Una semana más, y cumpliendo nuestro compromiso con la música de bien, les dejamos aquí tres canciones para que las retuiteen, las compartan, las marquen como favoritas, le den al me gusta o, mejor aún, las escuchen y disfruten.

La elección de V the Wanderer

VANGELIS – BLADE RUNNER – END TITLES

A ver qué más le iba a pedir a mi trabajo que esto: ponerle ‘Blade Runner’ en alta definición, en una sala (casi) de cine, a un puñado de decenas de alumnos, poder presentársela con calma, vendérsela, enamorarles de la película antes siquiera de que la empiecen a ver, comentarla con calma tras el pase y que te acaben diciendo que es de las «tardes más didácticas» que recuerdan y que «aprenden mucho». O sea, contagiarles el amor y la fascinación por cosas tan imprescindibles como las buenas historias.

Ya saben que tengo fijación por esta cinta y es de las pocas que me permito revisitar de vez en cuando (maldita sea, si por mí fuera, ahora mismo me la enchufaba de nuevo). Uno de los motivos, tal vez, sea este bombazo que suelta el griego Vangelis en los créditos finales, un tema potente, épico, panorámico, que no sugiere un cierre sino el comienzo de algo frenético y evanescente. Un mundo infinito y frío que Deckard y Rachael recorrerán huyendo del tiempo, esa losa que pesa sobre toda la película y sobre nuestras vidas, que se agota por mucho que corramos.

Como digo, no debe de ser casualidad. No con Scott y Vangelis detrás. La película acaba y el tiempo estancado, lánguido y agonizante que la domina queda atrás, pero ahora comienza su verdadero proceso: el impacto y los mundos sugeridos que deja en nuestra mente. La historia que está por contar y que es responsabilidad nuestra. La historia, en parte, de nosotros mismos, replicantes, amantes, humanos, trozos de tiempo.

 

La elección de Raúl

PAULINE EN LA PLAYA – EL MUNDO SE VA A ACABAR

No soy nada de retiros espirituales ni de experiencias ermitaño-rurales para restituir los pedazos de espíritu que nos dejamos por la vida. No valoro la naturaleza por encima de lo legalmente necesario, que es no desear un incendio. Por mucho que ande embotado y coleccionando horas extras, no preciso de gran desconexión bucólica, pero me la llevo a veces casi sin querer cuando estoy con Pauline en la playa. Escucho a las hermanas Álvarez y me voy al monte, a la pradera, al puto campo asturiano, y me quedó ahí, habitando pancho la burbuja. Me gusta lo ajenas que deben de ser al mundillo musical y me fascinan cómo hacen esas canciones cristalinas que saben a cocción lenta, a un ritmo humano de vida.

Sin que sirva de precedente, La inercia apuesta por la actualidad. Mar y Alicia Álvarez, las hermanas que un día fueron punkis en Undershakers, han presentado esta semana su nuevo disco, que se llama como esta canción. Es un poco como aquello de ‘puño de hierro, guante de seda’, o sea: delicadez orfebre marca de la casa mezclada con un título y una letra que juega a ser catastrofista. Da el contraste el vídeo con su retahíla de explosiones, cosas incendiándose y paisajes en llamas. Apocalíptico, que diría Piqueras.

El resultado de todo esto va siempre sobre seguro: pop inmaculado, maduro, adulto, deliciosamente hilvanado con arreglos complejos que son todo un regalo. Con Xel Pereda a la producción y Nacho Vegas por ahí rondando en unos cuantos coros, no han escatimado en clarinetes, saxofones, panderetas, sutilísimas progamaciones y distorsiones de guitarra. A mí este tema me lleva enganchado toda la semana y enciende mis bajos instintos catárticos. Me entran ganas de explorar mi vena diletante con impunidad, de huir de este martilleo diario y abandonarme a la contemplación. Total, si el mundo, cualquier tarde, se va a acabar.

La elección de Withor

LOS PUNSETES  – HOSPITAL ALCHEMILLA 

A diferencia de uno que escribe habitualmente por aquí, no soy ni mucho menos un experto en videojuegos. Pero no creo que ande errado cuando afirmo que el primer ‘Silent Hill’ es uno de los juegos más terroríficos que jamás han visto la luz.

Yo, y lo reconozco sin pudor, soy un cagueta con los juegos. Demasiado. Incluso tuve que dejar a medias el ‘Resident Evil 2’, que en realidad es para críos. Pues imaginen con el ‘Silent Hill’.

Aún tengo pesadillas. Esa niebla que no te dejaba ver a más de dos metros, ese constante avanzar sin rumbo escuchando ruidos provenientes de vaya usted a saber qué abominable situación. Y los escenarios. Ese hospital psiquiátrico. Ese colegio con sangre por todos lados. Aquello era un sinvivir. Así que me levante, apagué la consola y con la poca dignidad que me quedaba pensé: “Que jueguen otros. Esto no es para mí”.

Algo de especial tendrá el juego cuando ha acabado siendo incluso fuente de inspiración musical. Recuerdo ‘Perdido en Silent Hill’ de Strawberry Hardcore, que en nuestros años universitarios fue todo un boom. Más recientemente, he descubierto que mis amados Punsetes también son fans del juego. La canción se llama ‘Hospital Alchemilla’, y como se pueden imaginar, no es un lugar especialmente agradable. La letra es algo críptica, y dicen los fans del juego que se disfruta mucho más si has sido capaz ver el final de la historia.

Y eso me pone triste, porque jamás seré capaz de descubrir por mí mismo la respuesta a la pregunta que los Punsetes repiten sin cesar: ¿Por qué querías arder?