Escojan un día cualquiera a la hora que más les plazca y entren en un medio de comunicación al azar. No tardarán demasiado en visualizar la palabra ‘viral’ en algún titular o en toparse con alguna noticia relacionada con el último fenómeno en Internet. Y es que lo viral está de moda, ha pasado a formar parte de nuestro día a día casi sin darnos cuenta y su peso en los medios de comunicación crece a diario. ¿El resultado? Es otro elemento más que contribuye a la constante degradación del periodismo. Éstos son los principales motivos de la nueva crisis de la prensa. Me da en la nariz que no será la última…

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La portada de la edición digital de La Vanguardia de un día cualquiera

1) La noticia es lo de menos: De la misma manera que sucede en los titulares de baloncesto del diario Marca, las noticias que hacen referencia a los fenómenos virales están basadas en la anécdota y lo banal. No hablamos de grandes gestas, ni de personajes que hayan hecho algo notorio como para ser reconocidos. En la era de la viralidad, cualquier patán puede ser protagonista. La teoría de los 15 minutos de fama para todo el mundo ya es una realidad, con todo lo que ello conlleva. En esta nueva tipología de la información, la noticia no es lo que sucede (es decir, la regla de las 6 w: qué sucede, cuándo, dónde, quién, cómo y por qué), sino el hecho de que algo se ha convertido en viral. Que ya ves tú.

Ejemplo paradigmático: Por decir uno, el del vídeo de las tres australianas cantando ‘Bohemian Rhapdosy’ en el coche, que llegó a los 10 millones de visitas en Youtube. Las tres señoritas coparon portadas a lo Varoufakis. Pero analicemos fríamente la noticia: se trata de tres tías cantando una canción en un automóvil. Quizás el revuelo generado ha sido un pelín exagerado…

2) Contrastar la información… ¿para qué?: Si existe una base sobre la que se fundamenta el periodismo, ésa es contrastar la información. Es el primer mandamiento del periodista, el concepto más repetido en el código deontólogico, la viga maestra sobre la que se estructura todo. Es, en definitiva, una práctica que debería funcionar como un axioma para todos los que se dedican al mundo de la comunicación, hayan pasado o no por la universidad. Pues bien, por motivos que se desconocen, parece ser que en las noticias relacionadas con fenómenos virales lo de contrastar no es tan importante. Entre publicar la noticia de manera ultrarrápida (¡ser el primero cuenta!) y contrastar la información, la mayoría de medios se decantan por la primera práctica. Las excusas son fáciles: la importancia de la rapidez en la era digital, la dificultad de dar con la fuente original una vez que la noticia se ha viralizado, la supuesta credibilidad que deben tener todas las agencias de noticias (aunque sea la primera vez que las escuchamos en nuestra vida), etc.  Todas ellas serían aceptables si no fueran contra el mantra más sagrado de la profesión.

Ejemplo paradigmático: El caso de Uma Thurman. Todos lo recordarán porque fue muy sonado: la mayoría de medios dieron por hecho que la actriz se había operado la cara (con un resultado muy poco convincente) convirtiéndose en el trending topic mundial del día. Hasta que a la mañana siguiente, la propia Uma explicó que había probado un nuevo tipo de maquillaje. Muy pocos diarios, televisiones, radios o portales online rectificaron, y prácticamente ninguno (y esto es lo más grave) pidió perdón por la patraña. Ese día, un servidor sintió algo de vergüenza como periodista, y algo de tristeza como persona.

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Sombra aquí y sombra allá…

3) Los personajes virales: Existe un escalón superior al de los fenómenos virales: los personajes virales. Son aquellas personas que hagan lo que hagan (incluso si no hacen nada) suman millones de visitas casi por inercia. Influido directamente por la prensa del corazón, este fenómeno provoca que los medios publiquen auténticas chorradas sólo por el hecho de que poner una foto de una persona determinada asegura cientos de miles de visitas (y aunque no nos guste, vivimos la dictadura del clic). ¿Recuerdan aquella frase sobre el cartero y el perro? Se decía que la noticia no es que el perro muerda al cartero, sino que fuera el honrado trabajador el que clavase sus dientes en el can. Pues bien, actualmente, ni una cosa ni otra. La simple existencia de un cartero y un perro puede justificar la aparición de la ‘noticia’.

Ejemplo paradigmático: Cristina Pedroche, que debe de ser el personaje que lleva más días seguidos saliendo en la portada de la edición digital de La Vanguardia. Yo ya he perdido la cuenta.

4) Jerga insufrible (y repetitiva): Se trata de un problema global (ya no del periodismo, sino de la sociedad en general). La tendencia es clara: cada vez usamos un lenguaje más pobre. En el caso de las noticias que tratan fenómenos virales, esta corriente alcanza su cénit. Se han creado unas estructuras que se utilizan continuamente hasta el punto de que las vemos en la prensa a diario. Reconozco que debe de ser difícil titular tres veces al día sobre el mismo hecho (recordad, la noticia no está en el contenido, sino en el hecho de ser viral), pero un poco de imaginación no nos vendría mal. Cinco ejemplos que ya pueden colgarse la etiqueta de clásicos: «X enciende las redes sociales», «X revoluciona la red», «el X que emociona en Internet», «el X que arrasa en las redes», «el X se hace viral». Apuesto a que les son muy familiares.

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Tres tías buenas apretándose las tetas con la boca abierta = 10 millones de visitas. La definición perfecta de la era de la viralidad

 

5) Extrapolación errónea de los internautas: Volvamos a los titulares del punto 4: «X enciende las redes sociales», «X revoluciona la red», etc. Se ha puesto de moda este ejercicio en el que se entienden las redes sociales como un todo, cuando en realidad están divididas en inmensas partes. Para empezar, lo que es viral en una red (Facebook, por ejemplo) no tiene porque serlo en otras (Twitter o Instagram). Además, que un vídeo tenga 2 o 3 millones de visitas en Youtube no significa que «haya revolucionado las redes», ya que teniendo en cuenta el número total de usuarios que tienen estas plataformas, esos 2 o 3 millones de visitas representan un tanto por ciento ínfimo. Internet o las redes sociales son demasiado amplios, complejos y dispares como para evitar esas generalizaciones que no llevan a ningún sitio (excepto a la mentira).

Eso sí, todavía existe un caso peor, que se produce cuando se relaciona la reacción de una red social con el sentir de una sociedad. El caso paradigmático es el de Twitter, que habitualmente (aunque por suerte, cada vez con menos frecuencia) se suele utilizar como termómetro de la opinión social sobre determinados temas. Como si todo el mundo tuviera una cuenta y la usase con regularidad, o voy incluso más allá, como si el abuelo del quinto o los jubilados que juegan apaciblemente al dominó supieran qué es Twitter. Como digo, esta tendencia errónea ha disminuido, aunque parece mentira que la credibilidad que se le han otorgado a los hashtags como medidores sociales haya durado tantísimo tiempo.

6) Noticias banales en medios de comunicación serios: Éste es quizás el punto más importante de todos. El problema no es que se hagan noticias sobre fenómenos virales (que en algunos casos pueden sacarnos unas buenas risas -pienso por ejemplo en las familias que presenciaban atónitos la retransmisión de Canal Sur de las últimas campanadas-), sino que éstas aparezcan en medios de comunicación que supuestamente se dedican a elaborar otro tipo de información para sus usuarios. El problema, como siempre, es el contexto. No tiene ningún sentido ver el culo de Kim Kardashian en El País, de la misma manera que es surrealista que los periódicos deportivos se hayan transformado sin ningún descaro en prensa del corazón pura y dura. Seamos ordenados: las chorradas, en portales de chorradas, que los hay y muy divertidos; el corazón, al Pronto y al Hola, pero no en el Marca.

Ejemplo paradigmático: La Vanguardia. He dejado de entrar en la edición digital de La Vanguardia porque ha llegado un punto en el que me provoca un sentimiento de vergüenza ajena más poderoso del que puedo soportar. La Vanguardia, cojones, siempre ha sido un diario serio, una de las referencias del periodismo nacional y estatal, un periódico que podías llevar bajo el brazo al pasear y sentirte respetado. En su edición online, buceando entre la última tontería de la Pedroche, bebés que hacen cosas graciosas y gatitos muy monos ellos, de vez en cuando encuentras alguna noticia interesante que da gusto leer. De vez en cuando, que no siempre. Y es que los fenómenos virales serán muy divertidos, pero en muchas ocasiones a mí lo que me provocan es rabia y, si tengo el día tonto, hasta ganas de llorar.

PD: Pese a todo lo expuesto aquí, que no deja de ser una pataleta, se sigue haciendo periodismo de calidad, hay profesionales muy buenos y proyectos ilusionantes. No les engaño. Aquí tienen una pequeña lista.

Tres canciones, 266. La elección de Withor:

LORY MONEY – ‘AJOACEITE’

@adriwithor