Tres canciones, 267. La elección de Raúl:

FEBRERO – ME DA IGUAL

Hasta a los buenos de Febrero a veces les sale el colmillo. Vienen de ensuciar su nuevo disco, ‘Ya!’, más urgente, más inmediato, aquí y ahora, el discurso de la perfección de la imprecisión. Le han puesto guitarras y suena como un tiro. Sólo hay que ver los títulos: ‘Ahora’, ‘Instante’, ‘Despertar’. La crisis, en su improbable alcance, está acabando también por endurecer algunos discursos del pop, porque si con los enojos por la tontería circundante soltamos tuits y artículos, ya me dirán si no puede uno pillar guitarra y armar una canción ácida, despegada y hasta escéptica, allí donde antes fuimos festivos, hedonistas y orfebres. El derrumbe social (y su cosa de desnorte generacional existencial, que se deriva a veces) se cuela taimado en muchos repertorios, sin necesidad de enpunkizarse o volverse ska. Es el camino inverso al que presagió La Cabra Mecánica, cuando dijo en aquella canción que de qué iban a cantar las bandas con la legalización y El Corte Inglés vendiendo bolsitas de marihuana. Aquí los terremotos han revuelto letras y sonoridades, y a veces no queda otra que demoler un poquito, si quiera para la descompresión, para que luego no pase como cuando Ned Flanders se enfada.

La banda Febrero llega, sobre todo, harta del ruido, y aquí no podemos hacer otra cosa que identificarnos, pese a que a veces hayamos contribuido. «Lo que opine tu revista, lo que dicte tu partido, lo que observe la estadística a mí simplemente me da igual», arranca imbatible el inicio de canción. El saludable ejercicio de sudárnosla, además del noble arte de claudicar a la hora de opinar, es una buena manera de, si no echarse al monte, al menos empezar a soltar lastre. Y lo digo yo, que me abstengo de twitter pero me tengo que posicionar cada semana en la jungla mediática, radicalizándome con calzador, sin tener ni idea muchas veces, y atraco a expertos y no tanto para que se mojen, para que rebatan, para que suscriban, para que digan ya, aquí, ahora, a velocidades de reacción poco humanas. «Lo que diga tu familia o ese versículo de la Biblia a mí simplemente me da igual», continúa la letra, con una línea temática un poco entre el nihilismo de ‘Todo da lo mismo’, de Astrud, y ‘Opinión de mierda’, de Los Punsetes.

febrero2La banda Febrero, durante un concierto. Foto: Albert G. Rué

Ruido, saturación, verborrea interesada, todólogos y opinadores con pelazo, como ya dijo V, pero hay más, porque los Febrero también han acabado hasta arriba de gurús. Y ahí nos vuelven a ganar. Guías, líderes, maestros, mentores, coachers, chamanes, asesores, visionarios, consultores, facilitadores (ahora puedo ser Ricardo Darín en su célebre enumeración de ‘Nueve Reinas’) y demás expertos en gestión, management, sinergias, optimización de recursos y tecnocracia aplicada a la vida podrían tener cabida precisamente en ‘El gurú‘, otro de sus nuevos temas. Nada que no se acabe colando en las páginas salmón de economía en los periódicos y, por supuesto, en las estanterías de las librerías, en un nuevo e inquietante rincón entre las finanzas y la autoayuda. Nada que no sea humo vendido, odiable y cansino desde el sentido común. Conviene poner barreras con eso, huir si se puede.

Si el propio grupo decía en un eslógan pasado que Febrero, como Hacienda, somos todos, yo esta vez soy un poco más Febrero también. Si recrudecen así su repertorio, si se ponen más áridos e irónicos, si atacan esos pilares de la postmodernidad que tan de cabeza nos traen, yo me apunto a la deconstrucción.