¡Oh excelsa web, oh frases coronadas / de honor, de majestad, de gallardía! / Oh gran verbo, grandes sabedores de la melodía / de canciones nobles, ya que no doradas! /¡Oh fértil llano, oh conjunciones levantadas / que privilegian la música y doran el día! / Oh siempre gloriosa patria mía/ tanto por plumas cuanto por tonadas.

La elección de V

DAVE VAN RONK – HANG ME, OH HANG ME

Van Ronk, como Van Zandt, bien podría ser uno de los santos patrones de esta casa. Tiene un punto de folk accesible, cierta mística, el entorno de un Nueva York perdido y un aura de segundón sin pasarse. Y una buena barba, que eso siempre suma.

Ahora lo recuperan los Coen (‘Inside Llewyn Davis’ es casi una ‘Life of Brian’ sobre el músico neoyorkino) y seguro que durante un par de meses se reivindica y todo el mundo era fan de antes y resulta que no se puede entender el siglo XX sin él, un poco como le pasó a aquel tipo de Sugar Man del que nadie se acuerda. Doce años después, Van Ronk tendrá su segunda muerte, el aplauso que se da a los grandes finados se repetirá.

Y que así sea. Si la cultura popular se mueve por olas, por recuperaciones y excusas vanas, nosotros no vamos a ponernos por encima. Mejor que te resuciten los Coen a que lo haga un anuncio de móviles o cerveza barata.

La elección de Raúl

ILEGALES – EUROPA HA MUERTO

Más allá del chiste con la orientación sexual, cambiarse de acera fue históricamente la reacción más icónica al toparse con alguien poco conveniente, con un macarrilla de barrio. Cada vez menos, pero aún lo sigo haciendo, y tengo el olfato fino fino en la cuestión: puedo ver a uno de estos personajes lejano, y yo modificar mi dirección, tal es la pericia de mi radar después de una adolescencia tratando de esquivar encuentros así, muchas veces sin fortuna. Pues bien, Jorge Martínez, cantante de Ilegales, con la tocha desviada y la calva, es uno de esos perfiles disolutos que yo eludiría en la ciudad; no digamos ya si tuviera que entrevistarle.

Habrá mucha construcción, mucha pose, pero el semblante de Jorge me retrotrae a toda la literatura que se ponía en liza para escenificar una acción entre la mendicidad y el atraco sutil; hablo del yonki que te pedía dinero porque tenía que viajar a la cárcel de Valencia, del loco al que, una y otra vez, le había dejado tirado la moto y necesitaba repararla, del tipo que te pedía pasta para comprarle leche a sus hijos. El otro día me encontré con uno así en un aparcamiento, y será porque tenía la guardia baja, pero dudé, sólo después de haberle despachado rápido, antes de que me comentara su ficción.

¿Era esta vez un caso real de necesidad y yo pequé de intolerante? ¿Será Jorge Martínez sólo un cafre noblón que juega en sus letras y en su música a ir de delincuente? Seguramente, e incluso disponga de sensibilidad visionaria para componer un tema de colapso continental como éste, y hasta, en su espíritu redentor, ha acabado llevando traje y tocando con contrabajo en una nueva banda, Los Magníficos, en la que le mete mano al bolero o al chachachá. Da igual, es un engaño, como el del que te pide para un bocadillo lo que se gastará en un pico. Yo si viene Jorge Martínez me sigo cambiando de acera.

La elección de Withor

ANDREA BOCELLI – CON TE PARTIRÒ

Pues ahí están los Vampire Weekend, todo indie ellos, un regalo para los oídos hipster, con sus influencias africanas y el Graceland de nuestro amigo Paul Simon, y se sacan de la manga una versión del ‘Con te partirò’ de Andrea Bocelli. Centrémonos en el hecho y no en el cover, que no deja de ser simpático, pero totalmente olvidable. Por lo visto, los Vampire reconocen que es “una de las mejores canciones de amor de todos los tiempos” y ese es el motivo que les ha impulsado a versionarla.

El propósito de esta recomendación es romper una lanza a favor de esas canciones que bien podrían pasar por moñas pero que en realidad son auténticos tesoros para los oídos. Y sí, estoy hablando de ‘Con te partirò’, de ‘Vivo por ella’ también del Zubiri italiano, de ‘Como yo te amo’ de Raphael o de ‘Se nos rompió el amor’ de Rocío Jurado. Me refiero a canciones épicas, que van con la bandera del amor por delante, que de tan violentamente pasionales acaban doliendo. Composiciones que pueden emocionar a una niña de 15 años pero también a un convicto reincidente. Canciones interpretadas con tanto ahínco, con tanta devoción, que son capaces de romper la barrera entre los gustos indies y los mundanos.

No me extraña que Vampire Weekend hayan decidido versionar ‘Con te partirò’ porque es un señor temón. Tampoco son los primeros. Niños Mutantes ya se atrevieron con ‘Como yo te amo’ (aunque fallaron) y (¡ojo!) A palo seko con ‘Se nos rompió el amor’. Quizás sea cierto que el amor exacerbado y la pasión llevada al límite se sobreponen a todo. Incluso a los tabúes y los géneros musicales. Escuchando a Bocelli cantar ‘Con te partirò’, a uno le entran ganas de dejarse llevar, de besar locamente hasta sangrar, de enamorarse y sufrir con ello. A veces, y solo a veces, incluso de firmar una hipoteca.

Suerte que sólo es una canción y cuando acaba las revueltas aguas vuelven mansas a su cauce.