Nos ha escrito un príncipe de la República Federal de Nigeria diciendo que si les recomendamos estas tres canciones nos va a ingresar en la cuenta suiza nosecuántos millones de euros. Parece todo muy fiable porque dice que los ha ganado con un timo por email haciéndose pasar por príncipe de la República Federal de Nigeria. Así pues, ahí va el asunto: tres temazos que, ahora sí, al fin nos harán ricos.

La elección de Raúl

OLGA ROMÁN – ESTA BOCA ES MÍA

Nadie diría que una balada musicalmente tan conservadora pudiera esconder versos de tanta apocalipsis, y acabar siendo para nada inofensiva, como si también en mitad de la calma hubiera alguna que otra bomba por estallar. Está a medias entre la reivindicación del orgullo y la paz de la conciencia y unos paisajes findelmundistas que a mí me seducen: eso que cuenta de estar en el cine un lunes por la tarde mientras fuera estalla la guerra, la ciudad se llena de árboles que arden y el cielo aprende a envejecer. Sólo por esas palabras redentoras a Joaquín Sabina habría que salvarle de la quema, aunque fuera muy a última hora, ya en la repesca.

El resto es un surtido de imágenes poéticas que a mí me convierten esta canción un poco para un domingo en una especie de lienzo: los ladridos de los perros, la quijada de Caín, las gaviotas del destierro, las amapolas de París. Olga Román, la cantante que nos hechizó en aquel directo ‘Nos sobran los motivos’, mejora el verbo sabiniano y le da un chute de belleza a la destrucción. Quizás sólo Pedro Piqueras, Carlos García Hichfield y Homer Simpson lo saben, pero en un panorama desolador hay también hermosura, simetría y universo en equilibrio. Igual voy demasiado allá, pero a veces me pongo este tema como el que admira el auge de un buen hongo nuclear, estéticamente imbatible, o se fascina con una bomba de hidrógeno que está explotando a dos kilómetros bajo el agua, en pleno atolón australiano. La purga, la radioactividad en el solar o la guerra en ciernes en la ciudad son también literatura.

La elección de V

PRIMAL SCREAM – LOADED

Abrir con Peter Fonda soltando eso de «queremos ser libres para hacer lo que queremos hacer» ya le pone gomet verd en mi libro. Las trompetas festivas elevan a cum laude esta chica maravilla, remix de Primal Scream de un tema propio que abría los 90 y anticipaba, a su manera, los trabajos con los que Fatboy Slim definiría buena parte de esa década. Ciclos, bucles, bases algo funkies, guitarras, batidora pop, más fraseados que canto, sonoridades optimistas que dejaban atrás el grunge. Todo un universo, en definitiva, que reflejaba un poco esa sensación de libertad cálida, perseguida sin saber bien para qué.

Quien más, quien menos compra ese discurso de la libertad, del libre albedrío, del querer hacer lo que queremos hacer, aunque no sepamos qué es lo que queremos hacer. Libertad, belleza, verdad y amor, aplaudían los bohemios; o a lo mejor sólo lo hacían en Moulin Rouge!. Libertad irresponsable porque vivir exige compromisos, dependencias y deberes y todos lo sabemos, pero a ver a quién no le favorece soñar con una vida disoluta, una moto caballuna y un horizonte infinito.

Peter Fonda duda antes de responder casi indignado eso de «queremos pillarla, queremos pasarlo bien» (el corte es de ‘The Wild Angels’ de Corman, la primera película a mayor gloria del mundo biker), como si fuera la respuesta más obvia del mundo. Ahí fuera andan los apocalípticos poniéndole nombres a nuestras adicciones modernas (nomofobia, fomo, síndrome de atención parcial contínua) pero yo prefiero enchufarme esta dosis de optimismo irresponsable, esta carretera artificial que a lo mejor sólo sirve para mantenerme dentro del rebaño pero me conecta, de forma estupenda e infantilona, con todos los tópicos rebeldes del mundo. Con hacer lo que quiero hacer. Que ya veré luego, si acaso, lo que es.

La elección de Withor

LOS GANGLIOS – EL REGALO

Se me ocurren pocas cosas más divertidas que un personaje irrisorio o ridículo con una actitud seria y reflexiva. Como tantas otras cosas, la creatividad de los Monty Python tiene mucho que ver. Sin pensarlo demasiado, me vienen a la cabeza unos cuantos gags al respecto, como el de las abuelas chochas hablando de la filosofía de Sartre o el del tonto del pueblo analizando –entre mueca y mueca- las circunstancias que determinan la importancia de su rol en la sociedad contemporánea.

Sin embargo, mi momento favorito protagonizado por un bufón que se pone serio ocurre en Dos tontos muy tontos. Es la escena en la que Jim Carrey, de espaldas, cabizbajo y con el semblante serio, empieza un monólogo con muy poco de trivial con la ya mítica frase “¿Sabes de lo que estoy harto? Estoy harto de ser un don nadie”.

Mi afecto por esta tipología de humor es la causante de la fascinación que siento por la canción ‘El regalo’. Un grupo llamado Los Ganglios, muy serio no puede ser. Sin embargo, en esta tonada nos ofrecen un auténtico dramón condensado en dos minutos. Es la historia de una gran decepción, la de una persona que esperaba con ansia la llegada de un amigo que estaba de turismo en Zaragoza. Su ilusión por el regalo de su compadre era inmensurable. Y entonces… cae el jarro de agua fría. No les cuento más. Escuchen la canción. Preparen los pañuelos. Es para echarse a llorar… de risa.

PD: Los Ganglios son el grupo invitado a la Nit Bizarra que tendrá lugar el 6 de diciembre en la Sala Zero. Y un año más, La Inercia tendrá una participación muy destacada. Sí, reconozco que he recomendado esta canción con el único objetivo de hacernos autobombo. Más triste es pedir. ¡Allí nos vemos!