Tiene 38 años y lleva más de 20 tocando y ganándose la vida entre giras, grabaciones, colaboraciones, versiones, teatros y decenas de proyectos. Es compositor, guitarrista, cantante, productor, técnico de sonido y hasta empresario, a pequeña escala, con el sello discográfico La produktiva. Hablamos de todo esto, de su nuevo álbum, de sus inicios, de su vida, de solos, de la que está cayendo y de la vertiente positiva que eso tiene.

‘JZ12’, el enésimo trabajo de Miguel Zanón y el segundo disco de ese álter ego que es Juan Zarppa.

Este es el segundo disco, grabado al mismo tiempo que se presentaba el primero (‘Desatascos y limpiezas’) hace dos años. Ha sido un proceso largo, porque en el estudio (La Cocina de Juan Zarppa, en La Floresta) combino trabajo con mucha gente y lo tuyo siempre se queda al final, se va arrinconando. Aquí hay más músicos, ha colaborado más gente.

¿Se nota eso en el resultado final? ¿Estás y suenas menos ‘solo’?

Sí, creo que sí. Es más un disco de autor que de guitarrista. El primero era más de guitarrista… ni siquiera tenía claro que aquello iba a ser un disco, sino simplemente temas, sesiones… Sin embargo, en éste ya hay una intención en cuanto a letras o estética. Aquí hay más uniformidad.

Más pensado en el formato canción.

Son más canciones, para bien o para mal. No es sólo un riff de guitarra con algo más… Siempre estoy a medio camino entre esas dos facetas. No soy un cantautor que da la brasa ni un guitarrista virtuoso, aunque básicamente es un disco de rock, igual que el primero.

¿Hay mucha evolución en las letras?

Las letras van en la línea porque no sé más… aunque creo que están más pensadas y más revisadas. He dedicado más tiempo. No quiere decir que en el primer disco no estuviera convencido. Nunca publicaría un tema en el que no me viera identificado. Pero en éste hay más canción y más tema, que son variados.

Tanto tiempo de elaboración… ¿era por las dudas?

Sí, cuando te haces el disco tú solo tienes dudas constantemente. Lo tuve seis meses parado porque no sabía si sacar ese o continuar con otro que tengo a medias. La autoproducción es cojonuda pero es dura a nivel personal. Tiene ese punto bueno de que trabajas libre pero si eres un poco exigente, como debería ser, te genera dudas. Si la autoproducción es composición, grabación, mezcla, técnico, edición… es un proceso larguísimo en el que te puedes perder en cualquier momento. Y me ha pasado. Durante la composición suelo hacer una parte del tema y dejarlo una temporada en reposo, para ver si aguanta. Empecé con fuerza y cuando lo tenía todo ya muy perfilado surgieron las dudas. Arrancó entonces ahí una etapa de maduración, de ver que podía sacarlo adelante. Ha sido un ejercicio un poco de autoconvencerme a mí mismo.

Juan Zarppa o Miguel Zanón. Da igual la crisis de identidad. La guitarra, herramienta eterna

La opinión externa del círculo de amigos es vital para no perder la perspectiva, el norte.

Es básica. A los músicos que pasaban por el estudio les ponía algún tema, que intentaba que fuera el que tenía más descartado. Con la opinión de otros empiezas a verlo todo de otra manera. Cuando te autoproduces tú eres el menos objetivo. Ese proceso viene bien para tomar una distancia. He hecho bastante caso a lo que me han dicho.

Producir a otros debe ser otro mundo.

Es muchísimo más fácil y lo ves mucho más claro. Ahí no pones nada personal, ninguna emoción. Es al revés. Si hay alguien que te consigue tocar emocionalmente, lo magnificas y eso es genial para crear un buen clima.

¿Qué esperas conseguir con este disco?

Continuar. Sólo espero seguir haciendo discos. Aprender cuál es mi lenguaje, hasta dónde puedo llegar haciendo canciones como músico. Armar una carrera coherente de discos, de trabajo. Tengo un estudio que me hace las cosas cómodas. Tengo siempre ganas de componer. No busco nada muy irreal ni muy intangible. Quiero que cuando tenga 50 años haya hecho siete discos, o cuatro, o dos, de los que esté contento. Que me reflejen a mí, a mi momento o a mi trayectoria. También quiero tocar pero es complicado… Tampoco quiero alargar esta gira demasiado. No tendría mucho sentido. Esta vez prefiero concentrar los conciertos en poco tiempo.

¿Estás siempre componiendo?

Voy a temporadas y en cuanto tengo ideas enseguida las grabo. El siguiente disco lo tengo compuesto y medio grabado… pero puede que tarde otros dos años en acabarlo. A mí lo que me ha costado tiempo ha sido empezar a escribir. No me veía en la situación, pero luego acotas cuál es tu lenguaje, lo que quieres decir y cómo quieres expresarlo. Es difícil porque miras referencias… en el momento en el que ya haces un disco ya hay menos cosas que te gustaría hacer. Ahora compongo con más criterio.

Muchos músicos reconocen sufrir para parir las letras en castellano. ¿Es porque os exigís mucho, porque admiráis a mucha gente y el listón está alto?

Es posible. Si escuchas temas de cantautores españoles… Escribir en castellano no es más difícil pero sí asumes muchos más riesgos. Partes de un nivel previo en el que no es que haya que ser un poeta. Hay muchos niveles en los mensajes. Por ejemplo: los argentinos, que hablan de sexo, drogas y rock’n’roll, con un nivel súper plano. Ése es el nivel primero de entendimiento, pero hay otros niveles. Para hacer buenas letras, tienes que haber escuchado mucha música, pero sí es cierto que te corta el admirar a gente… en mi caso, por ejemplo, a Antonio Vega o a Los Deltonos. Lo difícil es situarte. Y no hablo de nivel de calidad, sino del tipo de mensajes que tú quieres lanzar.

Zanón (centro), comandando Malditos Roedores, enésima aventura y extinta banda de covers de los 70

Hablemos de género.

Esto es rock total, aunque el que quiera ver un poco canción de autor también lo puede encontrar. Hay temas más sencillos, de producción más simple, con guitarra o con piano y voz, pero está dentro del esquema del disco de rock, a nivel de estructura, de canción de autor eléctrica.

Hablemos del sello, de La produktiva, esa locura que nació desde la modestia y que ya acumula decenas de referencias editadas.

Va muy bien, va creciendo, ampliando el catálogo. Empieza a tener repercusión a nivel de prensa. La mayoría de trabajos van saliendo en Radio3. En dos años se ha hecho un trabajo que está muy bien, permitiendo que los discos no se queden en un cajón o escondidos en una tienda. Hay un nivel chulo, de gente haciendo cosas súperinteresantes.

Siempre has sido proclive a sumergirte en multitud de proyectos paralelos. ¿Cómo está ese experimento en trío sin editar que fue Rest’n’Peace?

Está parado. Era simplemente una banda de versiones, hecha para disfrutar. El repertorio era muy fuera de onda. Eran temas que nos gustaban a nosotros y lo dejamos ahí porque empezamos a tocar mucho con los bolos de Juan Zarppa, nos pilló el verano… Está aparcado, en standby, para rescatarlo algún día.

Con Nando Oterino, de Gallina (en mayo, el segundo disco) también hay otra aventura en esa línea.

Es un divertimento que casi hemos acabado de grabar. Si lo mío no tiene ningún tipo de pretensión, eso menos… Era tocar por tocar, quedar una vez a la semana… creo que ha salido un disco curioso que editaremos en breve. No hay intención de tocar ni de buscarnos la vida. Es un trío de rock y cantamos normalmente a dos voces.

Un poco de retrovisor. Tienes 38 años y echas la vista atrás.

¡Uff!, hace un montón que comencé a tocar. Tenía yo 17 años. Empecé a tocar con Los Burton, un grupo mítico de Tarragona que hacía rock’n’roll y rhytm and blues. Estuve muchos años tocando. Fue una banda que no valoré en su tiempo. Era muy joven y no tenía ni idea de nada. Pensaba que era algo sin mucho valor. Ahora, con la perspectiva del tiempo, creo que es la gente que más me ha influido a la hora de tocar. A los 17 años tenía ese punto de querer aprender. Ellos tenían muy claro su estilo, que era rock, Stones, y nada más. Yo incluso lo menosprecié un poco, porque pensaba que aquello era muy fácil. Al final he acabado tocando rock, que es en el fondo lo que se me ha dado bien y me ha gustado. Hace 20 años tocábamos muchísimo. Era un rollo súper amateur… como ahora, realmente. Sin tener un disco grabado, hacíamos a lo mejor 50 conciertos al año. Era muchísimo.

Una reliquia: concierto de Los Burton, primera banda de Zanón (a la izquierda) en Tarragona

Fue un poco el trampolín.

Luego lo empecé a combinar con otros grupos. Aprendí un poco, aunque tampoco es que haya progresado demasiado… No fue nada significativo. Sí me dediqué algo más profesionalmente con una banda de versiones, que va y viene, aunque aquello quedó aparcado… porque la gente ya va teniendo una edad. En la última época estuvimos en el Zeppelin, en Salou. Se llamaban Malditos Roedores, una banda de covers: rock de los 70, Led Zeppelin, Jimi Hendrix… Esos dos grupos me han influido a la hora de empezar a componer. Paralelamente, siempre he sido muy fan de Frank Zappa.

Y de ahí, en el año 2000, llega otro proyecto singular, alrededor de ese nombre que te ha acompañado en tu historia vital.

Sí, era Juan Zarppa, que era como un personaje, una especie de nombre mítico, siempre en plan humor, en un show que se llamóla Juan Zarppa’s Experience. Era algo a medio camino entre una banda de rock y un grupo de teatro, de chalados. Era a principios de la década pasada. Hicimos un par de discos. Quizás fue la primera vez que salimos de Catalunya. Nos pinchaban en Radio 3… y empezamos a plantearnos que podíamos hacer más cosas. Empezaban a ser proyectos con más difusión, más allá de lo local. También aquello puso la semilla para que yo me dedicara a la producción. Había gente muy buena, con mucho nivel, buenos músicos y buenos escritores. Era todo humor.

¿Cómo eran aquellos conciertos?

Eran una locura. Sobre el escenario éramos nueve personas, había cuatro o cinco cantantes. Era todo muy complejo y ahora pienso en cómo nos atrevíamos a hacer aquello. Había una parte de electrónica… Hay un directo editado en la Sala El Cau y creo que está bastante bien. En mi vida he grabado muchos directos y creo que ése es el único presentable. Parecíamos una banda de variedades. En el fondo, era un concepto muy Frank Zappa, salvando las distancias, por supuesto, uniendo humor y música. Era un espectáculo divertido pero muy bien tocado. Lo que me pasa últimamente es que veo a grupos que intentan hacer espectáculos divertidos pero que tocan fatal. Eso me ha molestado mucho: ese humor por la cara. La referencia eran los shows de Zappa. Incluso hay una temática y la desarrollan. Ese grupo funcionaba así. Era una ida de pelota total pero hubo feedback, tuvimos cierta repercusión.

¿Cuál era tu rol en ese combo?

Tocaba la guitarra y era el que ligaba todas las partes: la literaria, la teatral y la musical. A mí me tocó lo de Juan Zarppa pero yo no me lo pedí. Yo era un poco el jefe, el que enredaba a todos. Trabajaba con gente que escribía y a la vez con los músicos.

(Precisamente me llega estos días desde Manolo Rivera vía V dos obras hermanas de ese universo: el disco ‘Tortura popular’, de la Juan Zarppa’s Experience, y el libro ‘El sueño teje el mundo’, del poeta, filólogo, divulgador y periodista Agustín Gutiérrez, componente de aquella banda a la que tanto nutrió de contenido y filosofía).

Disparatado show de The Juan Zarppa’s Experience, entre el rock, la poesía y el teatro

¿Tuviste un momento de revelación adolescente, un detonante para acabar decidiendo que te querías dedicar a esto?

No mucho. En mi casa se ha escuchado mucha música. Debe ser por eso. En la música se nos tiene que iniciar y eso es lo que más se pierde ahora. Si no llega a ser por un tío mío que tocaba la guitarra y tenía cientos de vinilos… Mi madre también ha escuchado mucho rock’n’roll. Ése es el punto de iniciación. Con 15 años vi a Frank Zappa y me quedé conmocionado. Flipé. Me puse en la valla, en primera fila… Creo que no sabía ni tocar la guitarra. En mi casa, de hecho, el músico era mi hermano, pero siempre había instrumentos por ahí. Empecé a tocar desde ahí, pero también escuchaba a Loquillo o a Barricada…  En mi barrio, en Torreforta, ¡en mi calle!, había mogollón de gente que tocaba. Salva, que ha grabado en mi disco, era mi vecino. Y todos sus hermanos son músicos. Pepe, el bajista, vivía en la calle de al lado. El guitarrista que vendrá a tocar en las presentaciones vivía en la calle Ebro. Es gente que tenía un nivel de la ostia, aunque luego a lo mejor no se hayan dedicado profesionalmente. En la época en que yo empecé a tocar, con 17 años, me iba al Graller, el bar que había detrás de mi casa y allí estaban Números Rojos, un grupo que estaba haciendo giras por España. Había muchísimo nive

Hay como un sello de ese rock de la periferia. La música en los barrios de Tarragona ha sido siempre muy importante.

En esa época, a nivel profesional no había ningún grupo más en Tarragona que Números Rojos, con esa repercusión social, esa influencia en bandas de hoy en día. La referencia musical de cada día era ese tipo de gente. Me dedico a esto porque en esa zona se concentró gente que tocaba. Además, en mi casa había mucha música. Los amigos de mi quinta tocaban y yo me cogí la guitarra. Tenía 16 años y era bastante tarde. He estudiado muy poco pero he tocado con muchísima gente. He aprendido escuchando discos y tocando en locales de ensayo.

¿Por qué te gusta tanto Frank Zappa?

No lo sé. Quizás porque ofrece muchísimos niveles de entendimiento. Le puede gustar tanto a alguien que no entienda nada de música como a otro que escuche clásica cada día. Ofrece lecturas de todo tipo. Te puede enganchar por el humor de sus letras, con unos shows en directo que son casi representaciones teatrales. Te puede enganchar por cómo tocan sus músicos, que son de máximo nivel, que han girado con Sting o con Miles Davis, gente de un nivel espacial. Y, luego, está ese concepto general de los discos, la obra inmensa. Ha producido constantemente. Y, como último escalón, la autoproducción más salvaje. Tenía su propio estudio y era capaz de hacer cinco discos al año. A mí ese concepto vital me flipaba, eso de poder grabar cualquier cosa al momento… Murió hace ya más de diez años y siguen saliendo discos. Fue el músico total. Lo dominó todo. Además, como rollo romántico, fue alguien anti-industria, que vivió al margen, sin venderse. Hacía un disco parala CBS y a los seis meses sacaba otro y se autocompetía. Es el ejemplo de artista global y libre. Hay muchos talentos brutales en la música pero Zappa era otra cosa, era el genio. ¡Pero no significa que solo haya escuchado a Zappa! Lo que pasa es que, si entras, el nivel de absorción puede ser muy peligroso. He tenido etapas de solo escuchar eso y de conocer a gente a la que le ha pasado lo mismo. Para mí es un homenaje, con mucho respeto. No me atrevería nunca en mi vida a decir en una entrevista que mi rollo es Frank Zappa, ni siquiera cuando lo que tocaba hace unos años se parecía algo más a lo que él hacía.

¿Eres fetichista de las guitarras?

No mucho, aunque me gustan. Personalmente no soy nada cuidadoso y eso es un punto importante para considerarme antifetichista. Hay gente que le da mucho valor al instrumento. Yo no se lo doy tanto. Tengo cinco o seis guitarras y no con el afán de coleccionar. Es la herramienta con la que trabajo. La que más he tocado ha sido una Stratocaster que tengo desde hace 15 años. Luego llevo otra más nueva, de reserva. No me frustra no tener cierta guitarra, aunque voy mirando los catálogos. Tampoco soy coleccionista de discos. Si fuera un tío organizado… No guardo fotos de giras, ni revistas con críticas de mis álbumes… Nada. Soy muy desastre y me sabe mal, soy el antifetichista.

Miguel, con su guitarra, en el estudio, su hábitat natural

Por tu labor de productor, ¿te fijas también no en las canciones sino en el sonido de ciertos discos? ¿Eres algo obsesivo con ese tipo de búsquedas?

Creo que he ido bastante a mi rollo, quizás debido a que he sido autodidacta en todo. Eso mola decirlo pero en realidad es una putada porque hay veces en que estaría bien tener un poco de base científica. En los procesos de grabación ha sido todo ensayo-prueba. He escuchado infinidad de discos y ahora, cuando he empezado a tener un poco de nivel, ya me atrevo a comparar con trabajos que me gustan. He tocado mogollón de versiones y no te creas que me miraba mucho los temas… He ido por libre, por intuición.

Con poco método.

Muy poco, tanto para el sonido como para la técnica guitarrística. Sí creo que le he echado muchas horas. Admiro a la gente que tiene método. No tener método no es bueno pero tener mucho método es también muy jodido. Te acostumbras a hacer las cosas de una misma manera. Las siete últimas baterías que he grabado en mi estudio me han salido diferentes. En algunas he acertado, en otras la he cagado y me he tenido que buscar la vida para solucionarlo. Navego ahí.

El rock debe ser un poco eso: huir en cierta medida de lo cuadriculado.

Yo lo entiendo así. Si quieres componer como Stravisnky tienes que estudiar como un cabrón, pero si quieres tocar como Eric Clapton pues igual no. Zappa no tuvo una formación clásica de inicio, aunque acabó dirigiendo orquestas filarmónicas. La música rock, en parte, es emocional y un tío metódico pierde muchas cosas. En el 99% de las grabaciones hay un nivel de edición brutal. Se edita todo. Tienes que hacer un disco con muy buenas canciones para que no sea una puta basura. Cualquier tipo que controle el Protools es capaz de hacer un disco perfecto. Antes, cuando empecé a grabar, le daban al Rec y o tocabas bien o no había otra… Y ahí quedó constancia de muchas mierdas que he grabado (risas), porque aquello no había manera de arreglarlo. Intento trabajar como hace 20 años: canciones de una toma, intentando editar lo mínimo posible… Ese es mi único método, que requiere tener que trabajar con músicos buenos.

Decía Ariel Rot que llegó a sentirse un alumno demasiado aplicado para el rock y que, para cambiar, en los últimos discos buscaba la perfección de la imperfección. 

Es básico. Todo lo que se produce ahora suena asquerosamente perfecto. Escuchas los discos de los Stones y encuentras cien mil cagadas pero suena mítico. Parece puta basura pero son temas que aplastan. Si lees la leyenda de en qué estado grababan eso… Hay millones de imperfecciones porque la música, en sí, es imperfecta. La gracia es buscar la perfección siendo imperfectos. Los Stones en los 70 grababan los discos tocando todos a la vez en una sala, un cacao… y hoy en día no sé si sabrán grabar de otra manera. Luego llegaron los samplers, las cajas de ritmo y después la tecnología digital. Ahí se acaban ya los discos de rock. Por eso se habla tanto de la música de los 70. Esos discos suenan a basura. Cualquier mierda que grabe en mi estudio suena mejor. Pero hablamos de interpretación, no de calidad de sonido.

¿Vale la pena quejarse de lo mal que está todo?

No me quejo. No creo que estén mal las cosas. La vida está fatal pero aquí en todo momento estamos hablando de música underground, subterránea, que va por bares, y desde hace 20 años. Ha habido épocas en las que ha sido peor. Con la situación que se está dando, por negligencias, nos es favorable. Los ayuntamientos han quemado la pasta, no pueden pagar caché a nadie. Ahora realmente se verá quién convoca poniendo una taquilla de 20 euros y quién no. No me vale que en un macroconcierto de alguien que esté de moda llene la Plaça de la Font y sea gratis. Hay muchos grupos que han vivido en un mundo ficticio, que ganaban más dinero del que generaban. Ahora se hará justicia. Siempre he entendido la música como una iniciativa totalmente privada de oferta y demanda. Una cosa es hacer políticas para favorecer que haya salas y otra es dar dinero a grupos, o concursos… todo eso siempre me ha parecido una aberración. El ayuntamiento no está para opinar sobre música, y si es rock’n’roll menos. Ni ayuntamientos, ni diputaciones, ni ninguna administración.

Frank Zappa, siempre un referente

¿Cómo ves la situación?

Hemos llegado a un momento en el que no hay un duro. Donde primero se recorta es en cultura. Eso es evidente y básico. Lo primero que han hecho ha sido quitar el Dixie en Tarragona. Me parece cojonudo. Era un festival totalmente sobrevalorado. Traes una banda de Estados Unidos. Te cuesta 5.000 euros y la banda toca para un público de 100 personas. Pues estás quemando 4.500 euros.

La ley de oferta y demanda.

Claro, tío, como en todos los negocios del mundo. ¿Por qué tienen que subvencionar un festival de dixie? ¿O uno de blues? ¡Y a mí me encanta el blues! Me gustaría que vinieran músicos geniales de blues. Y que conste que todo esto es lo de menos, que es un daño colateral, porque esta gente no es habitual de las subvenciones, pero a mí me indignaba. Me enfurecía ver una programación de fiesta mayor en cualquier pueblo de Huesca y ver qué tocaban Los Inhumanos. ¿Pero esta mierda qué es? Y si hablamos de Catalunya… igual mañana no saldría a la calle porque me matarían. He andado en pueblos de Lleida y veías a un grupo tocando con un caché muy importante en un pueblo y al día siguiente cobraba lo mismo en el pueblo de enfrente. Dos conciertos gratis. Vamos a ver. Si tú pones 3 euros de entrada, cubres el concierto. Vivíamos en un mundo ficticio. Lo que viene ahora quizás no me favorece pero me parece de puta madre. Si quiero ganar algo de dinero, tengo que poner una taquilla, pegarme un currazo… En el 90% de los conciertos no gano dinero. En el 50% de los casos pierdo dinero, en el 10% a veces gano y en el resto ahí ahí… ¿Por qué voy? Porque tengo que ir, presento mi disco, conozco gente… si no voy a esos sitios a lo mejor no hubiera hecho según que discos. Mis conciertos son una inversión, pero no para ganar dinero. Yo voy con una guitarra y un montaje mínimo. A lo mejor pongo una entrada de 3 euros y me puedo ganar la vida. Amaral tiene que poner una entrada de 28 euros para pagar todo ese montaje que mueve. Igual estos grupos están sobredimensionados. Te digo Amaral, El Canto del Loco… cualquiera. Es evidente que U2 no. Pone la entrada a 80 euros y llena el campo de fútbol. Eso es el negocio. Lo otro no.

El circuito de salas en el que siempre te has movido sigue estando ahí.

Está igual que toda la vida. Es más: para esta gira he llegado a salas en las que antes no tocaba porque tenían la programación muy llena, en sitios en los que me apetecía actuar y he encontrado un hueco. No gano un duro pero estoy ahí, tocando ante un público que valora eso. ¿Que hay muy poca gente? Mala suerte. De aquí a cuatro años, cuando no haya una puñetera fiesta por la cara, si la gente tiene necesidad de música la va a tener que buscar. Espero que haya muchos que descubran lo que es la música y que lo valore.

En concreto, la crisis de la industria del disco nunca te ha afectado.

Nunca. Yo no he vendido un disco en mi puta vida, ni creo que lo venda. Le ha afectado al que vendía discos o a las discográficas, que tenían una parte pública y de repente se la quitan y no pueden mantener ese nivel de promo para vender 20.000 discos. Para vender eso tienen que gastarse 100.000 euros y puede ser que la mitad estén subvencionados porque eres una empresa cultural. Es una manera de blanquear dinero. Si para vender 20.000 discos tienes que gastarte 100.000 euros, pues dices: ‘No me los gasto y no vendo ninguno y me jodo’. Ahora mismo se tiene que dimensionar la industria en parámetros reales de demanda y no de subvención o algo parecido a eso. Hay que reajustar. Por eso todo lo que está pasando me parece de puta madre. Que se vaya todo a la mierda me parece cojonudo. Los que se lamentan me parecen unos gilipollas que no tienen ni idea de cómo va la música. Igual que todos los que se quejan de su ciudad, de que no hay nada… creo que no tienen ni puta idea. ¡Eso sí me indigna! ¿Cómo puedes decir que en tu ciudad no hay salas para tocar? ¡No tienes ni idea! ¡Tú no has salido de tu casa! Soy optimista, aunque no lo sea por la situación general: mi padre es jubilado, mi mujer es maestra y cada vez le recortan más el sueldo… Pero dentro de que se vaya todo a la mierda… pues está bien que, por lo menos, cada uno se ponga en su sitio. Igual es un consuelo de tontos.

Habrá que buscar un modelo que pase por pagar cantidades razonables por la música en Internet.

Es eso. Pongo mi disco en Spotify, Itunes y en Bandcamp, que es la mejor web que hay. A través de una cuenta Paypal, el que quiera el disco lo compra y por cinco euros lo tiene en una descarga. El que no quiera comprar, que lo escuche, que también me parece genial.

Ni todo gratis ni discos a 20 euros.

Con el todo gratis en internet pasa lo mismo que con lo que he dicho de los conciertos. La gente ve a Bebe en la Plaça de la Font y se cree que es gratis. Pues estamos pagando la entrada todos, y la estoy pagando yo, que a mí me da asco. ¿Por qué tengo que pagar la entrada de esta mierda? Llega un momento en el que no respeto. Si veo que Bebe llenala Sala Caracol, pues digo ‘con dos cojones’, y la felicito. Me parecía indignante que la tía tocara en fiestas mayores, porque no era real. El todo gratis es una mentira muy autóctona que nos han vendido en España. No pasa en otros países, o no sucede tanto, al menos. En Inglaterra hay una cultura de la música… Aquí en España las condiciones sociales e incluso climáticas llevan a este rollo: verano, las fiestas, la calle, el turismo… se tiene un concepto de fiesta en la calle con calimocho. No está esa idea cultural de sala de teatro o de conciertos, de sentarse a ver un espectáculo, de ser exigente y, si suena mal, de ir al tío al que acabo de pagarle 15 euros y decirle que su equipo suena como una basura. He estado en salas infames y a la gente se la traía floja. No tenemos ningún criterio ni nivel de exigencia. Por eso creo que a partir de ahora lo va a haber. El todo gratis es otra mentira gigante.

Y los músicos que se quejan de internet es que no han entendido nada.

No entiendo quién se pueda quejar de eso, a lo mejor los que mediáticamente tienen cierta voz… Eso es el 0,0000001% del colectivo musical. Ese tío no representa absolutamente nada. Vas por Madrid una noche. ¿Tú sabes la de músicos que hay tocando de puta madre en salas? Ese tío no representa a esa gente, representa a su chalet y a su piano en Miami, pero entiendo que la gente lo escuche. Pero él no tiene nada que hacer ahí, porque los medios van como van. Está bien que los discos ahora sean más baratos… pero es imposible parar que la gente los escuche. Es inevitable. De hecho, yo lo primero que hago es colgar mi disco en una web para que la gente lo escuche. El que lo quiera tener de recuerdo viene a un concierto mío. El que lo quiera tener en su Ipod, paga cinco pavos. El negocio es sencillísimo. ¡Y el que quiera tener una foto mía, se la pide a mi madre! (risas).

Miguel Zanón ya está de gira, enfundado en el traje de Juan Zarppa

Tres guitarristas imprescindibles.

Eric Clapton, Jimmy Page y… no te diré Frank Zappa porque él es más que un guitarrista… y Jeff Beck.

Tres solos de guitarra.

Joder, qué difícil. Supongo que solos de músicos de blues… Soy poco detallista en ese aspecto. Por ejemplo, me flipa cualquier solo de Clapton o un riff de guitarra de Pete Thowsend, aunque no sea un solo.

¿Te llegan a cansar los solos y esa cosa ególatra que tienen?

No, no. No soy un músico que escuche guitarristas puros, aunque sí los he escuchado. Me encanta Eric Johnson o discos de Steve Vai y guitarristas tanto de blues, como de progresivo… Pero elegir solos que me hayan marcado es difícil. Te podría decir tres solos de Zappa de la última época que me encanta. Hay un disco solo de solos de Zappa que me flipa, aunque yo nunca he intentado tocar como él. Podría elegir muchos riffs de guitarra de Led Zeppelin, o igual puede ser una horterada, pero el solo de ‘Stairway to heaven’ es flipante. De los Cream, el solo del ‘Spencer of my love’, ese tipo de sonido… Me gusta mucho un guitarrista que va con Clapton y hace discos en solitario, Doyle Bramhall II. Tiene un álbum que se llama ‘Welcome’, que es un discazo que continúa con la tradición del blues. Hay un solo de una canción que se llama ‘Problem Child’ y es cojonudo, igual que cualquiera de Angus Young en el ‘Black in black’, en el tema ‘Rock ‘N’Roll Ain’t Noise Pollution’. Es brutal.

Para acabar, recomiéndanos tres canciones.

‘Dirty Love’, de Frank Zappa. Es el resumen, la síntesis de los años 70, es el momento en el que empieza a hacer solos de guitarra con wah-wah, con esa distorsión. Pasa de ser un compositor a llevar a cabo un ejercicio de guitarrista. Es un disco cojonudo de canciones y de sonido. ‘Bold as love’, de Hendrix… que hasta ahora no he dicho nada de él y podría nombrar cualquier solo suyo. Esta canción es un temazo. Y, para acabar, un tema de la primera época de The Who… (piensa), bueno, mejor algo de los Kinks, ‘Victoria’. Fue un grupo un poco maltratado, que no tuvo tanta suerte como los Who a nivel mediático y tienen unos discazos brutales. ‘Victoria’ es un tema de putísima madre.

raúl