Nos dicen nuestros abogados que bajemos marchas, que últimamente estamos muy subiditos y ya nos han llegado demasiadas cartas de protesta. Se manifiestan contra La Inercia Lou Reed, la Asociación de Críticos Musicales, la de Internautas Buenos, la de Internautas Malos, la Italoplaga, los Amigos de la Física Newtoniana, los de la Einsteniana (a Michio Kaku creo que le molamos), el Club de Fans de GothicDolls, el de Raulito y el Unificado de ambos, el pub Arny, Jesús Vazquez y uno de los Morancos. La semana que viene, adelantamos, lo van a querer hacer unos cuantos más. Querellitas en plaza Castilla; cojan número si quieren unirse.

La elección de V the Wanderer

MIGUEL BOSÉ Y SHAKIRA – SI TÚ NO VUELVES

Hortera Miguel Bosé, hortera Shakira y hortera yo por escucharlos. Pero qué quieren que les diga, este dueto incluido en ‘Papito’ (¡argh, ‘Papito’!) tuvo un lugar en mi coche y mi emepetrés durante meses. Y lo que me emociona. Parte de la culpa la tienen unos arreglos melosos, algo típicos pero muy líricos, a base de piano y cuerdas, que se desprenden del sintetizador y los aires de new age de la original. El contraste entre las dos voces enriquece el conjunto y da ritmo, con momentos armónicos certeros. Y ambos intérpretes, ojo, están en su exacto sitio. Asusta tener que alabar a estos dos, pero coño, qué.

Antes del dueto con la del ‘Waka-waka’ (plagio, ¿eh, Andrés?) Bosé había cantado este tema en italiano (italoplaga inversa), en inglés (‘They’re only words’) y con Ana Torroja (la gira ‘Girados’). Eva Amaral se atrevió a versionarlo con el sosainas de Chetes, que aplatana el tema y desluce el papel de la maña. Este baladón requiere pasión, sobreactuación, fuerza. Si vas a hacerlo, hazlo al máximo. Ostias ya.

Como los mejores temas, trata de la ruptura, del abandono, del vacío, del amor que no por agotado deja de ser precioso, y lo hace con suavidad visceral, con épica dulce. Como pasó con el ‘Everytime’ de Britney cuando lo pilló Glen Hansard, ‘Si tú no vuelves’ podría ser un temón sincero y doloroso (aún más) si los intérpretes adecuados le metieran mano. Tal vez Bunbury dentro de veinte años. Mientras tanto, horteras.

La elección de Raúl

JUAN PERRO – CHARLA DEL PESCADO

Huelga decir que Santiago Auserón es un tipo coherente, serio, respetado. Añado que es un tío libre, la verdadera independencia, y ése es el auténtico tesoro de este negocio. Lo corroboran hechos, y no flequillos ni poses ni portadas: la regeneración de la movida, tras facturar con Radio Futura un pop inteligente, inquieto y oscuro, hasta asumir, álter ego mediante, una carrera guadianesca bajo el sello de Juan Perro. Auserón tan pronto se entrega al jazz, como recupera sus éxitos con la orquesta del Taller de Músics de Barcelona, o le da por acercarse a Compay Segundo o a Nueva Orleáns, eso cuando no se toma un par de años sabáticos, o cuando no versiona éxitos setenteros con su hermano, o cuando le queda tiempo libre después de terminar su tesis de filosofía.

Libertad, autonomía, comercialidad con dignidad, intelectualidad sin elitismos, elegancia bien llevada; en fin, quebraderos de cabeza para el fan medio, pues seguirle la pista no es sencillo. No sé muy bien de qué va esta canción apegada al rock latino, no sé si es una crítica velada al inmovilismo, al estancamiento, a ese pernicioso y reconfortante dejar fluir la vida, a las discusiones baldías o a las reprimendas parejiles. No sé si es una oda al tonto Simón que ya retratara en los 80 con Radio Futura. Apenas conozco la discografía de Juan Perro (sí escuché mucho este disco, Mr. Hambre) pero celebro que siga ahí, a lo suyo, ajeno a modas y leyes y listas. Me tranquiliza que siga sacando discos cuando le dé la real gana, por algo ha hollado de sobras la cumbre que está por encima del bien y del mal.

La elección de Withor

AZIDO SULFÚRICO – ME COMEN LOS BICHOS

Hecho la vista hacia atrás, sin melancolía ni nostalgia, y me doy cuenta, valga la rebuznancia, de que los años pasan, los tiempos cambian, nosotros también y que soy un asiduo a los tópicos. Últimamente, por unas cosas o por otras, pienso en años ‘A’ cuando debo hacer el tres canciones. Te das cuenta de que hay songs que habías olvidado, y al recordarlas, comprendes que no sólo habías borrado esas canciones, sino todo el universo que giraba a la velocidad adecuada alrededor de ellas.

Recuerdo cuando tenía el módem de Internet de 56 ks. Cuando para bajar una canción se tardaba un lustro, tres meses y dos días. Cuando leía la página de Pae. Y su guitarra. Y escribía crónicas para él. Y cuando me bajaba canciones -esfuerzo, sudor, constancia- de grupos maqueteros que aspiraban a ser los nuevos ‘robe’, ‘drogas’ o ‘yosi’. De cuando las escuchaba. De cuando, ipso facto, me enganchaba a ellas. Recuerdo Neurastenia, La Taberna de Moe o Azido Sulfúrico. Y recuerdo cuando se las pasaba a Raúl en un pen-drive. Y decía que también le gustaban. Yo siempre le creí.

Pequeños recuerdos compartidos por los que hay que luchar, hasta agotar nuestras fuerzas, para que no acaben en la oficina que Víctor relató, dejándonos a todos un poco más tristes de lo que ya éramos.