Es un sello de esta casa hacer balances de la clase media. Y no, no nos referimos a estudios rigurosos de esa rancia entelequia sociodemográfica. Lo nuestro es ese heterogéneo grupo de obras que puede que no pasen a la historia de su medio, pero que conforman, para bien o para mal, el grueso de la producción de las industrias culturales. Analizar a estas representantes no electas de la medianía ofrece una clara ventaja analítica: la posibilidad de acercase al zeitgeist de su época de manera mucho más aproximada que lo que se puede sacar de las a menudo nada representativas obras maestras.

En el caso de la animación japonesa, uno de los centros más prolíficos del audiovisual comercial de las últimas décadas, la cantidad y variedad de títulos reguleros/pachín-pachán es desconcertante. Tanto que, entre la apabullante muestra, encontramos series que lejos de resultar una propuesta descafeinada o neutra, como buena parte de sus homólogos lo puto normal occidentales, son pequeñas joyitas. Es el caso de Martian Successor Nadesico (T. Satō, Xebec, TV Tokyo, 1996-1997).

En mi opinión, Nadesico es representativa de esos locos 90 en los que la rigidez de los comités de producción no se había impuesto en el anime con el totalitarismo de hoy día. Esto permitía, entre otras muchas cosas, que obras como Nadesico pudieran abrazar el lado más juguetón de la industria, ese en contacto con la tremenda energía de las producciones amateur inspiradas por los títulos más comerciales populares: los dōjinshi.

Bebiendo a morro sin rubor de Space Battleship Yamato y Mobile Suit Gundam, las space operas que configuraron el género mecha y el estilo de vida otaku tal y como los conocemos hoy, Nadesico acaba siendo una actualización de ese retrato del otaku medio que supuso la imprescindible Otaku no Video (T. Mori, Gainax, 1991). El punto de enlace entre el género estrella del anime y su parodia queda encarnado en un personaje: Jiro Yamada, un joven piloto que sufre delirios de grandeza como consecuencia de una sobredosis de mecha setentero, un anime que sólo existe en la diégesis (Gekiganger III).

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El camarote del piloto otaku Yamada (izq.) en el Nadesico está empapelado de merchandising del anime ficticio Gekiganger III.

Con este punto de partida, Nadesico explora situaciones que, resultan ser un comentario irónico sobre el fandom sobreexcitado. El punto culmen es cuando se llega a fantasear con la idea de cómo sería una civilización cuya religión fuera, precisamente un anime de éxito. En ella, todos los jóvenes varones están entregados a la causa militar en defensa de la “Justicia”, se saludan con las coletillas y poses del héroe de Gekiganger III y son, inevitablemente, torpes en el trato con cualquier mujer. Una disotakia, vaya.

A esta primera capa paródica cabe añadírsele una muy aplaudible actitud autoconsciente como serie de televisión, que acaba cristalizando en una vuelta de tuerca al clásico episodio recap justo a mitad de la emisión. En este caso, el protagonismo recae en los personajes de Gekiganger III, bajo cuyo punto de vista asistimos a este resumen obligatorio de todo anime de 26 o más episodios. Hacer del recap uno de los capítulos más memorables habla mucho de la originalidad y el cuidado con los que se enfrentó desde la producción este inevitable trance formal en la gramática televisiva del anime.

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Gekiganger III comenta Nadesico: metaficción FTW.

Nadesico contó con un muy digno corolario, Prince of Darkness (T. Satō, Production I.G. & Xebec, 1998), una película de muy recomendable visionado, especialmente por ser conocida en el Cono Sur como Astronave de Respuesta Rápida Nadesico: El Príncipe de la Oscuridad.

Resulta irónico que, tras su conclusión en la primavera de 1997, un anime representativo de la clase media como Nadesico dejara paso en su franja de emisión en TV Tokyo a uno de los exponentes de la hornada de anime que cambiaría en unos años la industria para siempre. Ni más ni menos que Pokémon tomó el testigo de Nadesico en las tardes de los martes el primero de abril de ese año 97. El resto, como suele decirse, es historia de la televisión.

Bonus: Mientras esperamos un (muy necesario) anime de Masaaki Yuasa basado en la Ruta del Bakalao, en Nadesico encontramos uno de los pocos nexos entre el Factor Valencia y la animación japonesa: una mención a las paellas https://twitter.com/Anlololo/status/587896202118717440. Seguiremos atentos a esta prometedora tendencia.

@Anlololo