Hay pocas cosas en el mundo que nos gusten más que recomendarles música buenísima. Ésta es la lista completa: las mujeres, el vino, las fotocopias, el teletexto, el café con leche, las recepciones al embajador, actualizar la libreta en el banco, la sonrisa de un niño, tres kilogramos de sushi y sashimi, los disfraces de pollo, las tuneladoras, la sonrisa de una niña, los hovercrafts, las casas abandonadas, nuestra colección de aspiradoras vintage, un buen libro, una mala película, el DNI electrónico, el cielo, el mar y ustedes.

La elección de V the Wanderer

THE COASTERS – GIRLS, GIRLS, GIRLS

Canta Paco Enlaluna que se vio abocado a un consumismo muy loco al enamorarse de la mujer del teletienda. Vocea Raphael, en una de sus canciones más olvidadas, caducas, intranscendentes y divertidas, que todas las chicas le gustan. Hasta Johnny Depp y su enemiguísimo Alan Rickman, en ‘Sweeney Todd’, se ponen de acuerdo en alabar los encantos de la hembra. Yo, que soy mucho menos que todos estos, no voy a resistir mejor y me he acabado colando, de tanto verla, hasta de la pelirroja del Cantajuegos.

Así, cambio de amor de mi vida cada cinco minutos o cada nuevo cruce, me encapricho de la mirada de ésa, el pelo de aquella o la voz de esa otra, y me invento romances azarosos y detalladísimos que terminan en divorcio. Acabo saliendo de mi ensueño pidiéndoles la casa y la custodia del gato.

Ante tanta ligereza, ante tanto hedonismo de «wine, woman and song», que dirían los clásicos sajones, sólo cabe enchufarse temas de poco calado como este ‘Girls, girls, girls’ que parieron The Coasters pero popularizó Elvis, y admitir que se es un poco pájaro y un poco truhán, un poco señor. Que ama uno la vida y ama el amor.

La elección de Withor

PINK FLOYD – PIGS ON THE WING (PART 1 & 2)

Aquellos que tenemos tendencia a considerarnos músicos frustrados a menudo cometemos un importante error. En realidad, la etiqueta que más se asemeja a aquello que sentimos no es la de músico, sino la de productor frustrado. Porque aprender a tocar un instrumento es difícil de cojones, pero opinar ‘aquí metería una guitarra’ o ‘qué bien sentarían unos coritos en esta parte’ te lo hace hasta el más tonto, que aquí todos hacemos relojes.

Recuerdo que una vez con el amigo Díez llegamos a la conclusión de que la canción de Vive la Fete llamada ‘Noir Désir’ sería la creación musical más perfecta jamás concebida por un grupo de no ser por los dos últimos minutos, que lo estropeaban todo. Lo que no entiendo es por qué con las herramientas que hay hoy en día no pusimos la canción en el cool edit pro o cualquier programilla de esos, cortamos el último minuto y a disfrutar.

Hace poco descubrí ‘Pigs on the Wing’, que en realidad es una canción dividida en dos partes de un minuto y medio. Una sirve para abrir y otra para cerrar el disco ‘Animals’. Al poco tiempo me cagué en las tonterías de Pink Floyd, porque esta canción no estaba hecha para ser dividida. Pensé en juntarla para conseguir la perfección. Pero alguien, mucho antes que yo, ya había dado ese paso. Y es que, en el fondo, todos tenemos algo de productores frustrados.

La elección de Raúl

LOS CANARIOS – GET ON YOUR KNEES

José Ramón Márquez dijo ayer ante el juez que se declara “honrado” e “inocente”, al menos en los embrollos de falsedad documental y apropiación indebida que se le imputan de cuando era capo en la SGAE. Eso sí, Ramoncín no aclaró nada de sus discos ni del Lingo, por poner dos ejemplos. Está Internet lleno de bromas y burlas históricas al cantante, así que no lo intentaré. Más bien, voy a defender al que fue su jefe en todas las tramas: sí, a Eduardo ‘Teddy’ Bautista, a su grupo, Los Canarios, y a un temita que, de tan bueno, se merece unas cuantas descargas a su salud.

Fuera coñas, al menos durante cuatro frases: ‘Get on your knees’ tiene ritmazo y auténtico gancho guatequero, más allá de la lectura facilona de invitación a una felación (“Ponte de rodillas, chica”). Se grabó en Londres y el inglés sirvió para driblar un poco la censura en pleno franquismo. La letra es una burda coña de doble sentido pero el despliegue musical a cargo de ocho canarios es pujante, del bajo marcado que invita al baile al saxo, la trompeta o el trombón. La banda crece a cada momento, se pone efervescente y hasta negra, aunque lejos de una etapa progresiva y sinfónica que tuvieron más tarde. Ver a unos canarios descarados y seguros de sí mismos sigue siendo algo insólito.

Con ‘Osito’ Teddy Bautista es difícil abstraerse de la rabia de pavo (sólo Luis Cobos le discute el título en esa liga) y de toda la mierda que le rodea pero hagan un esfuerzo: alguna vez fue joven y rebelde, estaba inspirado, arriesgaba y no navegaba en la opulencia. No nos pasemos tampoco. Yo sólo le reconozco esta aportación que viene bien para empezar una fiesta, para insuflarle groove y pálpito al espíritu. No le den mucho volumen en sus casas, que aún vendrá un inspector y les cobrará.