La Inercia no cuenta con hojas de reclamaciones, porque los temazos que recomendamos garantizan una satisfacción absoluta en el ciento y pico de los casos. Tenemos un índice de éxito tal que ya nos están estudiando la NASA y el FMI y los gurús de la movida emprendedora nos miran con ojos de envidia. Es científicamente imposible que las tonadas de aquí abajo les dejen mustios o con ganas de más, de verdad.

La elección de Withor

GUNS N’ROSES – LIVE AND LET DIE

La polémica estúpida de esta semana vuelve a estar relacionada con la obsesión –cada vez mayor- que existe por las listas (yo mantengo con ellas una relación de amor-odio, como ya he explicado en alguna ocasión) y la manía de encumbrar algo como lo mejor de la historia (cosa que por cierto un servidor hace con demasiada frecuencia). La protagonista de la historia es la revista Consequences of Sound, que quiso responder una ambiciosa cuestión: ¿quién es el mejor cantante de la historia?

Para encontrar la solución, se mesuró la amplitud del espectro vocal de una serie de cantantes, es decir, su capacidad para llegar a las notas más altas y a las más bajas. De todos ellos, el que tuvo una mejor puntuación fue Axl Rose, el acabado frontman de Guns n’Roses. La “polémica” (no nos engañemos, tampoco se ha iniciado una guerra civil) surgió cuando otra revista, Vintage Vinyl News (un nombre para nada pedante) aseguró que el estudio estaba incompleto ya que el análisis cuantitativo era muy limitado (vamos, que sólo habían incluido interpretes famosetes). Nuestros buenos amigos de Vintage ampliaron el rango y coronaron a Mike Patton (del grupo Faith no More) como el mejor cantante de la historia (ahí queda eso). Axl Rose se quedó fuera del podio, bajando hasta la cuarta posición.

Se podrían hacer muchas críticas a este proyecto (como el hecho de limitar a aspectos técnicos la consideración para definir quién es el mejor). Pero la pregunta que espero que Vintage Vinyl News me responda algún día es: ¿dónde coño os habéis dejado a Raphael?

La elección de Raúl

THE GACHISES – BECEITE

Que no se convierta Aragón, aleph de tendencias incipientes, en el nuevo Brooklyn. Ya avanzó V en la radio que el rap había homenajeado a Huesca, la capital mundial. En otra vuelta de tuerca a los estilos, ahora es el punk femenino quien le rinde tributo, no se sabe si con ironía, a la comarca del Matarraña y, en concreto, a un pueblo: Beceite. Años después de aquella campaña de ‘Teruel existe’, noto otro advenimiento de esas reivindicaciones, empezando por mí, que estoy a una visita de que me hagan un busto en la Fuente del Torico para agradecer las instituciones tanta escapada a la comunidad.

Sin embargo, en esa conquista del mundo me falta Beceite, «paraíso terrenal», a juzgar por la letra de este alegato rápido y sencillo, que proclama las virtudes del lugar como reducto mágico para el turismo rural. Hasta el ayuntamiento ya difunde el clip de este grupo, The Gachises, muy de género, de adolescencia descarada e íntegramente femenino y al que llego vía Miguel Costas. Esta semana he entrevistado al que fuera fundador de Siniestro Total y compositor de algunos de sus himnos (ahí están ‘Bailaré sobre tu tumba’ o ‘Assumpta’). La cosa ha ido de guiños: él ha colaborado en el disco de ellas (‘De Beceite a Stalingrado’ se llama), ellas le han compuesto la canción ‘Yo amo a Miguel Costas’ y vienen de telonearle en la Sala Zero de Tarragona.

Lo cierto es que se parecen más al pop rock de Aerolíneas Federales, otra banda de Miguel Costas, que al punk de Siniestro, aunque de estos tienen el apego por lo local y el panegírico hacia lugares impensables. Recuerdo a Los Nikis: «He nacido en Burgos y canto en inglés». Aquí The Gachises juegan a hacer punk con humor y sin violencias, aunque en el ideario se ponen serias y cierran filas en torno a objetivos de enjundia: poner el granito de arena para emprender desde Teruel y todo Aragón las políticas de dominación del planeta. Canciones así son ya los primeros síntomas.

La elección de V

PENDLETON WARD – ADVENTURE TIME THEME SONG

Con la muerte de LaSexta3, el número 5 de mi tele se quedó vacío. El runrún de fondo que me daban los trozos de película pillados al vuelo o las infinitas repeticiones de TodoCine se silenció de golpe, obligándome a ver cosas terribles como telediarios, debates encedidísimos o programas de cocina. Nadie debería pasar por eso.

Hace unos días decidí quitarme (de los tertulianos también se sale) y me puse a reordenar los canales. Decisión importantísima, oigan, porque en el mar embravecido de la TDT lo que no quede al alcance de un dedo no existe. De este modo, subieron posiciones Discovery Max, Neox o TeleDeporte, y se hizo con la corona central (el quinto botón) ese aleph de fantasías desquiciadas que es Boing. Una fuente de maná intelectual inagotable que riega las retinas con baños de hipercreatividad como ‘Gumball’, ‘Regular Show’ o la reina de todas ellas, ‘Hora de aventuras’.

Aunque ya me había metido a fondo en el Reino de Ooo hace años, nunca me había conectado tan directamente al origen de todo, al código fuente de la locura. Ahora vivo en un maratón eterno de buena tele (las series como ‘Monster High’ son pausas para descansar) que alcanza su cima cuando suena este felicísimo jingle, diez segundos de voz y ukelele (interpretados por el propio creador del cotarro, Pendleton Ward) que, por puro conductismo, me hacen superar toda insatisfacción vital. Ya ni siquiera echo de menos LaSexta3.