Después del intercambio de mails, la cita es una mañana fría de invierno en la Plaça de la Font. Vienen César Meler y Esther Piqué. Luego se añadirá Pablo Vidal. Los tres son miembros de Lecirke, ese sexteto emergente que ganó el concurso D. O. Tarragona 2009 y que en 2010 se llevó el D.O. Catalunya.

El año pasado la banda publicó ‘Lecirke. The album’, su debut discográfico, primera culminación de una carrera aún corta pero intensa. Con el grupo dividido entre Brighton y Tarragona, Pablo, casi ‘a traición’, presentó una maqueta al D.O. 2009 y, tras ser seleccionados para la final, hubo que armar una banda rápidamente y ensayar ‘in extremis’. Así nació Lecirke.

Ganaron aquella final, que fue también el primer concierto que daban en su vida y el inicio de todo. A la primera escucha de este pop-folk experimental que no se cierra a nada, ya nos parece que podemos hablar de un ‘universo Lecirke’ que, parafraseándoles, es «vitalista, vertiginoso, sincero, revoltoso, delicado y con alguna experiencia extraterrestre».

(Pese al frío, la conversación es en la terraza de Can Peret, donde, entre el cartón de tabaco y la grabadora, habrá trasiego de cafés, mantas y bufandas).

César Meler: Ahora somos seis. Esther canta, yo toco la guitarra acústica y canto también. Después está Joan Roca, que toca el bajo, Pablo Vidal, que es el hombre para todo, que se atreve con lo que le echen, desde el acordeón a la batería, luego está Apel·les Carod, que toca el violín, el ukelele y hace coros, y Jan Larsen, que toca la batería. Aquí todo quisqui canta.

¿Cuántos  instrumentos tocáis?

Esther Piqué: Están los típicos de cualquier grupo: batería, guitarra eléctrica y bajo. Además, hay guitarra acústica y Pablo toca muchas cosas, como el piano, el xilófono… cacharritos como la melódica, el glockenspiel, acordeón… Siempre hemos jugado con esos instrumentos.

César: La base es la acústica, bajo, percusión y después el ukelele, o pandereta. La instrumentación es muy folkie. Las canciones se grabaron en casa, donde lo tienes todo, y luego se llevaron al directo, y es entonces cuando empiezas a pensar, por ejemplo, que el xilófono del minuto 2’22’’ tiene que estar. Intentamos incorporar lo máximo posible, y eso que ahora nos cortamos bastante. Antes lo queríamos llevar todo, no cabíamos en el escenario.

Esther: También está la maquinita ésta… samplers.

O sea, que un concierto vuestro es como una tienda de música.

César: Sí, pero hemos intentado reducir un poco, porque era una matada: las pruebas de sonido, ahora no funciona esto… Llevamos cosas igualmente, pero según donde vayas y en función de la sala y el formato vas con unas cosas u otras. Por ejemplo, ¿hace falta llevar la guitarra eléctrica para tocarla en un tema?

¿Qué instrumento tenéis ganas de incorporar?

César: Buah, hay muchos. Nos gustan mucho los vientos. Excepto en el concierto de presentación y otro que hicimos en el Camp de Mart, no llevamos. Nos molaría porque están chulos y aportan mucho.

Esther: Cuando hacemos una canción nos preguntamos a veces: ‘Osti, aquí unos vientos quedarían guays’. Pero ya tienes que quedar con alguien que quiera colaborar, ensayar… y es más lío. Pero nos pasa a menudo.

César: Tenemos tantas cosas a mano, que ya podemos decidir si a una canción le damos un rollo más acústico o algo más ambiental, con la eléctrica.

Esther: Estamos explorando bastante el tema acústico. Es muy cómodo para ensayar, vas menos cargado, lo montas todo más rápido. Es un formato más práctico. Además, las voces pueden resaltar más.

(Llega Pablo Vidal devorando un kebab mañanero y se añade a la conversación).

¿Cómo decidís quién canta?

Pablo: Las letras las hacen ellos dos (se dirige a Esther y César) y normalmente tiras para quien la haya escrito. Independientemente de esto, hay veces en que hemos decidido que la voz principal cambiara mientras hemos estado trabajando en la canción.

César: Hay un poco de todo. Por ejemplo, en ‘Heyheyhoho!!!’, que es la que abre el disco, decidimos que había que poner las dos voces a la vez. Yo canto en un tono más bajo y ella, al hacerlo más alto, le da más energía. Si sólo cantara ella, sería más fina y si solo cantara yo no sería lo mismo. Al final, con las dos voces a la vez acabas dándole un toque más festivo. Todo va en función de lo que pida la canción. Y después están los coros, que hay que probarlos muy bien. Hay ensayos con guitarra y todos allí en plan de niños cantores de Viena. Son ensayos sólo de voz para ir puliendo cosas.

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El sexteto de Lecirke: César, Joan, Esther, Jan, Pablo y Apel·les    Foto: Lucía Meler

Nos da la sensación de que es un disco muy festivo. La frase “When I was a child, I would play all time’ parece que os defina: niños con juguetes, risas de fondo…

Esther: Sí (piensa), en la mayoría de canciones ese es el rollo de fiesta, de reunión entre amigos.

César: El disco condensa todo eso. No diría que es sólo festivo. Tiene un punto inocente, infantil. Hay de las dos cosas. Transmitimos la inocencia de cuando eres crío, juegas y te lo pasas guay.

Pablo: También tiene un toque contemplativo.

¿Cómo ha surgido ese tema central en el disco, ese toque?

César: No lo sé. Descartamos cosas para que quedara algo redondo, para hacer que el disco fuera como un viaje y que no sonara como un recopilatorio, que te mandara para un lado y luego para el otro. Eso sí fue difícil: que fuera coherente, que puedas escuchar una canción más festiva y otra más introspectiva y que quedara bien.

¿Es resultado de la mezcla de gustos de cada uno, o compartís referencias? ¿Quién es el heavy del grupo?

César: ¡El Jan, el batería, era metalero! Tocaba en un grupo metal con los colegas en el insti. Le rescatamos del infierno del metal. Más que mezcla de gustos, en general todos somos bastantes eclécticos. Nos gustan bastantes cosas. No hay uno que sea el bluesero, otro el metalero, otro el popero… Por ejemplo, Apel·les, que toca el violín y el ukelele, está estudiando jazz en Barcelona pero le gustan mil historias. Todos somos así.

¿Habláis de música entre vosotros, os recomendáis cosas?

Pablo: Somos amigos desde hace 15 años, así que os podéis hacer una idea. César y yo éramos vecinos desde los 14 años. Nos pasamos discos, compartimos vivencias, historias.

¿Hay historias personales en las letras?

Esther: Yo cuando hago letras no me mojo mucho…

César: Más que explicar una historia personal y decir que iba por la calle y me ha pasado esto, consiste más en tener una sensación, un sentimiento, y en trasladarlo. Siempre, de alguna manera, algo tuyo se cuela, pero no es muy explícito. Por mi parte sí que hay cosas que de una forma más o menos clara salen en las letras.

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La portada del disco, diseño de César Meler, es un fiel reflejo del mundo al que transporta su música

Sí se os ve la creación de un mundo propio, con la estética de la portada, de la chapa… Hay unos códigos muy presentes.

César: No sé hasta qué punto es algo muy buscado.

‘Supernova fun’ es directamente un relato fantástico. Se plantean historias de sueños, universo, huir del mundo.

César: Sí tiene algo de escapista. No nos lo habíamos planteado mucho, tampoco ha sido intencionado. De alguna manera todo lo que nos gusta acaba saliendo.

¿Por qué cantáis en inglés? ¿Se adapta mejor al tipo de canción?

César: Por los referentes. Esther, por ejemplo, es profesora de inglés.

Esther: De lo que se come se cría. Cuando me invento una canción, me sale la melodía en inglés, porque es de lo que más escucho. Nos sale así por defecto. Creo que encaja mejor con la métrica, el sonido queda más difuminado que en una lengua donde se vocaliza más, como en el catalán o el castellano.

César: ¡La melodía es ‘wachuweri’ total!. Chapurreamos, lo reconocemos, eso es inevitable, y luego vas viendo cómo encaja. El idioma es más libre fonéticamente. Tampoco cerramos puertas, pero un cambio debería ser muy meditado. El catalán es más libre que el castellano a la hora de cantar, y es más abierto fonéticamente que el castellano, que resulta más durillo.

Vamos a ser típicos, pero ha salido el tema: ¿cuáles son vuestros referentes?

Pablo: No hay una base concreta. Podemos decir referentes que nos gustan pero no es que hayamos pensado en unos u otros para marcarnos un camino. Pero nos gustan Radiohead, Sigur Rós, Grizzly Bear, Arcade Fire, Flaming Lips…

Esther: En el primer concierto nos decían que si éramos los Arcade Fire de Tarragona, pero claro, salvando las distancias, porque ellos llevan mucho tiempo, son muy buenos…

César: ¡Nos lo decían porque son muchos en el escenario también!

Si añadís vientos, seríais Beirut…

Esther: ¡Ah!, sí, es verdad, también hay gente que nos ha dicho que les recordamos a ellos.

César: Yo, por ejemplo, no es que haya escuchado grupos más folkies. Es algo que ha venido dado por la instrumentación. Aprendí a tocar la guitarra con la acústica. A mí me gustan mucho Flaming Lips.

Esther: Si estamos haciendo una canción y alguien se da cuenta de que recuerda a tal cosa, se descarta. Pasa a veces, porque ya está todo inventado y es normal que al combinar acordes te suene a algo.

César: O te recuerda vagamente… A veces estás tocando y dices: ¡Cómo mola!’, y te das cuenta de que estás reproduciendo tal o cual canción. Te llevas un bajón, claro…

Esther: Alguna vez me ha recordado a algo la canción y me he callado (risas) para no descartarlo… Si sale, ¡decimos que es un homenaje y ya está!.

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Lecirke, en un concierto reciente íntimo en una casa para unos pocos privilegiados    Foto: Lucía Meler

¿Es complicado encontrar un público?

Esther: A mí lo que me gusta es que llegamos a todas las edades. Alguna vez hemos hecho conciertos donde había niños y hemos visto cómo se ponían a bailar, sin vergüenza, explayándose. Hicimos un acústico en Les Granotes, cerca del Anfiteatro, y había unos niños bailando y era una pasada mirarlos. Me mola mucho eso. No tenemos intención de buscar un público.

César: No sabemos aún qué público podemos tener… No podemos decir que vaya dirigido a treintañeros de tal estilo. Es bastante abierto, puede gustar a gente con gustos muy variados.

Pablo: Es música muy fácil, agradable, para todo el mundo, a gente de 30, de 40, de 10…

César: Al ser un grupo independiente en el sentido de que todo nos lo hacemos nosotros parece que el mundo en el que te tengas que mover sea el ‘indie’, pero no sé si ese público es el nuestro, no sé… En los conciertos que hemos hecho cada vez viene más gente y hay de todo.

Esther: Mi prima tuvo un bebé y me envió un mensaje que decía: ‘Sólo tiene una semana y cuando le pongo el disco deja de llorar’. Me encantó.

Ahí tenéis mercado.

Esther: (risas). ¡Sí, sí!. Rollo ‘Un mundo feliz’, de Aldous Huxley, que desde bebés ya les ponían música.

César: Ahora no sé, pero igual de aquí a 30 años nos forramos.

Habéis ganado concursos, tenéis buenas críticas… ¿Os planteáis objetivos más ambiciosos a medio plazo?

César: Lo que empezó siendo en sus orígenes algo más improvisado, pronto dejó de serlo y se convirtió en algo más serio. Así lo enfocamos ahora. En cuanto a objetivos, queremos ir poco a poco. Si te lo pones muy lejos, a lo mejor lo acabas viendo como algo inalcanzable. Si vas poco a poco, siempre es más fácil, lo ves todo más cercano, más factible. Tampoco renunciamos a nada.

Esther: Ahora sería el momento de hacer más canciones. Ya tenemos algunas que podrían servir para el segundo disco. Estaría bien aumentar el repertorio.

César: Estamos en el punto de que hemos sacado el disco hace poco y nos tenemos que dar a conocer. Con la promoción vas poco a poco, al contrario que si estuvieras en una gran discográfica, donde todo es más intenso. Son procesos mucho más largos. Ahora queremos que nos conozca cuanta más gente mejor.

Pablo: Ganas de crecer tenemos. Buscamos discográfica, empresas de management… Nos estamos poniendo en contacto a ver si hay algún interés. Obviamente, somos un grupo emergente y para que alguien pueda tener un interés total aún querrá ver un poco más qué es de nosotros.

Todas estas gestiones os roban tiempo de hacer música.

César: Eso lo hablamos mucho: tú llegas donde llegas. No lo puedes hacer todo de puta madre. Está bien que alguien sepa cómo dirigirse a los medios, cómo hacer todo esto. A día de hoy lo hacemos todo nosotros.

¿La portada es diseño vuestro también? ¿Tenéis referentes en ese ámbito?

César: Sí, es mío. Me gustan mucho los cómics, tengo muchos en casa. Me gusta, por ejemplo, Shaun Tan, un ilustrador que tiene libros chulísimos. Tiene un punto surrealista que me fascina.

El hecho de haber comenzado en la música de una manera tardía, ¿marca de alguna manera al grupo? Tenéis un perfil ‘sui generis’ de banda emergente.

César: No sé si nos lo planteamos como algo que influye de una manera determinante. Llevas años escuchando música y supongo que cuando lo haces empiezas porque quieres y con cierta seriedad. Ya no es: ‘Tengo 20 años, estoy con los colegas y nos vamos al local’. Lo hacemos porque es algo con lo que disfrutamos. Tanto Apel·les como Jan son muy jovencitos, son la savia fresca, y también convives con todas las maneras de ver la música.

Esther: Seguramente sea algo importante, aunque no le prestemos atención. El grupo ha nacido de un modo muy casual, de hacer cositas para pasar el rato, para jugar. Al final, Pablo envió la maqueta y eso marcó el antes, el después y el inicio de todo esto.

Para acabar, nos tenéis que recomendar tres canciones, una por cabeza.

Esther: A veces me gusta escuchar Ella Fitzgerald. Me gusta una canción que se llama ‘Mr. Paganini’. Me encanta lo juguetona que es, cómo la canta y cómo la sigue la banda. Es muy divertida de escuchar.

Pablo: Diré una de uno de los grupos que más me gustan: ‘No suprises’, del ‘OK Computer’ de Radiohead. Es una canción fácil, sencilla, bonita, con xilófono…

César: Yo elijo una que estaba escuchando ayer precisamente y sé que al menos a Esther le gusta mucho: ‘Lysergic Bliss’, del grupo Of Montreal, del disco ‘Satanic Panic in the atic’, que más o menos viene a decir algo como al mal tiempo, mala cara. Tiene un punto muy años 50 y es muy vocal. Tiene cambios de tempo, con varias partes, con un lío vocal muy chulo. Te la pones por la mañana y dices: ‘Vale, empezamos bien’.

V the Wanderer y raúl

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