Estos son los cargos de los que se acusa a la banda periodista La Inercia: incitación a la tontería, apología de la no-violencia, defensa del derecho a no saber y no opinar, pertenencia a banda desarmada, explotación laboral de un millón de monos, consumo propio (exclusivamente propio, dicen las pruebas) de lo que escriben, difusión de radiofonía malsonante y, ante todo, recomendación semanal de tres temazos de órdago.

La elección de Withor

MGMT – METANOIA

‘Yo soy yo y mi circunstancia’ proclamó Ortega, esperando que Gasset le diera su contensimiento a la frase, como así fue. Y esta proclamación pasó a la historia como una de aquellas que todos, más o menos, recordamos haber dicho en alguna ocasión. Mi teoría es, sin embargo, que la circunstancia está infravalorada. Tenemos tendencia a elevar a los altares a la persona, y considerar a la circunstancia como algo secundario, prácticamente anecdótico en demasiadas ocasiones.

Yo soy fan de la circunstancia. Me gusta darle el valor que creo se merece y no se me caen los anillos en desprestigiar a la persona, si lo considero menester. Me pasa sobre todo con la música. Pongamos por ejemplo, MGMT. ¿Qué sería de ellos en otra circunstancia? ¿Que podrían haber sido en otro tiempo, en otro lugar? Nunca lo sabremos. Pero yo escucho ‘Metanoia’ una y otra vez, aunque dure 13 minutos, e intento imaginar que hubiera sido de ellos si hubieran nacido en los 60. Nadie hablaría hoy de Pink Floyd.

La elección de V the Wanderer

NO ME PISES QUE LLEVO CHANCLAS – ¿Y TÚ DE QUIÉN ERES?

Ay, la música de la risa, ese asunto. Me saco el carné de simpatizante y aplaudo a estos tipos que le echan horas al aprendizaje para luego reivindicar la tontada, lo banal y el chascarrillo. Dominar un instrumento no es fácil, pero ellos pasan de darse importancia y deslizan el intimismo por la quijada como los valientes.

Hay niveles, claro está, y no es lo mismo unos ‘Conchords’ o ‘Lonely Island’ que unos ‘Mojinos’ o ‘Inhumanos’. A mí, de ñajo, me tenían conquistado los de Pepe Begines, con sus bromas de 1º del humor y costumbrismo sanote. Me caían bien porque le daban al absurdo diario sin ponerse pesados con borracheras, dobles sentidos o escatologías. Bueno, un poco sí, pero ahí estaban mi inocencia y mi sesgo para centrarme en el borrico que se ajoga, la vieja coñazo de pueblo o las dificultades del inglés.

Su ‘Grandísimos éxitos’ fue uno de los dos primeros cedés que compré (el otro, ‘Talk on corners’ de The Corrs. Criterio). Ríanse, pero hubo un tiempo en que el país entero se sabía de corrido ‘Canario’ o ‘Tirititri’, y temas como ‘Cabezón’ o ‘El amoto’ se descubren hoy como más que correctos rocks de clase media. ‘Los Shanclah’ tuvieron su comeback descafeinado en 2009, a lo Tennessee, y hasta Begines anunció carrera en solitario y etapa «más madura» como mandan los cánones, pero los tiempos habían cambiado y ya no quedaba lugar para su sevillanismo chistoso. Bueno. Ahí nos quedan cortes como este himno agropó al que hoy le veo, estaré yo tonto, un deje reggae por el que asoman inquietudes musicales.

La elección de Raúl

LUZ CASAL – NO ME IMPORTA NADA

Hay mañanas en las que sin saber por qué un par de versos de esos históricos, ya del pueblo, se te vienen a la mollera, y a uno, que desluce chupa de cuero y va de guays por la vida, le sobrevienen remordimientos de carca. Letras trilladas, historias atávicas, pero igualmente tremendas, literarias, que tocan, que calan, aunque descargadas a veces de valor, por el desgaste de lo popular. Luz Casal, ahora Luz a secas, se ve, se arrimó durante un tiempo a los rockeros (de Spin Doctors a Rosendo), al tiempo que seguía dándole a lo suyo, que eran las baladas y los medios tiempos. Nunca me gustaron los intérpretes y ya, los artistas de karaoke que exigían trajes a medida a sus compositores y luego elegían repertorio. Pensando en Luz, hasta compuso hace pocos años un tal Nacho Vegas, que prefirió quedarse al final para él ‘La noche más larga del mundo’. Imagínensela en la voz nasalísima de la gallega.

Así que ojeando créditos veo que en ‘No me importa nada’ la música corre a cargo de Pancho Varona, toda la vida mano derecha y cómplice de Sabina, y de su hermana Gloria Varona, en extrañísima incursión en la música. La instrumentación conservadora, pulida y casi sin alma, hizo todo lo demás, pero a mí, en una tarde de estas plúmbeas de trabajo, me dejó tontorrón y la muy penca me hizo envejecer diez años a síncope de bolero. Las frases me dan vueltas en la cabeza, “yo juego a que te creas que te creo”, dice una, y pienso que debe habitar por ahí o en las inmediaciones alguna de esas figuras retóricas que sirven para aprobar el bachillerato, y ya estoy hablando como si fuera mi padre.