Esto es la vida, chavales, estas tres bellas canciones, y no esos discmans, las ataris y el IRC, que estáis todo enganchados. No todo en la vida es el Space Invaders y los musicassettes del Blanco y Negro Mix. Menos mal que está aquí La Inercia para ponerles en el buen camino, panda de modernos.

La elección de V the Wanderer

FATBOY SLIM – RIGHT HERE, RIGHT NOW

Si alguien viene y me suelta una hipérbole como que es la canción más importante de la electrónica o el tema que mejor define su década, pueden ustedes dan por seguro que me lo creeré. Tiene un nosequé eclesiástico, una pompa litúrgica y maratoniana (más de seis minutazos en la versión íntegra), un donaire en sus bailes entre lo épico y lo clubber, un sentido, en fin, de lo mayestático, tan bien puestos, que uno la escucha entre sobrecogido e intimidado.

Contribuye a esto su videoclip, uno de los gordos, una de las bombas estéticas que nos dejó su época: ese tiempo en que lo más selecto e interesante del meollo audiovisual se ponía al servicio de bits y beats. Trávelin lateral, muy 2D, compuesto para que formase una sola toma, resumiendo en fotogramas clave la peripecia de una especie.

No faltaba el toque de humor (o crítica, vaya usted a saber), con aquel remate absurdo (el homo sapiens degeneraba en gorderas que se paraba en un banco a zampar) que hilaba con la portada y el título del disco: «You’ve come a long way, baby» y «I’m #1 so why try harder» en la camiseta del mencionado seboso.

Se la conecta uno, con videoclip o sin él, y es imposible no entregarse a ese crescendo epifánico con el que abre (y que recupera a medio tema), no creerse que se está evolucionando un poco, sobre el terreno, aquí mismo, ahora mismo.

La elección de Raúl

JARABE DE PALO – CRY (IF YOU DON’T MIND)

Ey, ey, ey, tranquilidad. Pau Donés, sí. Jarabe de Palo, también, pero vuelvan a guardarse las piedras en los bolsillos. No seré yo quien les recomiende no tener prejuicios, pero déjenme aclararme en unas pocas líneas, hacer una llamada a mi abogado. No tiraré yo la primera piedra en el no odiar al insufrible Donés, pero hagámosle una pizca de justicia, aunque los ingredientes no inviten: canción electrificada de querencia flamenca, cantada en inglés a pachas con Chrissie Hynde, la histórica líder de The Pretenders. Manda huevos el experimento, la marcianada, la ida de olla de rockero chocheante.

El resultado de la colaboración imposible, pese a eso, es asombrosamente seductor, de una bella extrañeza. En 1953 dijo el ‘New York Times’ de Lola Flores: «No canta, no baila. No se la pierdan». Pues aquí pasa algo parecido. No me gustaron las partes y el producto, sin embargo, me pellizcó: me encanta cómo la guitarra inicial se despereza y se deja corretear ‘camaroniana’ por los trastes. Pelea por aflamencarse pero no puede escapar de la electricidad. Después vienen las palmas, el cajón y las voces melancólicas, que quieren embarrarse en el quejío pero siguen sujetas en la cosa pop, y para bien.

En el disco, luego la canción se marcha y, tras cinco minutos de silencio en la pista, la perversión juguetona se cierra después con un arrebato genuinamente rockero que habrá hecho saltar por los aires cualquier amago de folclore y embrujo andaluz. Donés y ‘la Hynde’ se dejan ir, en una jam session de desfogue después de marcarse un tema que entraba de lleno en la definición pura de ‘bonus track’, un regalito muy popular pero no siempre apto para radioformúlicos de tomo y lomo.

No seré yo quien vete insultos y críticas a Jarabe de Palo por cortar todo su repertorio con un mismo patrón, o sea, autoplagiarse, pero ya saben ustedes que aquí, de ADN constructivo, preferimos la palmadita (sin enjabonar) que el ataque fácil; el aplauso aislado cuando toca antes que el derribo, que bastante mal está la música como para que La inercia ahora se ponga a hundir más carreras que las nuestras.

La elección de Withor

FRAKTAL 6 – RESIDENTS OF THE UNIVERSE

La conversación saltaba de un lado a otro y llevaba visos de convertirse en interminable. Ya se sabe, se empieza, qué se yo, hablando de la sordera de Beethoven y cuando menos te lo esperas estás analizando la discografía de Radiohead. Todo ello, en una especie de letargo infinito.

Éramos jóvenes e inconscientes, y no teníamos miedo de reivindicar la figura de Gigi d’Agostino como uno de los grandes incomprendidos en esto de la música. Reflexionamos sobre lo mucho que dice de España que Miguel Ríos esté considerado como el gran roquero de la piel de toro. Se le metió caña a Serrat o Sabina si se consideró menester.

Pero aquello fue paramusical. De ahí saltamos a Cowboy Bebop. Y de ahí a Pierrot le Fou. Y de ahí a Jean Paul Belmondo, a Godard y a la sobredimensión de su cine. Pensé en volver al terreno musical aprovechando el Jean Luc de Els Amics de les Arts pero la pelota ya estaba en otro campo. No había tiempo para pararse a pensar.

Momentos de reflexionar, de introspección, de descubrir, de explorar conjuntamente. De reconocer que hasta las canciones de Chasis tienen su puntillo, sobre todo si van de extraterrestres que vienen a visitarnos para decirnos, “Ey, tranquilos, que os estamos observando para que no os pase nada”. En definitiva, de disfrutar de los pequeños placeres que siempre ofrece una conversación como dios manda.