Ocurrió (como ocurren las cosas que no tienen mucho sentido) una noche de verano en Platja d’Aro, uno de esos pueblos de la costa catalana que durante el estío es invadido por hordas de turistas (mayormente británicos) con tanto dinero en el bolsillo como deseos etílicos. Fue una noche cualquiera en una discoteca cualquiera, si bien ésta poseía un rasgo definitorio a nivel de marketing (ejecutado por un voluntarioso relaciones públicas) que la diferenciaba de la competencia: «Está llena de españoles» (lo cual, bien mirado, podría ser considerado como una especie de anti-eslogan).

La noche transcurría sin sobresaltos y los elementos esperados (no todos ellos deseados) hicieron su acto de aparición: un local demasiado lleno, interminables esperas en la barra, camareras de generoso escote, un ambiente que se iba desmadrando según pasaban las horas, un conato de pelea… El DJ del local tampoco pretendía sorprendernos: ‘Bailando’ de Enrique Iglesias sonó un par de veces antes de que el móvil nos descubriera que eran las 3 de la madrugada. Algo más tarde, pongamos dos cubatas y un ‘Bailando’ después, el responsable de la música decidió que había llegado la hora de que sonase uno de esos temas que nunca fallan: ‘Vivir así es morir de amor’, de Camilo Sesto. Ya conocen el ritual, que es de carácter universal: éxtasis generalizado, manos alzadas (con el consiguiente derrame del copazo), cuerpos que adoptan una postura forzada e incómoda, y decenas de gargantas que se desgañitan al unísono (al día siguiente, resaca y ronquera aseguradas) bajo el yugo de una única pero poderosa palabra: ‘Melancolíaaaaaaaaaaa’.

Esta simpática pero estereotipada crónica de una juerga veraniega jamás hubiera sido narrada de no ser porque cuando el sol amenazaba con hacer acto de presencia surgió un elemento inesperado: por los altavoces, causándome un gran estupor, empezó a sonar ‘Mi gran noche’ de Raphael. Creo que fui uno de los pocos presentes en el local que reconoció la canción. Y siendo sincero, fui el único que realmente se alegró de su aparición, convirtiéndome durante unos minutos en el epicentro de la fiesta. Mi emoción, que manifesté bailando y cantando con una pasión inusitada, contrastaba profundamente con la desidia del resto de mis congéneres, que se apagaron lentamente. Llegamos así al final de la anécdota, y a la formulación de la pregunta que justifica este escrito: ¿Por qué en aquella discoteca sonó ‘Mi gran noche’ poco después de ‘Vivir así es morir de amor’?

Raphael_granoche

Hola, soy el puto amo. ¿Y tú?

Mi teoría es que desde hace un tiempo se está intentando transformar ‘Mi gran noche’ en un fenómeno equiparable a ‘Vivir así es morir de amor’. Es decir, una canción que ha envejecido de tal forma que ahora resulta cool, como las gafas gigantes o los pantalones de campana (que pronto volverán a estar de moda). La idea es muy simple y es la raíz del fenómeno retro: la descontextualización de un elemento acaba evocando algo totalmente distinto a la concepción original. ‘Vivir así es morir de amor’ es una canción cursi e incluso ridícula; sin embargo, que suene en una discoteca después de ‘Bailando’ la desvirtúa y la convierte en un tema divertidísimo, mutando en una especie de broma de la cual todos somos partícipes.

¿Por qué convertir ‘Mi gran noche’ en algo así? Hay que reconocer que el caldo de cultivo existe. La canción está de moda entre la gente joven (por lo menos en el mundillo indie, como así demostró el Sonorama), la figura de Raphael empieza a ser reivindicada por una nueva generación más allá del chiste fácil (ahí lo tienen, protagonizando la nueva película de Álex de la Iglesia), y poco a poco se está convirtiendo en una de esas canciones que transcienden de lo meramente musical (por poner un ejemplo, el Espanyol utilizó la canción recientemente en una campaña promocional para motivar a sus socios a acudir al estadio).

Las bases, pues, están puestas. Sin embargo, mi opinión personal (y contesto así a la pregunta que da título al artículo) es que no lo conseguirán. ‘Mi gran noche’ no será la nueva ‘Vivir así es morir de amor’. Ni se convertirá en la nueva ‘En el amor todo es empezar’ (más conocida como ‘Explota explótame explo’) de Raffaela Carrá, que juega en la misma liga que la de Camilo Sesto. Aquellos que lo intenten, fracasarán (como comprobé aquel día en Platja d’Aro). Y lo harán porque aunque las tres compartan algunos rasgos muy peculiares, ‘Mi gran noche’ es un temazo, una pieza muy superior a las otras dos, y aunque Rapahel pueda ser un freak al nivel de Camilo Sesto, su estatus como cantante y artista es infinitamente mayor. Lo seguirán intentando y, como la roca de Sísifo, caerán y caerán sin remedio.

No se hizo la miel para la boca del asno, ni la música de Raphael para noches de borrachera.

Tres canciones, 273. La elección de Withor

RAPHAEL – ‘MI GRAN NOCHE’

@adriwithor