Las historias que esconde el deporte son apasionantes porque conectan el yo ocioso de las sociedades contemporáneas con la heroicidad de unos mitos convertidos en símbolos políticos y culturales. Aunque la banalización comunicativa se impone en la cobertura diaria de los medios de comunicación, siempre quedaran espacios de resistencia al estilo de la revista Panenka o la magnífica sección de deportes de Jotdown. En el terreno audiovisual, el documental ha resurgido en los últimos años como un modo de expresión original, innovador e inspirador en el tratamiento deportivo, más allá de la rivalidad entre el grito de Cristiano Ronaldo y el juicio a Leo Messi. Aquí va una recopilación personal –seguro que ampliable- de algunos de los filmes más interesantes de los últimos años, divididos por el estilo temático y narrativo.

En un primer grupo del pelotón y más digeribles para el público en general, se sitúan aquellas producciones que muestran en forma de crónica gestas o dramas deportivos,  con un envoltorio atractivo. Algunos documentales destacables por hurgar en la dimensión desconocida de personajes famosos son Becoming Zlatan, Iverson o Stop at Nothing: The Lance Armstrong Story, centrados en las consecuencias del éxito, la desmitificación del ídolo o las polémicas sociales generadas. Con todo, también son recomendables otros filmes que ejecutan de forma notable una crónica periodística al uso, del estilo de A night in Turin, una apasionante narración sobre la semifinal del mundial de Italia 1990 que acabó con la derrota de Inglaterra a manos de Alemania, o One in a Billion, un retrato amable sobre el intento del primer indio por debutar en la NBA.

documental deportivoZlatan Ibrahimovic se culturiza con un libro de Ronaldo ‘el gordo’

De tanto en cuanto, surge algún documental de gestas que sorprende por la locura de su contenido. Este es el caso de The Barkley Marathons: the race that eats its young, un brutal relato sobre la capacidad del ser humano para llegar a límites físicos insospechados. Resulta que los participantes, para acabar la carrera, deben completar cinco maratones seguidos en medio de montañas escarpadas, sin ninguna señal orientativa clara, con la obligación de recoger unas señales y con cambios de dirección en cada vuelta. Incluso, deben traspasar las cloacas de la penitenciaría de Brushy Mountain, en una especie de homenaje a James Earl Ray, el asesino de Martín Luther King, quién en 1977 se escapó de estar cárcel y sólo fue capaz de recorrer 13 kilómetros en 55 horas, por culpa del maldito terreno. Toda una muestra de la dificultad del asunto, que desde 1986 sólo han acabado con éxito un total de 18 corredores (participan 40 cada año).

documental deportivoGary ‘Lazarus Lake’ Cantrell, creador de la carrera, sonríe mientras un corredor yace moribundo

En medio del pelotón y más alejados de la comercialidad y el entretenimiento, aparecen documentales de corte ideológico, que utilizan el deporte como eje de denuncia de las miserias humanas. Historias como Hermanos y enemigos: Petrovic y Divac o Les Bleus, une autre histoire de France vinculan el deporte con el contexto político que viven los protagonistas, a través de un retrato emocional en constante evolución. Más ambiciosa es la intención de Icarus, de Bryan Fogel, un retrato descarnado de los hilos del dopaje deportivo, movidos por oscuros intereses políticos. El documental, producido por Netflix, parte de una premisa ciertamente humorística -comprobar cómo reacciona el cuerpo de un ciclista amateur con un programa profesional de dopaje- y acaba explotando en manos del propio director y del científico ruso que destapó la trama gubernamental de Putin para encumbrar a sus deportistas en los Juegos de Invierno de Sochi 2014.

La narrativa denuncia también ejerce su influencia en otras dos producciones destacables por su punto de vista. La primera, Speed Sisters, apuesta por un grupo de mujeres palestinas que se hacen respetar en el mundo de las carreras de motor. Se agradece la normalización de dicha actividad en un contexto supuestamente machista. El segundo documental, más agrio y dramático, es Forever Pure. La cinta israeliana relata con horror cómo los seguidores del Beitar de Jerusalén se revuelven contra la decisión del magnate ruso Arcadi Gaydamak de contratar a dos jugadores de origen musulmán por primera vez en la historia del club. La integración es imposible en una sociedad futbolística racista que incluso es capaz de destrozar a sus antiguos ídolos.

documental deportivoComponentes de las ‘Speed Sisters’, al más puro estilo de la Formula 1

Llegamos a la cola del pelotón, donde se agrupan aquellos filmes que utilizan el deporte como mera excusa para narrar una historia con pretensiones cinematográficas, una estética y narración propios de la ficción, e incluso, de la experimentación. Aquí lo importante no son las gestas deportivas de unos ídolos, sino las emociones humanas que rodean a personajes anónimos. El caso paradigmático es el documental irlandés Knuckle, un espectacular relato, durante 9 años, de las luchas callejeras a puñetazo limpio entre familias de nómadas gitanos. La película supera la falta de una estética depurada con la filmación de unas escenas que asustan por su realismo: auténticos animales que luchan por su supuesta supervivencia, aunque lo único en juego sea el honor. Sin embargo, el documental eleva su propuesta al analizar también las consecuencias de dicha violencia.

Sí, señores, esto es real y mejor no cruzarse con este señor por la calle

En cambio, si por algo destacan las dos últimas propuestas de este artículo son por la calidad de su aparato técnico, especialmente, la fotografía. Curioso que ambas producciones retraten el fondo submarino. Jago: a life underwater es un corto pero intenso documental sobre un pescador octogenario que vive en el pueblo de Bajau (Indonesia). Los directores narran su vida en forma de flash-back, a través de la recreación de escenas, y convierten en protagonista al bello paisaje del pacífico. Palpamos la inmensidad del océano, los riesgos de una actividad tradicional, las marcas de una vida dura, la emoción por descubrir nuevas emociones. Con un ritmo queridamente pausado, algunos planos son dignos de la mejor fotografía submarina del mundo.

Diving into the unknown también retrata el mundo submarino con una estética excelsa, propia de cualquier documental de National Geographic, pero a su vez presenta una historia inmensa de redención personal. Un grupo de amigos fineses, especializado en la exploración de cuevas submarinas, se dispone a abrir una nueva ruta en un espacio helado de Noruega cuando dos de sus miembros perecen en el intento. Las autoridades del país se declaran incapaces de rescatar los cuerpos por las dificultades del terreno y a su vez el grupo de submarinistas despliega una operación especial y encubierta para recuperarlos.

¿Qué siente el cuerpo humano al volver a un lugar inhóspito y tintado de tragedia? ¿Cuáles son las consecuencias familiares de una actividad deportiva de riesgo? ¿Por qué queremos llegar más allá de nuestras posibilidades físicas? Son algunas de las preguntas excelentemente contestadas en el documental finés, no apto para aquel público ávido de acción deportiva transparente y simplista. Porque el deporte no sólo encumbra a mitos sociales, también acerca al ser humano a sus sentimientos más puros: el miedo, el cansancio, la alegría, el hastío, el asco, y por encima de todos, la tranquilidad de sentirse vivo.