Unas décadas atrás tildábamos de locos y conspiranoicos a aquellos que afirmaban tajantemente que «las grandes multinacionales controlan el mundo». Hoy, sin embargo, es una apreciación que en líneas generales no nos parece disparatada, y me atrevo a decir que es aceptada por una amplia mayoría social. Los gobiernos tienen el poder ejecutivo, sí, pero sólo hay que estar mínimamente interesado en la actualidad para certificar que los mercados y las grandes empresas son protagonistas principales de este vodevil al que llamamos existencia. No hace tanto prácticamente nadie cuestionaba este sistema; ahora que sabemos de qué va la película, han surgido las dudas. Ser antisistema ya no es contracultural, no es cuestión de rastas ni ermitaños ni cánticos con la mano alzada, no es ni siquiera un determinado estatus social. Hoy en día ser antisistema es ser crítico con un contexto y unas consecuencias que no benefician a la mayoría de la sociedad, y ésa es una postura en la que casi todo el mundo puede sentirse cómodo. Como dijo el periodista, activista y expolítico Antonio Baños en una mítica frase, «tus padres son antisistema pero no lo saben».

Deben existir muchos antisistema que no son conscientes de serlo. Un buen método para descubrirlo es hincarle el diente a estas ocho obras culturales (cuatro libros, dos series, una película y un documental) que dejan al descubierto las vergüenzas de nuestra época. Aviso para navegantes: después de ello, ya nada será lo mismo.

.

 

‘La corporación’ (Joel Bakan, 2006)

corporation

¿Qué carajo ha pasado para que las corporaciones se hayan convertido en los entes más poderosos de nuestro tiempo cuando hace apenas un siglo eran organismos mansos regulados por los gobiernos? Ésta es la pregunta que Joel Bakan trata de responder en el libro (y posterior documental) ‘La corporación’, que analiza la transformación del capitalismo controlado de antaño al capitalismo caníbal contemporáneo, un sistema hambriento y sin empatía por lo que existe a su alrededor. Durante el repaso, Bakan aún tiene tiempo de desmontar el concepto de responsabilidad social corporativa (¿por qué deben preocuparse las empresas por la comunidad cuando han sido creadas con el único fin de generar riqueza?), así como de señalar las increíbles similitudes que existen entre las corporaciones y los psicópatas (indiferencia por los sentimientos de los demás, incapacidad de sentirse culpables, ineptitud para cumplir las leyes…). Por todo esto y más, ‘La corporación’ debería ser para los antisistema lo que la Biblia es a los cristianos: un documento de cabecera sobre el que sustentar una filosofía y un estilo de vida.

.

‘Los nuevos amos de la tierra’ (Stefano Liberti, 2011)

Nuevos amos de la tierra cub.indd

Planteado como una crónica en primera persona, en ‘Los nuevos amos de la tierra’ seguimos las peripecias por el mundo del periodista Stefano Liberti, que viaja a Etiopía, Arabia Saudí o la selva amazónica para comprender qué hay detrás del land grabbing. Tras este anglicismo, que podemos traducir como acaparamiento de tierras, se esconde un fenómeno global que ha propiciado que millones de hectáreas de propiedad pública del Tercer Mundo hayan pasado a manos privadas (del Primer Mundo, claro). Liberti se reúne con los gobiernos que venden las tierras, con los propietarios de las multinacionales que las compran, y también con aquellos que vivían de ellas y ahora se encuentran, en su mayoría, explotados por sus jefes extranjeros. ‘Los nuevos amos de la tierra’ es un nuevo argumento para aquellos que predican que en un futuro lejano -¿o quizás no tanto?- el planeta estará dominado por los que controlen la industria agroalimentaria. Sin hacer tantas cábalas ni imaginar futuros escenarios, lo realmente triste es que el land grabbing está ocurriendo delante de nuestras narices y no nos hemos enterado, y que todo esto constata que para que la mitad del mundo pueda disfrutar de la gastronomía, la otra mitad debe morir de hambre.

.

‘Sonríe o muere’ (Barbara Ehrenreich, 2012)

sonrieomuere

A Barbarah Ehrenreich le diagnosticaron cáncer de pecho y de repente se vio sumergida en un universo de ositos de peluche rosas, dibujos cuyas caras siempre reflejaban una sonrisa, y personas que no se centraban en atender su preocupación y dolor sino en hacerle comprender la vertiente positiva de su enfermedad, hasta el punto de aconsejarle que debía entender su cáncer como «un regalo» ya que «puede ser una experiencia maravillosa». Soy hombre de letras y he leído a Poe, Lovecraft y Matheson, pero jamás he sentido tanto terror como en el primer capítulo de ‘Sonríe o muere’, en el que Ehrenreich analiza la dictadura del pensamiento positivo, que lleva a personas que han superado el cáncer a acusar a otras de no curarse por no tener una actitud alegre y positiva respecto a su enfermedad. Esta corriente radical del positivismo, que cada día está más presente a través de frases pseudofilosóficas y coelhianas en las redes sociales, puede funcionar también como un mecanismo de control: las personas que se quejan o tienen una visión crítica del mundo destruyen la felicidad y la paz de la sociedad con su energía negativa. En definitiva, sonríe o muere, o lo que es lo mismo, sonríe o serás un inadaptado, y debe ser por eso que el totalitarismo positivista hace brotar en mi cabeza los primeros versos del famoso poema de Wheeler Wilcox: «Ríe y el mundo reirá contigo; llora y llorarás solo».

.

‘Esto lo cambia todo’ (Naomi Klein, 2015)

noamiklein

«No se han hecho las cosas necesarias para reducir las emisiones y luchar contra el cambio climático porque son medidas que están en conflicto con los fundamentos del capitalismo desregulado, la ideología reinante, desde que comenzamos a luchar para encontrar una salida a esta crisis”. Naomi Klein no tiene pelos en la lengua y en su último libro defiende una tesis muy sencilla: o abandonamos este capitalismo voraz, o el planeta se va a la mierda. Y si bien parece una sentencia radical, casi un grito desesperado por llamar la atención, una vez sumergidos en su lectura es casi imposible no ir asintiendo con la cabeza mientras la canadiense va desbrozando los entresijos de un sistema económico para el que el cambio climático sigue estando muy lejos de sus prioridades. Desde mi casa puedo contemplar a diario cómo las fábricas contaminan de lo lindo y sin disimulo mientras por otro lado tiran de chequera, sin reparo, repartiendo subvenciones a casi cualquiera que pase por allí y levante la mano. Esta situación, con la que he convivido toda mi vida, me lleva a pensar que aunque Klein defienda que aún hay esperanza («tenemos la oportunidad de salir de ese camino, pero para hacerlo, tenemos que cambiar casi todo, o algunas cosas realmente fundamentales») en realidad la humanidad ya está más que sentenciada…

.

‘Margin Call’ (J.C. Chandor, 2011)

margincall

La avaricia es uno de los pilares más sólidos y asentados de la civilización moderna, y ahí están los refugiados sirios (por poner un ejemplo de máxima actualidad) para refrendarlo. Ojo, que estoy rodeado de personas maravillosas y conozco a multitud de seres cuya generosidad es digna de ser aplaudida, pero aquí el debate debe elevarse a las más altas esferas. Cómo no vamos a estar influenciados por la codicia cuando vivimos regidos por un sistema que propugna que cada día hay que conseguir más beneficios que en el anterior, y que los que más ganan son los reyes del mambo, los ejemplos a seguir, la envidia de todos, los putos amos. Esta filosofía queda perfectamente retratada en la película ‘Margin Call’, cuyos personajes hablan, piensan y actúan en función de un único baremo: su salario anual, y si éste es superior o inferior al de su interlocutor. ‘Margin Call’ es el enésimo retrato (todos ellos necesarios) que nos explica la crisis económica de la última década, a quién perjudicó y benefició, y las causas que la provocaron, siendo la codicia una de las principales. Y es que la avaricia rompe el saco, y si además tiene el día tonto, puede llevarse la economía de todo un país por delante.

.

‘Gasland’ (Josh Fox, 2010)

Gasland-poster

Si es verdad que una imagen vale más que mil palabras sobran estas líneas, y el paso más lógico es acudir ipso facto a buscar la escena de ‘Gasland’ en la que un pobre campesino americano acerca la llama de un mechero al agua que corre por el grifo y ésta de repente arde en llamas (la podéis ver aquí). Una imagen-símbolo tan impactante como este modesto documental en el que se explican los efectos que el fracking (técnica para extraer gas y petróleo del subsuelo) está teniendo sobre algunas comunidades americanas, así como para el medio natural. ‘Gasland’ es una nueva muestra de cómo el mundo está dominado por la avaricia, y cómo las grandes empresas energéticas están explotando los límites del planeta a sabiendas de que lo están triturando. Los recursos naturales se acabarán, y sólo en ese momento, con los accionistas y directivos convencidos del final de una era, las corporaciones petrolíferas dejarán a la Tierra descansar en paz. Cuando llegue ese momento, y lo siento por el spoiler, será demasiado tarde.

.

‘The Wire’ (David Simon, 2002-2008)thewire

Drogas, policía, sistema judicial, política, educación y medios de comunicación. No son ítems al azar. Es un círculo tan vicioso como cerrado, un bucle infinito y perfecto sobre el que se sustenta el sistema. Todos están comunicados de una manera u otra, todos beben de todos y su interrelación determina el conjunto. No hay drogas en la calle si no hay policías corruptos, no hay corrupción en el cuerpo si no hay un político que lo permite, no hay control sobre las administraciones si los medios de comunicación no actúan con libertad, y nada de esto pasaría si la educación fuese la columna vertebral sobre la que se apoya la sociedad. El mundo está podrido, y eso viene determinado por la precisa conjunción de todos estos factores. El mundo está podrido, y nadie ha sabido explicar el porqué tan bien como ‘The Wire’.

.

‘Mr. Robot’ (Niels Arden Oplev, 2015- ¿?)

mrrobot

El gran valor de ‘Mr. Robot’ no es tanto su mensaje sino el hecho de mostrar las graves carencias de nuestro sistema desde una perspectiva mainstream. El anticapitalismo ya forma parte de la cultura de masas y eso no podría ser más contradictorio, pero ‘Mr. Robot’ es lo suficientemente inteligente como para justificarlo desde el primer capítulo, dibujando una sociedad deprimida y estúpida con un futuro incierto. «El mundo en sí mismo es un chiste», nos confiesa Elliot cuando apenas lo conocemos. Eso no significa que la contradicción no esté presente, como lo demuestra que la sociedad que tanto critica la serie haya sido la que la ha convertido en uno de los éxitos televisivos de la temporada. Es obvio que ‘Mr. Robot’, como sus nada disimulados referentes ‘El club de la lucha’ o ‘V de Vendetta’, no ha sido creada para agitar conciencias e iniciar una revolución social, sino como un producto de entretenimiento más. Pero si esta sátira sirve para generar algunas dudas por el camino, bienvenida sea. Aceptémoslo: el anticapitalismo ya se ha vuelto comercial o, peor aún, quizás siempre lo fue.