La inercia es una movida tan tochísima que se ve desde el espacio. Los grandes diques de la sabiduría cultural sostienen dos larguísimos túneles de la recomendación y el buen gusto que van a parar a tres esclusas que hasta 1960 fueron la mayor obra de ingeniería civil construida por el hombre. La inercia, cuyas obras no estarán acabadas hasta 2078 y con un presupuesto como cuatro veces el de la arteria subterránea de Boston, es capaz de recomendar tres canciones por semana a pesar de la mala meteorología y las subidas del nivel del mar.

La elección de V

SON & THE HOLY GHOSTS – THE CALL

Ya saben que aquí dejamos mucho que el azar dicte esta sección, por aquello de la poética y por ahorrarnos el trabajo. Y esta semana el azar se ha empeñado en que les traiga Son & The Holy Ghosts, un trallazo de folk rock americana nacido en Mallorca. Pues a ello vamos.

Primera coincidencia: los escuché hace tiempo por ahí (¿Radio3?) y me quedé con el sonido y con el nombre. El primero, porque son claros, depurados y porque no me importa que la gente quiera cantar como Eddie Vedder; el segundo, porque ya saben que a mí con un nombre ingenioso me han ganado de por vida. Sin embargo, los olvidé casi por completo y los habría olvidado de no ser porque el compañero Pedro Macías (lo recordarán del coro de Rigoletto): segunda coincidencia.

Pedro me comentó en una pausa del café que esa misma tarde se estrenaba un videoclip en el que él aparecía como protagonista. Me habló de la banda y tomé nota de la cita: 19:30, Espai Xocolat. Allí me planté y pude disfrutar del vídeo (dirigido por Luis Ortas, a quien conocí la semana anterior: ¿segunda coincidencia y media?) y de unos pocos temas en acústico. Y oigan, compro. Aún con la cháchara del fondo de la sala y pese a encorsetarlas en un formato para el que no se compusieron, el sonido me pareció honesto y con entidad.

A la mañana siguiente, tercera coincidencia, enchufo como siempre al amigo Carmona en Radio3 y allí lo tienen, recomendando y radiando el tema, remitiendo al recién estrenado vídeo, que además ponen en portada. Y ahí queda claro: a ver con qué cara le digo yo que no a tanto azar.

La elección de Withor

EL COLUMPIO ASESINO – AMARILLO

La teoría es simple pero sólida. Parece, a priori, no tener fisuras. Tenemos una cara A reservada para el contenido que todo el mundo desea, lo definitorio, el casus belli de la compra o la descarga. Y, por otra parte, una cara B que funciona a modo de cajón de sastre, un lugar en el que todo vale: curiosidades, experimentos (generalmente sin gaseosa), idas de olla, descartes que tienen que conformarse con la Europa League… En una cara B todo es posible y podemos encontrarnos con la mierda más grande y putrefacta sin que nos importe, porque señoras y señores, es una cara B y para eso fueron inventadas. Pero a veces, después de esquivar la mierda, nos podemos acabar encontrando un tesoro. Y ahí está el problema. Ahí estamos jodidos.

Yo nunca he sido coleccionista. Y en lo musical, lo de girar y regirar, buscar entre vinilos polvorientos, singles descatalogados y maquetas desgastadas para buscar aquella canción que solo unos pocos elegidos han escuchado, pues me da pereza. Y eso que ahora con Spotify es sencillísimo. Pero no me sale. Por eso me molesta haber descubierto esta semana uno de los grandes temazos paridos por El Columpio Asesino. Se llama ‘Amarillo’ y es una maqueta, aunque luego la reeditaron en un single. Es la canción, según he leído, con la que se dieron a conocer por Euskadi, arrasando por todos los festivales amateurs.

Y me jode porque pienso que debería llevar años cantándola y bailándola, que me he perdido grandes momentos de mi vida con ella como telón de fondo y todo porque sus creadores decidieron esconderla en una maqueta, para premiar a los fanáticos de verdad o vaya usted a saber el porqué. Llevo toda la semana con ‘Amarillo’ en repeat, porque es mucho el tiempo perdido que recuperar. Déjenme, pues, que hoy odie un poquito, aunque solo sea un poquito y sea solo hoy, al Columpio, a la industria y al primer imbécil que para hacerse el gracioso decidió poner un temazo donde nadie podía encontrarlo.

La elección de Raúl

SHAMPOO – TROUBLE

No volveré, por ser ya una verdad asumida, a hablar del ‘Boom 11’, disco de 1996 esencial para la Transición en España, pero sí me centro esta vez en una de las canciones que ahí se incluyen y que desvelaron para mí un género fundamental: el resumen musical de goles. Intuyo que ya no se estila tanto, pero antes no había programa futbolístico semanal que no pusiera el broche con un compendio de las jugadas más espectaculares. Hablo, por ejemplo, de Lo Replus, el cierre de ‘El día después’ donde escuché este adolescente ‘Trouble’, a cargo de dos rubias británicas de los 90. Un irrelevante grupo ‘one hit wonder’, y siendo generosos.

Los ingredientes se iban repitiendo semana tras semana: básicamente golazos a cámara súperlenta, algún paradón gatuno del portero, celebraciones variopintas y toda la flora y fauna de las gradas, o sea, el circo del fútbol en los estadios (o esa síntesis aberrante y fascinante de la condición humana); todo ello, en la coctelera del montaje videoclipero hecho en un rato, sin virguerías. Al redactor más melómano le pedirían consejo para la música, y el producto ya estaba hecho, un domingo o un lunes más, no sin huir de los tópicos: en ‘Futbol Internacional’, el programa al uso del Canal 33, pusieron Los Rodríguez para los goles de la liga argentina y un ramalazo pop chicle en italiano para el calcio.

Si el fútbol es más bonito en los resúmenes, la plasticidad se dispara todavía más en formatos así, con la mínima acción amplificada a la épica, en un exceso de triunfalismo: como el del chiste, sería bueno que alguna vez el delantero fallara el disparo en tan lustrosa repetición, donde todo, ahí tan falseado, empaquetadito y postproducido, parece fácil. Géneros así, tan redondos, son culpables de que hoy en día yo continúe con mi enfermedad de imaginarme goles, golazos generalmente. Lo sigo haciendo a todas horas y siempre me salen obras de arte. Les falta la música y los créditos del final.