Nació en Madrid y se crió en Vigo. Tuvo un accidente con un Renault 12 y aquel siniestro total acabó bautizando a una de las bandas más históricas de España, que aún lidera. Luego, al mismo tiempo en que el grupo aprendía a tocar un poco más, vinieron 23 discos, del punk al country o al blues, y decenas de proyectos y colaboraciones. Julián, único miembro que sigue desde el principio, es insólito personaje, mediático, de verbo mordaz y a veces tontorrón. Repasamos su perfil variopinto de showman, en una breve muestra de su universo cafre, con sorna a veces, pero con formalidad y seriedad la mayor parte del tiempo.

¿Qué tenéis entre manos para el festival Rock’n’Reus? (Siniestro Total estaban en el cartel pero finalmente el ayuntamiento suspendió el evento durante la prueba de sonido).
Entre manos… no nos vamos a referir a nada físico, de momento. Sé que por ahí están Porretas, Reincidentes… Estos festivales hay que tomárselos como una fiesta en general, ya que no estás tocando tú solo. De todas formas, este año hicimos una gira por salas que se llamó Tierra ignota, con temas que habitualmente no tocábamos, que dejábamos por ahí como hijos tontos, eran instrumentales básicamente…. A raíz de las cosas que nos decía la gente en la red, quisimos rescatarlos. Nos ha servido para ver que hay un repertorio más allá de las canciones supuestamente estándar. Ahora bien, no somos tan tocapelotas como para tocar canciones que no son las que se supone que hay que tocar pero vimos que algunas cosas sí funcionan. Tocamos en Vigo, con Os Resentidos, y la verdad es que funcionan, fue como la seda.

¿De qué material se trata?
Hablamos de rarezas, caras B… Echar un vistazo a esos hijos tontos no está mal. En los discos de Siniestro siempre hay algún instrumental perdido, y lo hemos recuperado… ¡hombre!, no somos Los Coronas, pero alguna tocamos. Eso de los instrumentales sí fue una sorpresa, encontrar ese momento para que se calle un rato el de gafas que toca la guitarra.

¿En qué momento se encuentra la banda ahora?
Llevamos unos tres años de curro salvaje. En 2010 nos fuimos a Houston a grabar el último disco, el ‘Country Western’ y al año siguiente nos metimos en una cosa tan delirante como una suite con música contemporánea, tocando los temas de Siniestro Total para celebrar los 30 años. Hay más ideas. Queremos seguir colaborando con el Taller Atlántico Contemporáneo y continuar con ese proyecto de grupo de rock con unos violines detrás, una cosa que llamamos suite sinfónica suicida. Y al mismo tiempo pensamos en más cosas, en eso de grabar canciones nuevas.

¿A Siniestro Total le afecta la crisis?
A todo el mundo le afecta la crisis. De todas formas, no hemos sido nunca un súpergrupo, nunca hemos vendido toneladas, millones de discos. Hemos salido adelante a base de trabajar, de inventarse las cosas… también es verdad que la libertad es muy cara, es lo que dejas de ganar por no hacer lo que se considera el estándar.

¿Por qué lo dices?
Nos pone del hígado la idea del revival de los 80, no por nada… me parece lícito que cada uno haga lo que quiera, porque si vienen los Rolling a nadie se le ocurre decir que eso sea revival. Parece que a todos los grupos que empezamos entonces nos tengan que poner en el mismo saco, y eso no lo compartimos, porque ya no lo compartimos en su momento. Yo entiendo que haya reclamos publicitarios, pero hay un límite.

Julián, teñido de rubio, con Siniestro Total en sus aires country

Músico, cantante, escritor, productor, empresario y hasta actor. ¿Es inquietud o pluriempleo?
El pluriempleo es inevitable, en la medida en que España es un sitio en el que la música no es lo más boyante, es un país de sordos, realmente. Es algo que hacemos todos los del grupo. A veces me han dicho que soy polifacético, y no es eso, por ser fieles a la verdad. El Gran Wyoming decía que si le daban un lápiz y un papel, él escribía; si le ponían delante una cámara, hacía televisión; y si le colocaban una banda y al Maestro Reverendo con el teclado, pues hacía música, pero en realidad todo era lo mismo. En mi caso, pasa igual.

Últimamente te podemos leer como columnista en ‘El País’.
Cuando montaron la edición para Galicia, nos llamaron a mí y a unos cuantos, como Anton Losada, José Manuel Pereiro,… y no está mal la cosa. Luego llevo muchos años escribiendo también en ‘El Faro de Vigo’. Al final todo me permite tirar por otros márgenes, más marcianos, sobre todo en comparación a las otras opiniones en la prensa que aparecen con todo lo que está pasando, lo mío es un poco distinto, prácticamente entretenimiento.

Volviendo a Siniestro, una pregunta clásica: ¿cómo hacéis para aguantar tanto tiempo?
Primero hay que decir que ha habido cambios en la formación, algo que a veces termina siendo sano, aunque siempre sea un trauma. Ahora mismo llevamos más tiempo con esta formación que con ninguna otra y hemos tenido que aprender a aguantarnos. Nos soportamos, de momento, y la maquinaria funciona. El secreto está también en la cabezonería y en currar, es todo trabajo. Conseguimos no tirarnos los trastos a la cabeza y con lo cabezotas que podemos llegar a ser eso ya es mucho… y nos deja ese margen suficiente para sobrevivir. Seguimos en la carretera porque somos muy cabezones.

Julián, pensativo, buscando temática para su próxima canción

A estas alturas, ¿cuesta encontrar temas sobre los que hacer canciones?
Esto no es como una despensa que esté llena o vacía. Todo empieza con un momento dado en el que tenemos una idea global, una idea general de un disco de country, por ejemplo. Pero luego no nos sale. Partes de una casilla de salida pero luego te encuentras con otra cosa. Por ejemplo, en el disco ‘La historia del blues’, de blues realmente había un 20%. Pero creo que no es malo. Funciona y es lo que cuenta.

¿Os habéis cansado de tocar alguna canción, por aquello de estar muy trillada?
Tenemos una norma: si la canción no sale bien, no la tocamos. Nosotros mismos tenemos que sentir que estamos cómodos tocando. Cada noche es distinta, y no hay dos noches iguales. Muchas canciones funcionan en base al lugar en el que están colocadas en el repertorio. Recuerdo que Nacha Pop, tras sacar el primer disco, dijeron una noche que esa era la última vez que iban a tocar ‘La chica de ayer’… y tuvieron que seguir tocándola después toda la vida. Nos pasa más con respecto a dónde colocarla en un concierto. Y luego hacemos cambios. ‘Bailaré sobre tu tumba’ la tocaba yo ahora con mandolina.

Al principio dijisteis: ‘Se trata de decir el mayor número de tonterías en el menor tiempo posible’.
Y en eso seguimos. Entonces, en aquel momento, el menor tiempo posible a lo mejor era un minuto y medio, y ahora hablamos de tres y medio ya… el rock contempla la posibilidad de que haya canciones más largas, como alguna de los Allman Brothers, pero en ese sentido tendemos a vigilar que no se nos vaya de las manos.

Pero el tono ha cambiado. ¿Con los años se dicen menos burradas, se pone uno más serio?
Es impepinable… aunque es de otra manera. Ya no decimos eso de ‘Todos los ahorcados mueren empalmados’… ¡pero en algunos casos la barbaridad es mayor!

Julián a la guitarra, en un directo en la Sala Razzmatazz

¿Dónde estarán de aquí a 20 años?
Esa pregunta nos la hicimos cuando empezábamos. Siempre hemos pensado que el disco que estamos grabando va a ser el último, pero depende un poco de todo, si lo piensas con frialdad da un vértigo horrible. Vamos a seguir trabajando. Después de 30 años, ya nada nos sorprende.

¿No hay nostalgias ni nada parecido?
No, qué va. Es que la nostalgia es un sentimiento reaccionario. Tampoco hay que decir que recuperamos canciones del pasado. Las canciones las tenemos ahí y ya está, no hay que recuperarlas ni pensar en qué bonito fue todo aquello. No nos hace falta vivir de las rentas. Hacemos las cosas en la medida en que las necesitamos y nos parece conveniente. Si tuviéramos nostalgia, todo esto sería terrorífico.

¿Tienes una canción propia favorita?
No, (piensa)… hacer canciones es hacer canciones, no solamente una. A todos nos encantaría haber compuesto la Macarena y forrarnos, pero al final no se nos ocurre. No nos sale. Al fin y al cabo, las canciones son como los hijos. Unos te salen tontos, otros listos, otros se te van de casa pronto y ya no los ves más en toda tu vida y otros se quedan hasta los 40 y son un coñazo.

¿Es verdad que apareciste en una película porno?
Sí, era una peli de Narcís Bosch que se hizo en Barcelona. Por ahí estaban Nacho Vidal, Sara Bernat, Max Cortés… una serie de fenómenos que luego han tenido mucho más éxito. Pero yo hacía de mirón, de extra, y vi unas cosas que no te podías ni creer (risas). Fue justo el verano en que murió Lady Di. Hubo como una conmoción en medio del rodaje. De vez en cuando sale la pregunta: ‘¿Dónde estabas tú cuando murió Lady Di?’. Pues a mí me pilló en medio de una peli porno.

Tres décadas después, ¿aún vale más ser punkie que maricón de playa?
La idea punk la hemos tenido siempre como la religión, como ese salirse de los clichés y de un modelo de blandenguería. Eso sí se mantiene, claro, yo creo que ahí no nos hemos movido ni un pelo.

Para acabar, recomiéndanos tres canciones.
Hay canciones que te acompañan toda la vida y de repente llega un momento en el que las escuchas de otra manera, con otros oídos. Una de ellas es ‘Drive my car’, de los Beatles. El maestro Reverendo me explicó de qué iba. El hombre le dice: ‘Nena, puedes conducir mi coche y quizás te quiera’. El otro día estaba revisando unas cosas que conocí a través de Loquillo… Phil Ochs, y escuché la última canción antes de su último disco, antes de que se suicidara. El título era curiosamente ‘No more song’, que era una manera de decir que se acababa lo que se daba. Y ahora… tendría que recomendar algo más moderno, ¿no? ¡que solo digo cosas viejunas!. Me gustan mucho los Fun Lovin’ Criminals. Les sigo siempre. Me quedo con ‘Scooby Snacks’, que es de sus primeros hits. Me siguen encantando… son unos marcianos, unos macarras que, además, tienen grandes ideas musicales. Es uno de los últimos grandes grupos de rock que yo he visto.

raúl

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