Las opiniones aquí expresadas pertenecen a los autores individuales y pueden no reflejar el sentir general de esta página, que se compone de esos mismos autores. No tienen en cuenta las ideas de los suplentes, véase Cano el Cuarto, un tordo y un millón aproximado de monos. No representan, así mismo, a la clase política, al pueblo, a los manifestantes ni a los no-manifestantes, a la población masculina de Ghana ni a nuestros abogados. Hay un señor en Albacete, eso sí, que dice estar de acuerdo con absolutamente todo lo escrito aquí abajo.

La elección de Withor

MUSE – THE 2ND LAW:ISOLATED SYSTEM

Y por fin, lo consiguieron. Muse acaba de cerrar el círculo. Ya tienen su primer disco malo. No es que nos haya pillado por sorpresa. Se veía venir, incluso muchos intentaron sin éxito convencernos de que el anterior ya podía ser catalogado como el primer disco mierdoso de la banda, pero faltó unanimidad (¡Qué coño! A mí ‘The Resistance’ me parece un discazo). Durmamos, pues, tranquilos. No ha sido fácil, pero el guión de vida de Muse ya sigue por el camino previsto.

Repasemos: sacan sus primeros discos y empiezan a ser valorados como grupo de culto por una pequeña parte del público. Aún sin ser especialmente famosos, ya vienen a España y tienen su séquito. Aparecen por primera vez en los 40. Sus discos empiezan a ser catalogados por esos primeros fans cómo más comerciales, aunque es inevitable reconocer que aún son buenos. Su fama empieza a crecer y pasan de la Razzmatazz al Sant Jordi. Esos primeros fans ya empiezan a usar con frecuencia expresiones tales como «se han vendido», «comercialidad» o «ya no son tan auténticos como antes». Sus siguientes discos bajan algo el nivel pero venden más que nunca y las entradas de sus conciertos suben 15 euros. A los integrantes del grupo se les empieza a ir la olla y hacen declaracions estúpidas. Sacan un disco de mierda.

Y ya sabemos que vendrá a continuación: continuarán sacando discos, algunos serán mejores y otros peores; continuarán llenando estadios y sus primeros fans acabarán odiándolos cada vez más. Y señores, a mí ya me parece bien. Porque sacar sólo discos buenos es imposible. Porque ser sectario no conduce a nada, pero si así son más felices… Porque los tíos estarán un poco atontados, pero a ver quién no lo estaría en su situación. Y especialmente, porque si la música es buena, pues cuanta más gente la conozca, mejor. Y sí, el disco es una mierda (me encanta ‘Isolated System’ y muy poquito más), pero ya vendrán otros mejores. Es ley de vida, para ellos… y para todos.

La elección de V the Wanderer

BAD RELIGION – FIELDS OF MARS

Bastante de acuerdo contigo, amigo Adrián. Supongo que será cosa del ciclo de la vida, ciclo sin fin. O de los procesos mentales de los fans, o de las bandas que cada vez dicen más teniendo menos que decir. No sé. El caso es que Muse, que a mí me gustan por excesivos, furiosos y con su punto hortera, nos cuelan un cedé que de tan soso y mediocre no vale ni para odiarlo.

Coincide este viernes de crítica de la actualidad musical (lo que juramos no hacer) con un repaso que vengo dándole a los discos más recientes de Bad Religion. Que, a la chita callando, ahí siguen, sacando elepés con periodicidad y calidad estable. Suenan igual que siempre, sí, pero es que no necesitan más:  guitarras rápidas, estribillos sencillos, coros pegadizos, baterías que toman carrerilla como esos personajes animados que corren sin avanzar. En esta ‘Fields of Mars’ (de su penúltimo trabajo), añaden un piano agradable y lucen músculo, voz (esa interpretación cazallera y dominante de Graffin) y variaciones de ritmo de las que encienden.

Como te he contado en el café de la mañana, compañero inercio, sorprende que todo esto venga de una respetada figura académica: sí, Greg Graffin, vocalista de la banda, es doctor en antropología o zoología o algo así y profesor en la UCLA. De ahí le deben de venir las letras críticas, la defensa del medio ambiente, el punto de tertuliano de lo social. Porque Bad Religion no cambian ni su música ni su ataque, pero ambos les salen más pulcros y sinceros que las imposturas que lucen los de tu recomendación.

Hoy, ante la pedantería, la experimentación desganada y la locura conspiranoica de Muse, me quedo, me lo vas a permitir, con lo de siempre. Escúchatelo y me dices.

La elección de Raúl

OVER THE RHINE – TROUBLE

Sólo llevo unos días escudriñando a fondo Spotify. Pensaba que me iba a sentir atribulado, atropellado por la cantidad inabarcable de material que se me venía encima, pero no. De momento, controlo. Investigo poco y gobierno con austeridad y calma. Degluto y saboreo como hasta ahora. Y, sobre todo, recupero. Me ocurre igual que con el porno: supongo que pronto exploraré otras sendas pero ahora mi empresa principal es rescatar aquellos vídeos que se perdieron o se borraron.

La música nueva casi siempre me llegó por radio, cazada a veces de forma aleatoria. Spotify, en cierto modo, me está actualizando y le tributo homenajes a mi pasado no tan lejano: practico la arqueología de las canciones mal descargadas, evaporadas en discos duros que se reventaron, extraviadas en recopilaciones de mp3 que se perdieron en trapicheos entre amigos o inaudibles, ya, en cedeses piratas grabados con galletas que empiezan a pelarse diez años después.

No me hagan decir en qué categoría exacta se incluye este tema, que enganché al vuelo en no sé qué emisora hace algunos años. Ya en su momento la busqué y curioseé un poco. Esta cosita suave, elegante, pulcra y madura va a cargo de un matrimonio de Ohio, ya veterano (más de 20 años en los escenarios) del que no sé mucho más. Manda siempre el piano y la melodía vocal y todo suena acústico pero fantásticamente lujoso. No me hace falta seguir escuchando mucho más. ‘Over The Rhine’ ya están exhumados, restaurados de aquel olvido; restituida aquella pasajera fascinación de escucharlos una noche por la radio. La música, como el porno, es volátil: se nos traspapela pronto.