Éstas no son las tres canciones que están buscando. No aparecen, no las hemos encontrado, rien, niente. A no ser que estén buscando tres canciones muy muy buenas que les enriquezcan e iluminen su fin de semana, en cuyo caso, sí, están son exactamente las que están buscando. Que las disfruten.

La elección de Raúl

KEVIN AYERS – STRANGER IN BLUE SUEDE SHOES

Para mí Kevin Ayers fue primero un recurso literario. Se le coló la comparación a Nacho Vegas en una canción en la que el músico inglés disparaba a aquella luna llena, tan, tan llena. Ya saben: Vegas postrado en soledad en la cama del sucio hospital es una de las muchas imágenes poderosas que expone el tema. Ayers murió en Francia este martes, a los 68 años, mientras dormía, ignoro si en unas condiciones tan precarias y míticas, tan prestas a la leyenda inflada. Antes se me antojó un maldito pero ahora veo que no; o no, al menos, en exclusiva, así que matizamos: fue más bien un descastado, un expatriado del rock psicodélico, un vividor que malvivía, con porte entre hippy y dandy.

Me gustan las estrellas que han sido, ese retiro mal gestionado, el después que se atraganta. Sin saber mucho más, me lo imagino saliéndose como personaje de la trama de un libro de Roberto Bolaño o encontrándomelo de mendigo en una esquina de una ciudad de provincias. Kevin vivió en Mallorca, Ibiza o Madrid y se prodigó por los escenarios españoles. Me habría gustado rozar su mito, siquiera geográficamente hablando, que alguien hubiese dicho: ‘Oye, ¿sabes que Kevin Ayers vive en Cornudella de Montsant?’. O que Joses Pandora hubiera fanfarroneado: ‘Antes venía muchas noches por aquí a beber’. Nunca anduvimos cerca, claro.

Habría dado algo por poder jurar que le había visto con su dejadez folkie comprando en un súper. Me habría encantado seguir su rastro brumoso en cualquier situación lo más antiépica y mundana posible. Me basta un sucinto tiento a su discografía para seguir fabulando. En esta canción el siempre desarraigado Kevin se topa con la hostilidad al llegar a un antro. No le importa mucho porque, de vuelta de todo, acaba fumando dentro, confraternizando con los parroquianos. A mi pesar, nunca coincidí con Kevin Ayers ni edifiqué en torno a él una gran anécdota; acaso no me ha servido más que, como dije al principio, de tonta figura retórica.

La elección de V the Wanderer

TOM TYKWER – CLOUD ATLAS SEXTET FOR ORCHESTRA

La cosa va de ciclos, repeticiones, variaciones, sumas y cambios, y se eleva o se encoge a toda velocidad, dibujando un mapa cambiante de vidas y sentimientos que se amplifican y forman un único objeto abrumador. Las frases aparecen una y otra vez, cambiando de instrumento, de voz, edificando armonías abocadas a la épica, volcándose en un clímax en el que el orden deja paso a la sobredosis sensorial.

Podría ser la descripción de la película ‘Cloud Atlas’, podría ser la de su banda sonora; es, en realidad, la de ambas. Resultan indivisibles: la película dibuja los movimientos de la música, la música contiene todas las estampas de la cinta. Escuchándola, da igual que las seis historias que la componen no sean gran cosa por separado, que la pedantería y el misticismo barato llenen uno de cada dos minutos y que el asunto sea un carnaval de disfraces y acentos. Hay conjunto, musicalidad, prodigio de estructura y forma que crea fondo.

Es, para colmo, una de esas bandas sonoras que se pueden escuchar por separado. Invita a la reescucha, a la exploración. Sorprende que quien la firme sea el propio director, Tom Tykwer, aquel alemán que llamó la atención con la gamberrada de ‘Corre, Lola, corre’. De imaginarlo como músico, lo hubiera puesto al frente de una banda de punk sucio y etílico, no regalándonos piezas orquestales como ésta. Aunque decidan que ‘Cloud Atlas’, la película, es una estafa y un monumento vacío, no pierdan ocasión de perderse en los paisajes de su música. En sus ciclos, sus repeticiones y sus variaciones.

La elección de Withor

PACO ENLALUNA – GIRL FROM DUBLIN

Caen mitos a un ritmo tal que uno ni se da cuenta. Ahora resulta que un Papa dimite estando en la flor de la vida y tampoco se acaba el mundo (ni Dios se enfada). De Pistorius y Armstrong ya no nos acordamos de que hace cuatro días eran héroes y ejemplos a seguir. Urdangarín era el yerno perfecto, ¿verdad? Y el Rey un campechano que igual te recitaba el discurso de Navidad que te ayudaba a cambiar la rueda del coche en una carretera secundaria de Badajoz.

Pues señores, ha caído otro mito y aquí no se ha enterado nadie. No sé ni cómo ni por qué, estaba yo trasteando en el Spotify y me da por poner Metallica y… ¡Tienen todos los discos colgados! Sí sí, la banda que encabezó la revolución antinapsteriana (Do you hear the musics sing?), aquellos ermitaños musicales que siempre aseguraron que la revolución digital había llegado a su punto máximo con el CD. Ellos mismos son los que ahora, casi de incógnito, sin anunciarlo prácticamente y quién sabe si con la intención de pasar desapercibidos, han colgado su discografía completa en el Spoty, y aquí todos tan contentos.

Y por si fuera poca la información sorprendente que procesar en un día, este viernes nuestro buen amigo Paco Enlaluna (que hace poco nos visitó en la radio y luego nos cantó en El Comecuentos) también se ha soltado el pelo y ha colgado su excelente último disco en el programa sueco. Ah, y anunciándolo en su Facebook, dando la cara, no como esos maricas de Metallica.