Vuelve el programa que derrocó a seis o siete dictadores africanos y lo hace con una tercera temporada tan cargadísima de novedades que resulta irreconocible. La primera: Cano el Cuarto lleva barba. La segunda:… Bueno, no hay segunda. Todo lo demás sigue igual. Tímidamente inamovible, perezosamente aferrado a la fórmula. La plantilla del guión ya estaba hecha y, oigan, para qué cambiarla. Sí, estrenamos Museo del Fracaso, Libros Bien y nuevo amigo, Iván Bort (cinéfago que nos habla de títulos de crédito), pero es que encajaba en los huecos que ya existían. La esencia sigue siendo la misma: buena radio, cultureo y alguna risa de vez en cuando. Sigue siendo una manera decente de echar el rato hasta que llegue el óbito.