En esta santa casa somos muy de celebrarnos a nosotros mismos, de volver sobre nuestros pasos como en el eterno retorno de la marmota, y esta semana tenemos dos motivos para la fiesta: hemos radiado nuestro capítulo número 100 y esta veterana sección, faro cultural de occidente, alcanza sus 250 ediciones. Chicas efemérides para un proyecto que nació como vía de escape y que no leen ni los bots de Google.

Hace 250 semanas nos presentábamos así: «He aquí el nuevo juguete de los inercios: un post semanal, para celebrar la llegada de los viernes, en el que cada uno de nosotros les va a recomendar una canción. Un tema por cabeza, con mayor o menor justificación según el caso.» Creemos, señor juez, que hemos cumplido. El juguete ha dado juego y nos sigue divirtiendo, y por eso nos vamos a poner nostálgicos y a revivir, como un Rocky Balboa viejuno que sube una última vez al cuadrilátero, las recomendaciones de nuestro primer asalto. Una semana más, rock it, baby.

trescanciones250

La elección de Withor

GUILLEMOTS – SAO PAULO

«¿Cuántas canciones se pueden incrustar dentro de una canción? Si hacemos caso a Guillemots, muchas, aunque cierto es que los miembros de la banda (un inglés, un escocés, un brasileño y un canadiense… conduce la policía) se valen de alargarla hasta más allá de lo esperado, aunque nunca parezca suficiente…».

Entiéndanlo: éramos jóvenes imberbes, algo rebeldes y semiinconscientes. Teníamos ante nosotros un vasto universo (musical), tantas posibilidades a la hora de escoger que no sabíamos ni qué hacer con ellas. Conceptos como ‘esta semana no tengo inspiración’ o ‘no sé de qué escribir’ ni se nos pasaban por la cabeza, y la idea de escoger una canción no por ella misma sino por ser apropiada para una reflexión muy alejada de la música aún tardaría muchos meses en aterrizar. Hace 250 semanas fue la primera semana, y por aquel entonces no sabíamos que nuestra primera elección iba a ser determinante. Tampoco sabíamos que 250 semanas después íbamos a seguir recomendando sin descanso, ni mucho menos que 250 semanas después se nos ocurriría echar la vista atrás y ataque nostálgico mediante volver a escribir sobre nuestra primera vez.

Por todo ello, se me hace difícil contestar a una pregunta muy simple: ¿Por qué escogí ‘Sao Paulo’ de Guillemots? Si tuviera que arriesgar, diría que el azar jugó un papel preponderante. Pero desde un punto de vista analítico, debo reconocer que Sao Paulo se aproxima peligrosamente a algunos de mis hábitos de escucha musical: una canción larga y compleja pero de escucha agradable, una gran variedad instrumental y rítmica, una canción con muchas canciones dentro y un final catártico de esos que te pueden transportar a otra realidad.

Curiosamente, desde que recomendé esta canción, he estado años sin escucharla, sin acordarme de ella. Creo que el hecho de escribir sobre ‘Sao Paulo’ supuso para mí un punto de inflexión, llegando al límite: ya no podía exprimirla (ni disfrutarla) como hasta entonces. También he tenido olvidados a Guillemots. Leo (movido por una sana curiosidad) que hace más de dos años que no sacan un disco y empieza a haber rumores de disolución. Ni me había enterado. Tengo la sensación de que ocupando el primer lugar histórico de mi lista de recomendaciones, este grupo ya me ha dado todo lo que debía. Porque pasarán las semanas, los años y quizás algún día se acaben las recomendaciones, pero una cosa nunca cambiará: ‘Sao Paulo’, me guste más o menos, quedará grabada en mi piel y en mi vida hasta el final de mis días.

La elección de V

SID VICIOUS – MY WAY

«“My Way” presume de ser el tema más versionado de la historia. Paul Anka tomó la melodía de la francesa “Comme d’habitude” y amoldó su propia letra, Sinatra la convirtió en la conciliadora despedida de un elegante vivales y de ahí al cancionero popular, al puesto fijo en los karaokes.»

Elegí la feísima ‘My Way’ de Sid Vicious por el motivo que siempre debería mover esta sección: era lo que más escuchaba aquella semana. Todo lo demás son apellidos, zarandajas, justificaciones poéticas de lo prosaico. Aun así, oigan, qué acierto. ‘My Way’, versionada (destrozada) por Vicious, representa los dos polos entre los que debería moverse toda vida interesante: la elegancia, nocturnidad y suavidad del crooner y la distancia, iconoclastia y autodestrucción del punkarra. El humor implícito, de manera voluntaria o involuntaria, en al menos uno de ellos. No se me ocurre síntesis más imposible ni más necesaria, mejor declaración de intenciones de cómo quiere pasar uno por este perro mundo.

‘My Way’ es también el puente a muchos momentos de la historia de esta movida. Me hace pensar en karaokes (a muerte) en Filipinas. En Fenómenos Paramusicales, pasando de Francia a Bowie y de ahí a Sinatra. En John Cleese cantándola interpretando a un gorila con pajarita. Es una canción que ya forma parte de La Inercia, que casi podría ser el himno de nuestra emergente micronación si no fuera ya himno de tantas cosas.

Si, a fin de cuentas, cantar ‘My Way’ es justificar las decisiones vitales de uno, no veo mejor manera de mirar hoy atrás. Lo que hace 250 semanas era declaración de intenciones ahora es gratitud y satisfacción: queríamos tener al menos un hueco a nuestra manera y vive dios que lo hemos conseguido.

Porque La Inercia no es sólo una web, o un programa de radio, o ni siquiera un modo de vida. La Inercia es un grupo de amigos, una excusa para mantener los vínculos existentes con ellos o incluso ampliarlos y crear nuevos. Inercia somos la cúpula, la familia extendida y la reserva pero también los lectores, los escuchantes y hasta los ciudadanos. Esta especie de tropa militar pacifista, de compañía teatral sin teatro, de banda de música sin instrumentos, es en última instancia lo que hace que me alegre tanto la efeméride.

Sería poético cerrar aquí el chiringuito, despedirse con 100 programas, 250 #TresCanciones y cantando ‘My Way’ como los grandes. Pero nosotros somos más de alargar, de pasarnos la bienvenida y resistir hasta que no quede nadie a ninguno de los dos lados. Nos va recoger la fiesta, cerrar los bares y abrir los after. Vivir, semana a semana, bien acompañados y a nuestra punkie, chistosa y melancólica manera.

La elección de Raúl

THE ROLLING STONES – SHE’S A RAINBOW

«Psicodelia bonita y sesentera creada dos años antes de Woodstock. Una explosión colorista, hippy y happy, pero a la vez una progresión fantástica, una especie de montaña rusa con un piano que se mantiene como guía, coros de ‘uh la la’ y una orquestación amplia, con cuerdas y hasta el melotrón de Brian Jones, leo por ahí».

Arranqué yo, hace 250 semanas, tremendamente formal y académico, a la par que clasicote. Aquellos textos nuestros de entonces, de aquella primera vez, tenían la ingenuidad entrañable de no saber cómo, años después, iba a desvariar la aventura, mucho para bien: siempre hoyamos las cotas más altas cuando fabulamos sobre la canción, cuando la manoseamos, deliramos o nos despegamos: cuando nuestra penca existencia se transparenta en ella (o cuando ese vivir se convierte en la materia prima). Me hace gracia revisitar aquello, y ver cómo hasta colaba citas de años, nombres de discos y referencias históricas serias, como si me agarrara al rigor por miedo a implicarme demasiado. No tardó en llegar el desmelene, aunque fue algo progresivo, sin darnos cuenta, y hasta se podría trazar un gráfico con la evolución.

Sucede que no le dimos al debut la trascendencia, incluso emocional, que hoy podría tener. Nada que ver con lo que vino después en cuanto a búsquedas: estas recomendaciones han sido y serán fruto de recolecciones cotidianas y, a veces, de divertidos quebraderos de cabeza. Se acerca, disculpen la falta de pudor, a algo parecido a la realización en tanto que columnismo libérrimo. Dice Enric González que decía Haro Tecglen que el reto de todo plumilla es ensanchar cada día más la columna, que quepa más (no hablo de espacio físico), romper las costuras, ir quebrando los corsés poco a poco. Algo así, un ensanchamiento, hemos hecho con el Tres Canciones, que ha sido similar a una cita pseudoperiodística regular y como tal, cumplir con ello es a veces puñetero (artículos que cuestan, que no salen ni a tiros) pero siempre gratificante.

No soy stoniano ni psicodélico, así que tendrá nuevamente el azar que justificar tan ibicenca elección, determinada por la aleatoriedad de un reproductor mp3, más o menos random, dando vueltas seguramente camino del trabajo. No hubo demasiado proceso o criba, ni razonados posicionamientos previos. Andaría yo picoteando, a cuentagotas, de la discografía de los Rolling y se me coló ‘She’s a rainbow’, esta cosa archiconocida, radiante, compleja e histórica. Pero algo ha cambiado: ni plausible icono de Woodstock ni bandera hippy de los 70; el tema va a ser desde ya y para siempre el debut en este fenomenal jardín recomendatorio (así lo comunico, con orgullo torero, cuando suena en algún sitio). Uso jerga pop y, como diría un fan de One Direction, esta canción significa mucho para mí. A mucha honra, carajo.