La música de Damien Rice parece bonita y hasta dulce y la ponen en ‘Anatomía de Grey’, pero luego va de bajísimas pasiones, masturbación y deseo frustrado. La música de Rihanna parece provocativa, rompedora y sexy pero luego sale en Los40, los recopilatorios de SuperVentas y otros espacios de aire infantil y conservadorísimos. Lo que son las cosas.

‘9 crimes’ es emocionante, triste, hasta bonita. Los asesores musicales (¡ay, esa especie!) babearon con ella y la metieron en cada hueco que encontraron. Ahí tienen ‘Shrek 3’ (esa saga de vampirismo pop) cascándola en un montaje del príncipe heredero dudando de sus habilidades. La cosa estaría bien si no fuera porque el tema va de infidelidades y dudas, de las ganas de meterla en caliente que no desaparecen aunque se aleje el amor de nuestras vidas. «It’s that alright / to give my gun away when it’s loaded?», pregunta Rice. En la película, la segunda mitad de la frase está misteriosamente silenciada. Secuelas de meterse en dibujos.

Malfollao

‘S&M’ ha sido censurada, dicen, en nosecuántos países, y YouTube marcó el vídeo como «no apropiado» (¡notición! LaSexta Noticias, ¡corred a ver qué dicen en Twitter!). Sale la tipa en plan sutil comiéndose un plátano, en una orgía de colorines, metida en un berenjenal bondage y vistiendo muchísimo látex. Padres, salvad las almas de vuestros hijos, censurad, poned el grito en el cielo, toda esa rutina de siempre. Madonna de dómina andrógina, las Tatu lesbianísimas que se besan: pues eso. El caso es que ‘S&M’ la imagino como la canción de intro de, no sé, la peli del horrible Gato con Botas de ‘Shrek’.

Damien Rice expulsó a Lisa Hannigan de su formación justo antes de un concierto. No sé si hubo affair o no (La Inercia, qué mala prensa del corazón), pero esto huele a despecho y a tío resentido con el género opuesto. Hitchcock y sus rubias. A ver qué dice la wikipedia: «Personal Life», nada, sólo el rollo de siempre del Tíbet. ‘Accidental Babies’ es un escupitajo en la cara (sin llegar a los berrinches de Iván Ferreiro) con preguntas sobre el nuevo novio, el sustituto, de inclinación sexual. No es un «¿folla mejor que yo?» pero casi. El tema con más aires de single de ‘9’, ‘Rootless Tree’, tiene un estribillo sentencioso: «Fuck you, fuck you». Lo dicho, un tío despechado.

A Rihanna le salen relaciones por todos lados, heterosexuales y lésbicas. Una tía moderna. El otro día la pillaron saliendo de una sex shop en Australia con dos bolsas cargadas hasta las trancas (posiblemente, de trancas). Así, sonriente, para darse un homenaje. También circula por ahí una sex tape filtrada (con una tipa que podría ser Rihanna u otras miles). Va diciendo por ahí que le gusta el sado, que la aten, que le peguen (bueno, ya vimos según qué fotos, pero no diremos nada, que la Policía de lo Políticamente Correcto anda cerca). Una tipa relajada, liberada.

Damo se refiere a su sexualidad como «su yugo»: ‘Me, My Yoke and I’. No lo lleva bien. Su dios le dio una caña para pescar, un tambor que hará que te corras. La metáfora patina pero se entiende. Los acordes suben y bajan en el mástil: verlo tocar este tema es ver cómo le casca un señor pajote a su Fender. Hay un poso de culpabilidad cristiana y hasta de asco que asusta. El pobre Rice necesita una buena follada, una tipa que le ate y le domine, un buen consejo del doctor Canutillo, alguien que le invite a putas.

Bienfollada

¿A qué quiero llegar con todo esto? Posiblemente a nada, ya se lo digo. Como buen sadomusiquista recibo con simpatía las tontadas de Rihanna (pura pose, seguro, en estos tiempos post-Gaga) pero poco más. Respecto a Damien, asumo que gran parte de su grandeza viene de sublimar su represión, sus conflictos internos, su despecho, de manera egoísta y casi infantil. Igual que la infelicidad de Kafka elevó la literatura, la pésima vida sexual de Rice eleva la música. La de Rihanna sólo la satisface a ella.

Y como dicen Flight of the Conchords: «I can’t go around loving everyone, I just wouldn’t get anything done». Una vida sexual completa deja poco tiempo para trabajar. Aunque esperen, Rice lleva más de cinco años sin sacar disco: a lo mejor ha aprendido algo de la de Barbados. Ya sabemos por qué anda desaparecido.

V the Wanderer