¿Se han fijado? Centenas de oficinistas comienzan la semana con un brillo de ilusión en los ojos. Estudiantes soñolientos llegan los primeros a clase con una sonrisa de oreja a oreja. La gente corre por las calles, en bolinga, gritando como si no hubiera mañana: «¡por fin es lunes!». Sí, así es: si al acercarse la hora 22 del primer día de la semana ya está usted nervioso, ¡enhorabuena!, ya sabe usted lo que es bueno. La Inercia salva los lunes y reinventa el concepto noche. Que no es poco.