Según la RAE «bizarro» significa «valiente» y no, como mucha gente maltraduce, «raro». De este modo, no va errado el tiro cuando un acto como el de anoche se bautiza como La Noche Bizarra: hay que ser muy valiente para soportarlo. Tamaña sobredosis de infracultura nos ha envalentonado (abizarrado) y hace que nos lancemos a recomendarles, otra vez, tres bazofias hipnóticas que son y serán LoPutoPeor.

Cuneyt Arkin dice: «¡Esta mierda es buena!»

La elección de V the Wanderer

DENNY BLAZIN’ HAZEN – AVERAGE HOMEBOY

Insiste Jeremy de ‘Peep Show’ en que ser negro no es cuestión del color de la piel, sino de actitud. De «vibe, hanging out, kicking back, smoking a number». Ya les contó Raúl la tontería que nos ha dado ahora con la negritud y les hablé yo de Jay-Z y sus niggas: qué le vamos a hacer si nacimos con el funk y el flow en el cuerpo.

Intuyo que a Denny Hazen, o «Blazin’ Hazin» (como se hace llamar), le debe de pasar lo mismo. Él nació negro, negrísimo, de interior, ese sitio donde se guarda la belleza de los feos, pero muy blanco y normaleras en su perra fachada. Y por eso ha sufrido el racismo, el desprecio y la indiferencia de público e industria: por ser negro sin serlo y rapero sin vivir en el ghetto. Qué injusticia la del hip hop, oigan, que se lo digan a Eminem. El peso de la blanquitud. En el caso de Hazin, la cruz del régimen acomodado, ay, el yugo de la tranquilidad.

Ademas de paliducho, Blazin’ Hazen es rítmicamente sordo y recita con una desgana de académico viejo. No vale ni para hablar sobre una base, de acuerdo, pero no por eso va a desfallecer: en su interior anida una actitud muy rapera, cool y negra. Él se reconoce en su condición de ‘Average Homeboy’ («chico muy normalito», que diríamos aquí) e intenta a la desesperada colarnos sus hitazos, ya sea encomendándose a la MTv o a la caníbal viralidad de internet. A mí, en el fondo, me tiene ganado, aunque sea para darle un buen par de hostias. Porque los blancos no saben rapear ni la saben meter, pero a ver dónde encuentran ustedes un negrazo con ese mullet.

La elección de Withor

KING AFRICA Y FERNANDO ESTESO – LA RAMONA

Tenía todos los ingredientes necesarios para ser un gran éxito. Nació para ser el tema que volvería a revitalizar la cada vez más desprestigiada marca ‘canción del verano’. La canción que sacaría del ostracismo al pobre Fernando Esteso y devolvería a su altar –el cual nunca debería haber abandonado- al gran (de gordo) King Africa.

Pero fracasó. Pasó bastante desapercibida. Ni la aparentemente atractiva unión de estos dos personajes, ni la revisión del que sin duda es un cutre-clásico al que todo el mundo tiene simpatía, ‘La Ramona’, logró que las aguas volvieran a su cauce para estas estrellas cada vez más apagadas.

Y es que con todo lo que nos reímos de él, con lo ridículo que resulta su persona (más aún que el personaje), con lo colorido y alegre que parece todo, King Africa me resulta un tipo con importantes tintes dramáticos. Y me despierta compasión. Me lo imagino ahora, a las 7 de la tarde, en su casa de Valladolid, sentado en el sofá esperando una llamada que no llegará jamás. Está acabado y lo sabe. La Ramona era su último cartucho, y le explotó en la cara. Larga vida al Rey.

La elección de Raúl

AZUQUITA – DU UND ICH

Cuando salgo a correr tengo detectada una esquina donde se cuelgan carteles con poco orden, de manera furtiva. A duras penas mantengo el resuello para que luego el destino o la ciudad me deparen estos sustos: un cartel de Azuquita, regresando del pasado. No sé quién dijo que la crisis (la grandota y la musical, también corpulenta) iba a hacer criba. Algún artista radioformúlico afirmó que ya era bueno así, porque después, lo que sobreviviera darwininianamente, iba a tener más razón de ser. Mentirijilla. ¿La prueba? Azuquita, el creador del rumbakalao, aquel que en los primeros 90 nos marcó con ‘Gorilón’, un canto a las medidas de seguridad, vuelve. O más bien es que nunca se fue.

Siguió sacando discos hasta que en 2006, en plena burbuja inmobiliaria en España, él triunfó en Alemania. Lo petó allí con una canción en alemán y español, ‘Te quiero a veces’ (‘Verdammt ich lieb dich)’ junto al cantante Matthias Reim. Eran otros tiempos, dirán, sí, pero ya estaba la Merkel en el poder, y hoy no consentiría tampoco lo que sí toleró en 2010: una nueva colaboración entre los dos astros, que es la que enchufo ahora a través de una actuación conjunta en la televisión germana.

Nada nuevo bajo el sol: un ensamblaje de rumba con dance de los de toda la vida, trilladísimo aquí, pero quizás con Alemania, harta de industrial frío, frotándose las manos por la importación del género. A saber: el flamenquillo quillo de un Azuquita adulto y la estridencia del verbo teutón junto al punteo fugaz de guitarra, las palmas y la base enlatada. Ojo, que no desentonaría el entente hispano-germánico en Eurovisión, aunque el resultado no tiene ni siquiera gracia: la canción es ramplona y vacía, pero manda cojones que en el siglo XXI Azuquita no tenga un espacio en Canal Sur y sí en la 2DF alemana. De todas maneras y a juzgar por todo esto, también allí hubo gente entonces que no veía la crisis venir.