Para esta nueva edición del Tres Canciones hemos decidido volver a nuestros orígenes. Queremos recuperar las raíces de esta sacrosanta web, catedral del buen gusto y el olfato cultural. Ahora bien, resulta que los orígenes son, más o menos, lo que ya estábamos haciendo: recomendar tres temas por semana sin demasiado ton ni son. Bien está, entonces.

La elección de Raúl

PERRO – LA REINA DE INGLATERRA

Decían los del Grupo de Expertos Solynieve en una letra que los punkis habían pervertido la imagen de la Reina de Inglaterra. A este paso, casi que se convertirá pronto en símbolo ‘indie’ porque el grupo Perro, devolviendo un poco el guiño a los granadinos, presenta en su disco de debut (que se llama ‘Tiene bacalao, tiene melodía’) esta canción homónima. Ya veo camisetas sustituyendo a Naranjito con la cara de Su Majestad llenando el Primavera o el Sonorama, ante el pasmo de Johnny Rotten, dinosaurio plausible cabeza de cartel de cualquier festival del gremio.

Quizás por sus áridas visiones del mundo, me fío de los grupos surgidos de sitios feos, rurales o aburridos, y estos, los tal Perro, que son de Murcia, se incluyen en ese saco: música alternativa a morirse de asco viendo corrupción, montañas peladas y pelotazos en la costa. De antemano me ganan embutiendo en sus temas de pop y noise nombres como Finidi George, Valery Karpin o Jimmy Floyd Hasselbaink, mitos del fútbol noventero, acaso recursos fáciles para granjearse el favor de algunas generaciones.

Luego, entre guitarrazos urgentes y rabiosos, la banda se casca letras sin pies ni cabeza en las que vocea a los cuatro vientos, en gruesa reivindicación, que su abuela es la Reina de Inglaterra, por ejemplo. Da igual lo que digan, en el fondo, como si aplauden en esa espiral de nobleza a la Duquesa de Alba como futura reina de la Escocia independiente. Una idea absurda, mimbres mínimos de una canción, y para adelante. Y, para rizar el rizo de la fantasía, imagínense en un mundo posible a la Reina Madre camuflada dándole al vodka en una zona VIP del Benicàssim.

La elección de V

KAREN O – THE MOON SONG

Tiene estética de spot hipster, de peli Instagram, de sensibilidad impostada para vender móviles. Pero sólo eso, estética, y, aunque Makinavaja diga lo contrario, aún nos queda la ética. Por ello ‘Her’, con todos sus bigotes, sus cromatismos de catálogo y sus efectos washed out, es para mí una de las pelis del año. Porque me habla de ideas ambiciosas apuntando matices y con cierta modestia y porque, copón, me emociona del carajo.

Su score aporta gran parte. Una buena banda sonora es una pieza incompleta en sí misma; sólo tiene forma y semántica entera sumada a su película. Los calambrazos indie de Arcade Fire y Karen O para ‘Her’ pueden parecer automatismos, pero se vuelven imparables una vez los tenemos asociados a esta historia de amor techno-zen.

Joaquin Phoenix atrapa y obliga a empatizar con él hasta el extremo y Scarlett Johansson, como esa voz descuerpada, enamora, reconforta y asusta. A lo mejor por culpa de ellos este tema de la O, tan inocuo y fifí en un primer encuentro, me resulta ahora honesto y certerísimo. Un himno de la soledad moderna y la ternura que nos puede salvar de ella, si me apuran.

La elección de Withor

TONINO CAROTONE – ME CAGO EN EL AMOR

Hallóse mi muro de Facebook repleto de dos mensajes reincidentes durante la jornada de San Valentín. En primer lugar, la imagen de un cupido siendo atravesado, hemos de suponer que hasta la muerte, por una de sus propias flechas. Otra estampa que abundó fue la reivindicación de Sant Jordi como una fiesta del amor mucho más auténtica que la que, dicen, surgió de la cabeza de algún ejecutivo del Corte Inglés. Quería yo dar una muestra de apoyo a ambas proclamas (con las cuales me identifico) y mi cabeza recuperó, como si no hubieran pasado los años, aquella bella (¡lo es!) tonada conocida como ‘Me cago en el amor’. Y la posteé, claro.

Hubo una época en la que España e Italia compartían éxitos de ventas (Laura Pausini, Nek…), y quizás el de Tonino fue el último gran ejemplo. ‘Me cago en el amor’ lo petó en las radiofórmulas de ambos países y ahora que la he recuperado (dándome cuenta del gran temazo que es) tendré que dar la razón a los que dicen que la música comercial de antes molaba más. Porque me encantan las pintas de Carotone (ojo, que es un jodido burgalés), la instrumentación (¿seré pedante si la califico de irresistiblemente mediterránea?), ese chapurreo italiano y su forma de cantar.

Y sobre todo, ese deje que transmite, esa sensación de que sí, Carotone es un personaje, pero en realidad Antonio de la Cuesta se ha acabado transformando en él, y viaja por el mundo acompañado de su guitarra, y quizás va con un mono, y bebe vino al mediodía y grita con sus amigachos por la calle, y va siempre fumando y se va a dormir muy tarde, y cuando pasa una chavala se la queda mirando con ojos traviesos y sí, se caga en el amor, aunque en el fondo piense que oye, mejor así.