César Montaña Lehmann es César Strawberry, escritor, articulista, compositor y cantante de Def con Dos, además de animal mediático que de vez en cuando vuelve, como tantos otros colegas multidisciplinares, al redil de la subversión, el rap metal, el hip hop y el rock. De la música, por una cuestión de vasos comunicantes, pasamos aquí a la obligada situación que le ha arrojado a los titulares de los periódicos: espera juicio por seis tuits y un retuit considerados ofensivos, por un supuesto delito de enaltecimiento del terrorismo. La Fiscalía pide 20 meses de cárcel, mientras él lo ve todo desde la retranca, la perplejidad y, sobre todo, la reivindicación de su inocencia. Por lo menos, en ese dramatismo que le ha visto convertido en personaje de sus propias canciones, se acaba hablando, al final, también, de Yoko Ono.

-¿Qué está siendo ahora de Def con Dos?

-Andamos presentando una gira ‘old school’ en la que recuperamos temas que hace muchísimo que no tocábamos, de los primeros discos sobre todo, de esos trabajos más punkis, como ‘Armas pal pueblo’, del año 1993, y ‘Alzheimer’, que es de 1995. Nos basamos en los dos discos más rap-punk que hemos hecho, aunque caen algunos temas imprescindibles. Es una gira más guitarrera y punki.

-¿Había ganas de recuperar ese material antiguo que prácticamente no se tocaba en directo?

-Cuanta más veteranía alcanzas, por llamarlo de alguna manera, más éxitos, entre comillas, vas acumulando, más hits, más canciones que la gente considera míticas. En un formato habitual de concierto, que puede ser de 90 minutos en el mejor de los casos, no te caben todas las cosas que la gente quiere oír. Por eso hemos optado por hacer estos formatos un poco de invierno, para público muy fan, en los que puedes ofrecer canciones muy concretas como ‘Juguemos con objetos punzantes’ o ‘Alzheimer’, que hacía mucho que no la tocábamos. Ahora podemos hacer estas revisiones. Estaremos todo el año con este repertorio.

-¿Entraba en tus planes llegar a los 25 años de vida de Def con Dos?

-En mis planes no estaba previsto ni llegar a los 25 años de vida. Llegar a esa cifra y seguir con el grupo ya es surrealista, no lo puedo entender. Mi cabeza no da para eso. No intento explicármelo. Intento seguir funcionando, trabajando en el día a día, pensando qué vamos a hacer, qué nos vamos a inventar, qué nuevas canciones están saliendo. Mientras, a mi alrededor va pasando el tiempo, me van saliendo canas, y no me entero muy bien. El transcurrir del tiempo en un grupo de rock con tanta actividad y tanta veteranía se convierte en un misterio.

-¿Recuerdas qué te llevó al mundo de la música?

-Creo que todo el mundo al que le gusta el rock en algún momento de su juventud ha pensado en la posibilidad de tener un grupo, de pensar en cómo lo haría. Cuando eres fan de grupos siempre piensas: ‘¿Y por qué no hacen esto?’. Llegó un momento en el que tuve la oportunidad de entrar en la música de una manera absolutamente amateur. Jamás pensé en dedicarme a ello. Yo estudié Bellas Artes. Pensaba dedicarme al mundo de las artes plásticas. Luego las cosas empezaron a funcionar y es un poco el destino el que decide. Tú tampoco tienes mucha capacidad de decisión. Te vas buscando la vida y vas viendo dónde funcionas mejor y en la música se nos dio bien. Ahí seguimos. Tengo 50 años y ya no voy a irme a otro sitio. Soy como cuando un preso lleva mucho tiempo en la cárcel, le sueltan, tiene agorafobia y delinque para volver a la cárcel. Es un poco lo mismo. Fuera del rock no tiene sentido mi vida ya, no me interesa nada. Seguimos adelante hasta donde nos lleve esto.

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-La música parece ser sólo una herramienta, un modo de expresión más. Tanto puedes escribir un libro como una canción, o hasta un artículo. 

-Sí, es un poco eso. Descubrí que la música tenía una capacidad de difusión de mensajes mucho más grande que las artes plásticas. Era un mecanismo de comunicación con la gente muy directo, muy versátil, muy fácil de utilizar porque es sencillo sintetizar ideas en canciones. Me sentí cómodo por eso. Soy una persona muy especulativa. Me gusta mucho cuestionar las cosas, llevar la especulación al límite, provocar, aberrar un poquito, siempre con mucho humor, riéndonos del mundo y de nosotros. La música siempre ha propiciado esto. Si no hemos dejado el grupo a estas alturas es porque seguimos teniendo cosas que contar, las canciones funcionan bien y a la gente le gusta nuestro punto de vista. Yo combino todo eso con una labor de novelista aficionado. He publicado cinco libros: tres novelas, uno de relatos y una biografía de Def con Dos. Lo voy compaginando todo un poco para ofrecer mi visión del mundo, esa que ahora parece que no gusta mucho, y me quieren llevar a la cárcel por tener esa óptica tan errónea. Pero en eso consiste la militancia en lo que crees y lo que te gusta, y en la libertad de expresión, de creación y de pensamiento.

 –¿Te molesta que tu nombre aparezca últimamente desligado de la música y vinculado a procesos judiciales y a acusaciones?

-Es tan surrealista, absurdo, ridículo y triste que necesariamente se convierte en una pregunta recurrente. El hecho de que me quieran llevar a la cárcel por cuatro tuits no pasa ni en Turquía. Es una cosa muy aberrante. Eso ha generado una ola de estupor en general en la gente. Ya van varias generaciones que se identifican con lo que contamos en Def con Dos, con la manera de contarlo, con nuestro sentido del humor, con nuestra capacidad crítica, con nuestra mordacidad. De repente, que eso sea perseguido como si fuera la Santa Inquisición, y que me pidan, ¿cuánto es? ¿20 meses de cárcel?. Eso es de locos. Todo eso genera alarma social. La gente se identifica y piensa: cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar. Es un ataque directo a la libertad de expresión y de pensamiento. Es una aberración tremenda. Ha generado una ola de empatía y solidaridad. Hicimos un ‘crowdfunding’ para sufragar la defensa jurídica y en diez días ha estado cubierto, cuando la previsión estaba hecha para tres meses. Todo tipo de gente, de todo tipo de ideología, de actitudes, en ese amplio espectro de público que tiene Def con Dos, se siente absolutamente atacada por esta persecución que estoy sufriendo.

-Lo que tú has dicho en esos tuits lo puedes haber expresado en alguna de tus letras, sin tanto revuelo. 

-Además, es que los tuits en sí no tienen nada delictivo. Lo que hay aquí es simplemente una tergiversación, una interpretación sesgada por parte de una Fiscalía absolutamente ideologizada que lo que busca es acumular condenas de gente y buscar, de alguna manera, condenarme a mí para hacerlo también con todo el público que me sigue, con mis amigos o con políticos afines que han escuchado mi música como puede ser Pablo Iglesias, que ha dicho en repetidas ocasiones referencias a mis canciones. Es una maniobra de persecución política, digna de los más oscuros tiempos de la Staci, de la República Democrática de Alemania, de cuando existía el Muro. Es vigilar a la gente de forma ilegal para ver qué hace y a ver si dice algo que no sea oportuno, como pasaba en aquella maravillosa película llamada ‘La vida de los otros’. Yo he tenido vigilancia policial sobre mí durante muchos años, bastante antes de que surgiera esto de los tuits. Estaban buscando a un tipo cuya opinión resultaba incómoda y rastreaban a ver qué encontraban. Eso es ilegal. Cuando hay un delito se persigue, pero no se persigue a la gente para ver qué hace. Eso es absolutamente inconstitucional y causa estupor en Europa.

-¿Te sientes un chivo expiatorio?

-Por supuesto. Es una persecución política. No hay base ninguna. Jamás en mi vida he defendido ningún tipo de terrorismo. Lo sabe cualquiera. No hay más que escuchar las canciones y leer un poco los libros. Siempre he tenido una actitud crítica y muy coherente, y por supuesto dentro de la legalidad y respetando la diversidad ideológica de todo el mundo. Se me criminaliza creo también que por ignorancia. Cogen al tuntún, de una gente de la lista negra. Es lo que llaman la pesca. Y según les convenga, pues sacan a uno, como a mí, a cinco días de unas elecciones municipales, se monta un espectáculo mediático de mi detención para, de alguna manera, criminalizar a todo el público y generar miedo a un supuesto fantasma. Es lo que quieren. Está clarísimo que la estrategia ahora mismo del poder es coactiva. Se trata de que sintamos siempre en la nuca la coacción constante del poder, y no lo digo yo, estoy citando a Joaquim Bosch, el portavoz de Jueces para la Democracia, que es un magistrado. Es una estrategia deliberada. Lo que está generando el terrorismo a nivel mundial es un deterioro de las libertades que se está aprovechando para tener a la gente atada en corto. Todo el espíritu de la Ilustración, de la libertad de pensamiento, todo esto de la identidad europea se está cuestionando. Estamos viviendo un momento regresivo muy peligroso.

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-¿Qué esperas que suceda ahora?

-Estoy esperando a que salga la fecha del juicio, que imagino que será antes del verano. Imagino que la incertidumbre política también influye en que aún no tengamos una fecha. Hasta ese punto llega nuestro sistema. Evidentemente, voy a demostrar que soy absolutamente inocente y a defender mi derecho a la libertad de expresión, de creación y de pensamiento.

-Has dicho que sin finalmente vas a juicio estarán dando la razón a lo que has cantado tú durante todos estos años. 

-Yo siempre he hablado de lo que yo suponía que era el entorno en el que vivía. Y en algunos momentos de mi vida me he sentido culpable. A veces pensaba: ‘En el fondo tampoco tienes tanta base para decir esto o esto otro’. Pensaba que se me había permitido hablar durante más de 20 años sin ningún problema. Llegué a pensar que a lo mejor había exagerado. Pero el día en que me entraron por la calle cinco policías dije ‘ah, amigo’, el sistema se ha quitado la careta. Me pasé 25 años denunciando algo que intuía que ya era así. Esto era la demostración. Si tú lees la letra de ‘Mundo chungo’, una canción de 2005, narra exactamente lo que me está pasando a mí. Por otro lado, siento que lo que he hecho tenía un sentido, justifica toda mi vida, toda mi lucha y cierra un círculo de coherencia con lo que he hecho y lo que soy.

-¿La culpa de todo la sigue teniendo Yoko Ono?

-La sigue teniendo Yoko Ono, efectivamente. En realidad, como nadie asume nunca la culpa, está muy claro que la asume ella. Ahora mismo es una anciana encantadora y todos nos preocupamos mucho por ella, y nos causa sobresalto que se constipe y la ingresen unos días. En fin. Esperemos que dure muchos años. Esta mujer se está convirtiendo en un icono de coherencia frente al descalabro del mundo. Ella sigue teniendo la culpa y eso la hace grande.