¿Qué hacía usted, lector disoluto, a los 20? ¿Holgar? ¿Emborracharse? ¿Delinquir? Pues Laura Adán tener las cosas clarísimas y (ya) un buen bagaje de trabajo. Inquieta, ambiciosa y polifacética, con una juventud insultante y la energía de comerse el mundo. Estudia diseño gráfico en la Escola d’Art i Disseny. Desde hace tres años lleva Oysho Studio. Hace books, foto artística y dibuja, pero su razón de ser está en la música. Donde haya un concierto, allí la encontrarán. Tras foguearse como fotógrafa en Tarragona (desde Sopa de Cabra al D.O., pasando por el Cambrirock), Radio3 ha llamado a su puerta. Palabras mayores, oigan, y esto no ha hecho más que empezar.

¿Foto artística o fotografía musical?

La fotografía artística me gusta pero cuando ya has probado las dos cosas ya sabes  exactamente a lo que te quieres dedicar. Hacer sesiones de foto a modelos me llena pero no es lo mismo que estar en un concierto: escuchas la música, la analizas, la disfrutas, descubres cosas… Si voy a un festival de música me da igual pasarme siete horas de pie haciendo fotos. Es lo que me llena de verdad. Me lo paso bien.

Tiene algo de safari, de ir de caza, en contraste con lo preparado de un estudio.

Sí. Voy allí y empiezo a hacer fotos. Cuando trabajaba en la Ovella Negra Rock me decían: ‘Haz fotos y crónica’. Y yo decía: ‘No puedes estar en los dos sitios a la vez, con el oído pendiente y atenta a los momentos que intentas recoger con la cámara’. Pero sí llega un momento en el que me paro y me pongo a analizar lo que suena, a ver cómo actúa el grupo. Me gusta. Me llena ver cómo una banda lo da todo. Es algo muy grande.

Hay un punto fan, de melómana.

Mucho, mucho. No hay momento en el que no esté escuchando música: en la ducha, en clase, yendo al súper… en cualquier momento y estoy abierta a todos los estilos. Me considero muy ecléctica. Puedo escuchar indie, pop, hard metal, electrónica… La música es un arte y debes saber cómo funciona, cómo es cada estilo.

Laura en acción

¿Qué aporta el lenguaje fotográfico a la música?

La fotografía es el arte de capturar un sentimiento. Cuando haces una sesión de fotos, capturas un momento, a alguien que está posando. No es lo mismo que cuando en un concierto capturas la imagen de un cantante pegando un bote. Ahí captas la energía. Algunas fotos te transmiten mucho: la fuerza, la energía, o la expresión del rostro cuando se canta una balada, cómo se vive todo eso.

¿Cuesta conseguirlo?

Cuesta, no sólo dependes del grupo. Te puedes encontrar a bandas sosas que no expresan sentimientos, que demuestran muy poco. En otros casos, como fotógrafa y público, acabas diciendo: ‘¡Ostras, son increíbles!’. Hay otros factores, como la iluminación…

Técnicamente debe ser complicado: poca luz y muy cambiante, movimiento en el escenario…

Cuando llego, lo primero que pregunto es qué focos habrá, para saber qué me encontraré cuando empiece el concierto. Si veo que hay poca luz, hago cuatro fotos y puedo decidir no esforzarme más porque sé que la cosa no dará más de sí. Otras veces no: estás en el foso y vas controlando. Ya estoy muy acostumbrada. He estado en muchos conciertos. En el ámbito técnico ya sabes cuándo te saldrán bien las cosas. Después, cómo vaya el concierto… eso ya no lo puedo saber.

¿Sólo fotografías al grupo o un concierto es algo más: gente, entrada de público…?

Siempre le hago fotos al público. Son imágenes que me guardo, a no ser que un festival me contrate. Entonces las envío todas. A los grupos pocas veces les envío fotos del público, a no ser que ellos me lo pidan. La reacción del público también es clave. Es, de hecho, lo más importante para la banda. Caras de asombro, gente dándolo todo… Es la gente que está detrás y es vital que queden retratados.

A nivel de logística, también hay cosas a tener en cuenta: los fosos, que no te dejen estar más de tres canciones…

Es complicado, sobre todo cuando son conciertos grandes y a lo mejor tienes alrededor a diez fotógrafos… Te empiezas a dar empujones… La última vez que me pasó fue viendo a Sopa de Cabra. Todo era muy justo, porque sabíamos que teníamos tres temas contados antes de que nos echaran. Todo el mundo dando vueltas, pillar todo lo que puedas… te estresas mucho.

¿Qué opinas de estas restricciones impuestas por los artistas?

Depende. Como fotógrafa, me encantaría quedarme durante todo el concierto. Al fin y al cabo estoy haciendo mi trabajo. Pero por otra parte me pongo en la piel del cantante o del músico y lo entiendo. Sería incómodo tocar durante hora y media y tener abajo a diez fotógrafos lanzando flashes.

Pero hoy en día hay más ‘fotógrafos’ entre el público que en el foso.

Hay conciertos en los que al público no le dejan llevar cámaras reflex, supongo que para no quitarnos el trabajo a los que estamos en el foso. Al público tampoco se lo puedes negar. Ellos han pagado una entrada y tienen todo el derecho a compartir al menos un momento con su propia cámara. Yo, como público, quiero un recuerdo de esa noche.

¿Qué grupos has fotografiado?

Fotografié a los Vuit. También les hice la promoción de su segundo disco, grabado en el estudio Medusa, que lleva Manu Guix. Fue un concierto muy grande. También Sopa de Cabra, y me encantó. Fue algo mítico, una oportunidad muy buena. Disfruto mucho cubriendo los conciertos del D.O. Tarragona, por su variedad de estilos. Es más ligero y me gustó mucho. También hice las fotos de promoción de Febrero. También he hecho fotos a djs.

¿Algún festival?

Cambrirock, aunque no como fotógrafa oficial. También he cubierto conciertos en Barcelona, en la Sala Apolo, en el Maxipop… Al grupo Handcore, ¡es que he hecho muchos conciertos!

¿A qué grupos te gustaría fotografiar?

Ahora que empiezo a tener la oportunidad me gustaría asistir a festivales como el FIB, o hacer otro Cambrirock. También festivales más grandes como Primavera Sound o Sónar. Para mí sería lo más grande que me podría pasar. Ahí siempre hay grupos de gran categoría… y eso me haría feliz.

¿Te gusta más el concierto que la promo?

Hacer fotos de promoción me gusta mucho. Con los Vuit, hace año y pico el cantante me dijo que me hiciera fan de la página. No les conocía de nada pero me gustaron mucho: hacen pop en catalán muy dulce y energético. Y me encargué de hacerles la promoción por Facebook. Los fans crecieron una barbaridad en una semana. Eso fue para mí darme cuenta de que podía ayudar a los grupos dándoles a conocer. Les llena a ellos y a mí también.

Eso supone también ponerle cara al grupo. Hasta que no tiene foto o portada, esa banda no tiene rostro.

Claro. Eso es muy importante. Muchas veces he hecho sesiones de foto y he subido a Internet la imagen del grupo. Entonces la gente se ha ido interesando más por la música, y todo ello ha venido por una foto de promoción. Eso les sirve de ayuda. ¿Que si me gusta más la promo que los conciertos? Me gustan por igual. Al fin y al cabo todo es música.

La promo obliga a conocer mínimamente al grupo, a convivir incluso con ellos y a empaparse de su personalidad.

Con Febrero hice una sesión de fotos en el restaurante Koop. Son unos músicos profesionales y, como personas, me parecen increíbles. Analicé lo que eran: pop indie. Fui al restaurante Koop y como es un estilo retro, muy modernillo, con esas teles por en medio, traje de casa vinilos y los colgué del techo. Cogimos libros que había por allí, máquinas de escribir… monté un atrezzo idóneo para ellos. La última sesión fue con Relamidos, un grupo de ska. Como es una banda con un rollo así un poco tirado, monté un comedor de casa en mitad de una calle de Tarragona. Cogimos un sofá, una tele algo atrofiada, los bongos, una cachimba, una lámpara y todo allí… en la calle. Salen ellos tirados por el sofá, unos encima de otros… igual que si estuvieran montando una fiesta en casa, pero en la calle. Intento analizar, transformar esa música en fotografía, que mi estilo se acople a su música. Lo que no haré es hacerle fotos a Febrero llevándomelos a una fábrica abandonada. Cuando hago books personales a chicos o chicas también intentas analizar la personalidad.

¿Cómo fotografiarías a los Punsetes?

Uff, me ponéis en un compromiso (piensa). Voy a beber café (risas).

En directo debe de ser imposible: estéticamente es un aburrimiento, con la tía ahí de pie, quieta todo el rato. Haces una foto y ya, ¿no?

Debería estar en casa, escuchar su música durante horas, bucear en Internet. Eso es lo que suelo hacer siempre para empaparme un poco de las bandas. Ahora, en dos minutos, no podría decirlo. ¡Es mucho compromiso!

Viene ahora Damon Albarn y te dice: ‘Quiero hacer una foto de la gente que está detrás de Gorillaz’. Son rostros que nunca han salido.

Es un grupo que me gusta, aunque nunca he estado demasiado encima de ellos. Volviendo a lo de los Punsetes, es como con Manel… Sinceramente, no puedo entender que haya grupos que lo den todo sobre el escenario, con fuerza y pasión, y luego vengan Manel, con todo el respeto del mundo… La última vez que los vi fue con Bongo Botrako, con Manel como grupo estrella. Recuerdo que hice tres fotos y dije: ‘Adiós’. Todas las imágenes eran iguales.

¿Y fotos de directos en la radio?

La última sesión fue con el grupo Sherpa. Me dijeron si quería pasar un día con ellos mientras hacían promoción. Fuimos a las radios y a las teles de la zona. Fue una experiencia bonita. Se portaron bien conmigo. No tuvieron problemas en que yo estuviera por allí. Es algo que me llenó mucho también. Aprendes de ese grupo y también les ayudas. Lo que me falta es fotografiar un acústico en la radio.

En tu nuevo trabajo sí que te tocará. ¿Se puede hablar de ello?

Supongo que sí me tocará. Sí, se puede hablar de lo de Radio 3. Salió… ¡realmente de nada! ¡Salió de Facebook!. Facebook ha sido lo más grande que me ha podido pasar. Antes tenía MySpace, pero fue aparecer Facebook y cambiar todo. Al principio me lo tomé como algo personal, pero cuando comencé con la fotografía lo fui usando de forma distinta. Fui colgando fotos… y como todos están conectados con todos facilita mucho la comunicación. Cubres un concierto ¡y en un momento te ha agregado media Tarragona porque han estado en ese concierto! Y a la gente le hace gracia ver las fotos, a ver si salen ellos. En mi Facebook hay 4.000 contactos, pero todos interrelacionados, entre música, diseño y arte. Me ha ayudado mucho. Hasta que vino alguien de Radio 3, José Mógenes, y se puso en contacto conmigo. Me dijo que le encantaba mi trabajo. Quería que pudiera ayudarle a cubrir conciertos.

El trabajo consistirá en hacer fotos de los conciertos de Radio 3 que se emiten por la tele.

No, aún no sé exactamente cómo será. La idea principal es hacer lo que estoy haciendo ahora pero para la web de Radio 3. Vendrá alguien para escribir la crónica y yo me encargaré de las fotos. Iré por los sitios que me manden. No es un programa en concreto, sino crónicas de festivales, de conciertos. Lo que he hecho hasta el momento… pero en una señora empresa, claro.

Y con un estilo, con una filosofía detrás muy definida.

Sí, aunque la verdad es que tengo algo de miedo (sonríe). Radio 3 es que es muy grande… No me lo acabo de creer. A veces pienso que no estoy a la altura, ni mucho menos. Pero luego pienso que si han confiado en mí será por algo. A ver cómo va.

Girarás por toda España.

Claro. Me pueden decir que me vaya a Madrid, a Zaragoza, a Barcelona. Incluso, no sé si lo puedo decir, pero ya me han dicho de ir a Londres a cubrir conciertos. Es algo que ya he hecho. Cubrí un conciertazo de Love of Lesbian en la sala Scala. Fue uno de los mejores recuerdos que tengo. El día en que me dijeron que podía entrevistar a Santi Balmes y cubrir el concierto… fue lo máximo, un momento de decir: ‘¡Uff!’. Me llenó muchísimo, por la oportunidad de hablar con un gran músico. Eso no se presenta cada día.

Una de las ventajas de este trabajo es que eres fan, lo que te ayuda a romper esa barrera, y también profesional.

Pero hay que saber diferenciar. Si tienes que hacer una entrevista, no la tienes que hacer como fan, porque perderías los papeles. Recuerdo la primera que hice. Fue a la cantante Mürfila, ¡y casi lloraba, no sé si de alegría, de nervios o de miedo! Desde la primera canción que le escuché, siempre la seguí, hace muchos años. A veces pienso en las burradas que le llegué a preguntar, ¡fue tan poco profesional!. Y lo reconocí. Dije: ‘Es mi primera entrevista y lo he hecho fatal. Lo admito’. Mi primera entrevista fue horrorosa, fue lo peor. No estaba acostumbrada y pregunté más como fan alocada. La lié mucho (risas). Después comencé a aprender… y a ser un poco más profesional.

¿Qué referentes tienes? ¿A quién admiras?

Siempre he tenido a un fotógrafo de referencia, que desde que le conocí le tengo en un pedestal. Es Xavi Mercadé, de Enderrock. A él se lo debo todo. Hablo poco con él pero veo sus trabajos y me quedo sin palabras. Cuando le veo pienso que yo quiero ser como él. Yo quiero hacer lo que él está haciendo, quiero dedicarme a eso en el día de mañana. Además, es una persona encantadora. Cuando tengo algún problema con una foto, le pregunto, le pido consejo, y él siempre está ahí. Es como un maestro.

¿Algún maestro clásico, algún icono histórico?

La verdad es que decidí que me quería dedicar a esto cuando vi el trabajo de Xavi Mercadé. He conocido a otras referencias pero siempre lo más importante ha sido él, que ha dedicado toda su vida. Es lo más vivo y actual que tengo. Tengo 20 años y por mala suerte no he conocido la fotografía de conciertos de antes. De momento, me he dejado influenciar por lo más reciente. Xavi Mercadé es un crack, grandioso, él siempre ha sido el referente. ¡Y mi padre!

Que es fotógrafo y te ponía música.

Siempre estaba con la cámara encima y le hacía fotos a todo. Siempre me dice: ‘A este grupo lo conozco, o éste ensayaba en el garaje de nuestra casa’. Lo conoce todo. Hizo también portadas de discos. ¡Yo soy como él! Cuando le dije que me quería dedicar a esto, le llenó mucho. Intento seguir el linaje familiar y espero que mis hijos también sean así. ¡Si son fotógrafos mejor y si son músicos aún mejor! Al menos, tengo claro que mis hijos tendrán una buena cultura musical.

¿Hay alguna portada de disco que te haya llegado especialmente?

Por ejemplo, la del último disco de Radiohead, ‘Kings of limbs’. Me gustó mucho. Es surrealista y abstracta pero me atrajo. Me gusta el diseño en general de Pink Floyd y Depeche Mode. Lo que hay ahora no me acaba de llegar, porque normalmente son fotografías del grupo, cosas demasiado vistas o recuperadas de los años 70 y 80. Y, como esa música no habrá nada. Casi todo está influenciado por antes. Es muy extraño que me preguntéis esto. Cuando voy a la FNAC, hay muchos grupos que no conozco y me compro el disco por la carátula. Si la portada es algo totalmente surrealista, me lo compro.

¿Cuál es el último que compraste de esta manera?

Uno de Supersubmarina. Ya les había escuchado y el disco tiene sólo cuatro canciones. La portada era la circunferencia con flechas y efecto 3-D. Lo vi, me gustó el diseño y dije: ‘Me lo compro’.

Eliges un disco por la imagen portada.

Es muy importante. No hice el diseño pero sí las fotografías para el cantante Xavis y su disco ‘Gira el món’. Y aquel disco me lo compré, no por mis fotos, sino por el diseño, que era muy geométrico y me encantó. Las portadas hacen mucho. Love of Lesbian, por ejemplo, quizás porque son un grupo grande, hicieron una portada para su último disco un poco… sosa, que encaja muy bien con el estilo, pero no me acaba de gustar. Pero como son grandes y conocidos, la gente comprará el disco igual, aunque la carátula no llame la atención. Los discos que más me gustan, en su edición y diseño, son los de Vetusta Morla. Son brutales, brutales. Uno de ellos, ‘Mapas’, es cartón reciclado y las canciones tienen formato de postal. Cada canción es una postal. Es perfecto. Me parece creativo, original y muy bonito, incluso para dedicar a alguien una postal, que es una canción. El anterior álbum, ‘Un día en el mundo’ también me gustó. Es una foto hecha con cámara analógica en la que sale un niño saltando. La hizo Martin Page, un amigo mío. Ese disco es brutal porque las letras de las canciones están grabadas en papel de plástico transparente. Es genial, no sólo por la música, sino como objeto. Vale la pena gastarse el dinero. Por otro lado, no soy muy partidaria del formato de caja de plástico con el folleto dentro. Prefiero el digipack.

Es una manera de compensar la crisis de la música, que el disco esté bien trabajado.

Por mucho que me guste un grupo, si el disco no me atrae cómo está editado, no me lo compro. Me fijo mucho en lo que compro. Me bajo poca música pero sí que utilizo Spotify. Es como la previa: escuchas un grupo y, si te gusta, te compras el disco. Pocas veces me bajo la música, si no es que sea una banda que a lo mejor aún no tiene trabajo en el mercado. Tengo mi iTunes, con la música que ya me he comprado. En casa hay una biblioteca musical importante, ¡entre la de mi padre y la mía, eso es horroroso! (risas).

Te dedicas a más cosas, además de la fotografía.

Hago algo de ilustración, siempre estoy dibujando monigotes… He hecho camisetas, bolsos, tarjetas, cosas pequeñas que puedes ir a vender para sacarte algo y así aprovechas para que la gente te conozca un poco más. Me considero una persona muy polifacética. No sólo me quiero dedicar a la fotografía. Quiero hacer ilustración, vender mis cosas ¡y si puedo me hago cantante!

¿Aún sigues queriendo cantar?

Me gustaría tanto… Lo he probado alguna vez pero creo que fue por problema personal de autoestima o falta de valor. Me dijeron que tenía muy buena voz y que con clases y un poco de práctica podría llegar a cantar bien. Pero me entró miedo, y dije ¡paso de todo! También lo intenté con la guitarra y lo dejé… me ponía nerviosa. La música es algo que tengo pendiente y no me atrevo. Me da miedo. Eso sí, cantar canto todo el día, en la ducha… pero no me atrevo y eso que estoy acostumbrada a los conciertos.

Para acabar, recomiéndanos tres canciones.

Siempre digo que los grandes artistas, los que más te marcan, son los que aparecen justo en el momento idóneo de tu vida. Me quedo con la canción ‘Azul y gris’, de Mürfila, muy melódica, triste pero con fuerza. ‘Angel’, de Massive Attack. Soy muy de Massive Attack. Y ‘Al alba’, de Aute. Joaquín Sabina y Aute, además de los Rolling Stones, que siempre se han escuchado en casa, han sido unas grandes influencias para mí en este tiempo. Los he escuchado desde el momento en el que nací hasta ahora, y sigue haciéndolo. Ya veis la mezcla, ya os podéis imaginar el estilo ecléctico que tengo.

V the Wanderer y raúl

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