La Inercia sigue, imparable, su estancamiento como club de atletismo mediocre. Para celebrarlo, recopilamos aquí tres recomendaciones más de las que les hicimos a los amigos de Pikrace: música para correr, temones que echarse a las orejas para empujar los pies.

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La elección de V the Wanderer

THE POSTAL SERVICE – SUCH GREAT HEIGHTS

Tal vez hayan empezado ustedes a correr para cumplir algún propósito de septiembre, como mejorar su salud, perder peso o completar alguna carrera que siempre les ha apetecido. Tal vez lo hagan por obligación, preguntándose aún qué le vemos a esto de sudar y cansarse sin motivo. A lo mejor llevan tanto tiempo haciéndolo que han aflojado, sin darse cuenta, el pedal, y están perdiendo el interés por calzarse las zapatillas y echarse a las calles. Cualquiera que sea su caso, no va a estar de más que pasen este tema a su mp3 y descubran, o redescubran, o reafirmen, la alegría de correr.

Himno indie de pleno derecho que alcanzó una fama inesperada, este ‘Such Great Heights’ ha sonado en series, películas y radiofórmulas hasta casi agotarlo. Lo ha versionado músicos como Iron & Wine o Act of Congress. Vamos, que no sería difícil que lo conozcan y estén ya aburridos de él. Lo entiendo: yo lo estaba. Hasta que me dio, casi por accidente, por llevármelo al trote. Su amable mezcla de folk-pop con electrónica suavísima dibuja una pista perfecta sobre la que rodar, un estado de ánimo bobalicón que les hará avanzar con una sonrisa.

El sintetizador no nos abandona en ningún momento, marcando un ritmo agradable pero constante, y los ocasionales puentes de guitarra impiden que nos durmamos en los laureles. El cierre, además, llega justo a tiempo e impide que se nos haga interminable (¡no es lo mismo escuchar una canción que correrla!). El reloj alcanza los 4:30 con una breve despedida electrónica que funciona de maravilla si deciden reproducirlo en bucle y mantenerse, un kilómetro más, en esa plácida felicidad que nos bombea nuestro cerebro, nuestro cuerpos, nuestros oídos.

 

tumblr_lwmv4q93sS1qas1syo1_500La elección de Raúl

LOS CORONAS – HACHA DE GUERRA

A veces pienso eso de que si hasta yo me he puesto con el running, cómo tendrá que ir el mundo. Soy Raúl, el que menos corre de los que corren en La inercia. Le doy a las piernas desde hace año y pico, sin regularidad, a rachas, con poco método y ahínco cambiante, pero con ilusión cuando me pongo y alcanzo objetivos mínimos: unos pocos kilómetros, unos cuantos minutos de resistencia o hasta una concepción distinta de la ciudad y sus distancias. Me faltaría rigor para dar algún día (algún año) un salto de calidad con el que entregarme a las carreras con asiduidad. De momento, sólo salir a la calle y correr un rato anárquico es mi triunfo, mi privada y reconfortante proeza.

No suelo correr con música pero es decisiva en mi entreno. Me explico. Ya he dicho que no soy muy constante, así que las canciones que escucho en la previa, en lo que bien puede ser el calentamiento, son cruciales, porque de ellas dependerá que me acabe animando a salir a la calle o claudique pusilánime ante la pereza. A veces la línea que separa ambas voluntades es finísima.

En esa tarea el rock vertiginoso y veloz suele hacer su función. No hace falta que sea olímpico ni grande, sino que tenga pálpito y descaro. La fibra instrumental de Los Coronas me parece imbatible para electrizarse uno mientras hace estiramientos o se acordona las zapatillas. Los disparos iniciales sirven como el pistoletazo en las carreras. El surf rock, aquí envuelto en aires de western, deviene en nervioso trote tarantiniano y en sabores vaqueros. Si uno corretea por descampados periféricos y explanadas más o menos indómitas, el temita puede venir al pelo.

A veces pienso que el rock tiene mucho de aguante y derroche físico, y ahí ‘Hacha de guerra’ es otra exhibición atlética de Los Coronas, unos 100 metros lisos de furia de guitarras y baterías desbocadas. Es exuberancia, efervescencia, músculo, vena erecta. A mí me espolea el espíritu y presagia un desenlace exhausto en el que no quedará otra que haberse vaciado: ya se sabe que el entrenamiento será extremo o no será. Es el antídoto perfecto para vencer la desidia, para decantar la balanza dejadez-ímpetu. A mí me activa la pequeña épica y me echa de casa escaleras abajo: piso la calle, doy las primeras zancadas y me considero campeón.

dumb_galloping_sonic_by_ronnieraccoon-d4iyfzaLa elección de Withor

LOS PILOTOS – CERO EN BLANCO

Aviso para navegantes. Mi historia sigue siendo igual de antiépica que hace un mes. Soy Adri (o Withor) y de momento no me gano la vida con esto de correr. Sigo sin fumar (cruzo los dedos). Ya he hecho mi primer 10.000 y sigo vivo. Antes de empezar a trotar, aún siento cierta pereza. Nunca harán un biopic basado en mi persona como corredor. Ni tampoco como músico. En todo caso, he decidido seguir corriendo. Y por supuesto, escuchando música.

Los 10.000 metros se alinearon frente a mí intentando ponerme nervioso. Era la primera vez que los veía a todos juntos. Pero controlé los nervios. Sabía que era un rival que se podía batir. Un Chelsea, un Inter. Al principio asustan por lo que suponen, pero al poco de empezar el partido te das cuenta de que no son para tanto. Especialmente, si guardas un as en la manga.

Era consciente de que iba a empezar bien y que los momentos duros llegarían pasados los primeros 6.000 o 7.000 metros. Y así fue. Llegó el momento de utilizar mi arma secreta: el MP3. En realidad, ya estaba encendido y los auriculares sonando. Pero no le estaba prestando atención.

Perdí unos preciosos segundos sacándolo del bolsillo y buscando la canción concreta. Pero valió la pena. ‘Cero en blanco’ me llevó en volandas hasta la meta, que traspasé cuando apenas habían pasado unos segundos de los 53 minutos. Mi objetivo era bajar de la hora.

Días antes de la carrera, cuando me estaba enganchando al temazo de los Pilotos, sabía exactamente lo que iba a suceder. Porque yo lo que quería era ponerme la canción a todo volumen y sentirme renacer, doblar el ritmo de mis zancadas. Flotar pensando que se había creado una conexión mística entre la música y mi ser. Sentir que me había convertido en alguien invencible.