué influencias tienes?

Miro y remiro las webs de ilustradores. Sólo por citar algunas, me gustan Amaia Arrazola, Julia Pott, Saul Bass, Mariona Cabassa, Pablo Amargo, Mikel Casal, Cristóbal Schmal, Violeta Lópis…

¿Y algún maestro?

Me gusta Nomono o Javier Zabala, al que tuve de profesor en un curso, y flipé, porque tiene un estilo muy diferente al mío. Es muy grunge, usa manchas negras, tiene una manera de dibujar bruta, muy instantánea. Hace una cosa en un momento y le sale bien.

¿Pierdes mucho tiempo en reivindicar el oficio de dibujante?

La ilustración está algo defenestrada. Con unos compañeros ilustradores nos planteamos presentarnos a un concurso en el que se podían presentar todo tipo de obras de arte. Había de todo: fotografía, pintura, escultura…  Presentamos unas cuantas ilustraciones y no eligieron ninguna. Uno de los motivos que sonaba era ese: que la ilustración aún no se toma en serio como disciplina artística, sigue siendo como hacer dibujitos. Eso nos perjudica un poco.

¿No se valora el trabajo?

Sí, aunque yo también lo potencio, realmente, porque termina siendo algo que me gusta. O cuando por ejemplo les llamo ‘dibujaleaos’, una palabra inventada que forma parte de este mundo. Todo sale de un personaje que habla un idioma concreto.

La ‘Pop Up Store’, una tienda efímera en el Bar Museum que montó Bet para ofrecer sus productos

¿Qué es Anduluplandu?

Es un mundo que me permite hacer cosas distintas. En persona soy más seria. Ahí cabe un punto más inocente, más divertido, más happy. Es como mi alter ego.

¿De dónde viene el nombre?

(Sonríe). Es la canción de un juego de manos que hacía con mi hermana de pequeña.

El año pasado participaste en Display, la IV Mostra d’Art al Carrer, en la que jóvenes artistas llevan su obra a la calle. ¿Cómo fue aquello?

Fue un poco el punto de inflexión. Ha sido lo más guay que he hecho hasta ahora. Por primera vez me atreví con el gran formato y me lancé a mostrar en público y en directo lo que hago. Quería explicar que en la vida hay otros finales posibles pero que nuestra manera de ser nos acaba llevando a desenlaces similares. En realidad, era más un divertimento y ofrecer a la gente un final alternativo a mi cuento favorito: La Caperucita Roja. Quería que la gente sonriera un poco cuando lo viera y dar a conocer mi mundo. ¿La explico?

Claro.

¡Es una paranoia! En el momento en que llega el cazador, el lobo se escapa con una bicicleta. Huye pero Caperucita sube arriba de la montaña porque no se fía. Al final, el lobo se marcha y allí donde llega, como es como es, le siguen gustando las niñas con caperucita roja, azul, verde, de cualquier color. Se ve al lobo espiándolas… eso lo fui pintando en plafones colocados por Tarragona. No sé, me gusta a hacer este tipo de juegos, ese cuento tiene algo… el lobo me cae simpático. Con Blancanieves también tengo hechas algunas cosas.

¿Qué proyectos tienes ahora?

Estoy centrada en combinar el trabajo con seguir formándome y generar producción propia para preparar una exposición de mis ‘dibujaleaos’ y mover mis cuentos chinos o proyectos de álbumes ilustrados infantiles. También gestiono una tienda on line (http://es.qstoms.com/anduluplandu) con camisetas y bolsas de tela. Además, voy actualizando todas las redes sociales, un espacio en el que he encontrado contactos y del que han salido algunas colaboraciones.

Y, encima, te gusta escribir.

Tengo dos libros escritos e ilustrados. Son minicuentos para niños. Es un público muy infantil. Están pendientes de publicación… ¡pero no encuentro editor! Ahí estoy, enviándolos, presentándome… Me encanta escribir. De pequeña escribía diarios que aún guardo… ahora los leo y ¡uff!… Me gustan las fábulas monas, cortas, muy cortitas… pueden tener diez líneas. Espero encontrar algún editor que se enamore del libro.

Más Caperucita Roja, en el marco de su participación en Display, una muestra de arte en la calle

¿Dibujar es una vía de escape?

Soy multitarea. Siempre dibujo haciendo otras cosas, como escuchar música o la radio… soy muy de radio, aunque dibujando se me puede pasar la hora de cenar. Es con lo que más disfruto. Si leo una noticia o veo una película puedo dibujar al personaje.

¿Qué debe tener un dibujo para ser bueno?

¡A mí nunca me gusta al 100% lo que hago! Soy insegura y nunca acabo de estar satisfecha del todo con un dibujo. Siempre pienso que debería hacerlo mejor. Se me escapan cosas y siempre pido ayuda. Me falta seguridad… aunque a veces es que me da vergüenza. Si tengo que defender cosas de los demás, no hay problema, pero con lo mío cuesta más, sobre todo cuando me tengo que encontrar con el público. ¡Soy yo la que no confía! Va bien tener siempre alguien al lado que haga un poco de crítico. Creo que aún estoy aprendiendo, que no sé suficiente todavía. Cuando hago un retrato siempre intento que la persona se vea identificada de una u otra manera.

¿Ayudaría estar integrado en algún tipo de colectivo?

Es imprescindible relacionarte con ellos, y más estando sola. A mí no me importaría tener un colectivo. Pero como he estado mucho entre Barcelona y Tarragona me lo he acabado haciendo yo sola. De todas formas, siempre tengo alguien alrededor que me aconseja, que me indica.

Ganarse la vida dibujando…

Cuesta… ¡es utópico y es infantil! Tengo varios dibujos que son pájaros en la cabeza, pero a la vez sigo con los pies en el suelo.

¿Dónde te gustaría llegar?

Me gustaría ilustrar cuentos, ya sea para mí o en colaboraciones, o hacer dibujos de prensa.

Para acabar, recomiéndanos tres canciones.

Diría muchas, pero resumo con ‘The Sweeest Thing’, de U2, porque me pone contenta, y ‘Diecinueve’ de Maga, porque tiene una gran letra. ‘Standing in the way of control’ de Gossip, Adelante Bonaparte, Standstill… cualquiera de Muse, Franz Ferdinand, Lacrosse, Radiohead, buf… ¡No sé parar!

raúl

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