Esta semana tuvimos noticia de que una ciudadana de bien ha escuchado nuestro podcast dos veces. Lo que implica que, por nuestra culpa, se ha tragado por partida doble el ‘Metal Machine Music’. La dirección de La Inercia lamenta lo que pueda haber podido pasar y lo adjudica a un error humano. Juramos que no volverá a pasar.

La elección de V the Wanderer

SAYCET – EASY

Son las tres y media de la madrugada y sólo quedo yo. Sólo quedo yo con mi netbook en el regazo, ultimando los detalles de éste y aquel trabajo, comprobando que no me va a dar tiempo a llegar a la fecha límite. La saludaré al pasar, como dijo Adams. Todos duermen, menos mi estrés y yo y las voces que cantan desde el otro lado de Spotify.

Y ahí llegan Saycet, con toques de caja de música electrónica, ambientes rebobinados, atemporales, y una voz dulcísima que consigue, poco a poco, relajarme. Salen de una lista que lleva por título «Relax» en la que también habitan Kwoon y la banda sonora de ‘The Fountain’. Me derrito y me fundo en la noche, en la soledad, y recuerdo esas madrugadas larguísimas en las que mis neuronas se encendían y parían lugares y cuentos.

Poco a poco, hasta los últimos compases, dejo que la música me vacíe. Me recuerda algo a Detektivbyrän; una versión femenina, post-triphop, suave. Pienso en este regalo involuntario y nocturno. Pienso en este último empujón, pienso en que pronto, tal vez, vuelvan esas madrugadas y esos cuentos. Piensos en los lugares a los que me lleva ahora mismo esa extraña nave de Saycet, en la silenciosa soledad de las 3:40 de la madrugada.

La elección de Raúl

DËNVER – LOS ADOLESCENTES

Aquí somos unos clasicómanos del demonio pero de vez en cuando nos gusta ir de guays y abrazar las nuevas tendencias moderniquis. Y en esas, que se ve que el pop chileno lo está petando, chavales. Últimamente me encuentro a Dënver hasta en la sopa: me los recomienda de soslayo un amigo, leo noticias de que el dúo se ha quedado tirado en Barajas y me salen en una antología de ¡pop folclore electrónico chileno! que viene con la revista Zona de Obras (la verdad, flojita flojita esta autodenominada biblia de la cultura latina que me compro por probar y me deja frío).

Esta canción es el bailable single de ‘Música, gramática, gimnasia’, tercer disco de esta pareja (apunte marujón: Marina y Milton, que así se llaman, primero fueron amigos, después novios) de Santiago de Chile. Pasaron de tocar en los microbuses de la capital chilena a compartir tablas con Belle and Sebastian. Ahora son la sensación de los festivalillos ‘indies’ de verano que se preparan por la península.

Suena una base bien dance, tela de sintética, con riffs de guitarra saturados, una letra mínima sobre dudas en la edad del pavo y una melodía pastel de dos voces, en plan pimpinela, rayana, lo sé, en el tontipijopop. Todo muy esponjoso, algo sonrojante, pegajoso, ingenuo, del peloteo de partido de tenis que suena al principio a la electrónica chicle de después, de Los Punsetes a la Casa Azul. El esplendor del pop chileno, amigos. Quién me mandaría a mí.

La elección de Withor

OMD – JEAN OF ARC (MAID OF ORLEANS)

Esta semana Raúl habló de nuestras peripecias remotas en el Pandora’s. No me gusta repetirme, pero el pasado sábado por la noche, antes de la publicación del amigo torrefortino, ya había decidido el trescanciones de esta semana. Y el relato me obliga a transportarme a ese tugurio, al cual insisto que deberíamos ir más. Pero no lo hacemos.

José no tarda ni un segundo en saludarme y, sorprendentemente, se acuerda de mí. La camarera también. Me dicen que ‘hago mejor cara’, algo obvio teniendo en cuenta que siempre que he estado allí era en un estado lamentable. Esta noche, no. Veo el local lleno, y me alegro. José me cuenta sus historias de siempre. Pocas veces escuchadas para ser cansinas. Su objetivo de traer a Loquillo, me enumera los 16 números uno en Estados Unidos de un grupo que desconocía y me enseña, orgulloso, el cuadro firmado de algún artista nortemaricano afincado en Altafulla que parece ser importante.

Y suena la música, y como -a veces- me pasa, alguna canción, por motivos que desconozco, me impacta. Le pregunto a José. Me pronuncia un nombre en castellano y pienso que el whisky ya ha fichado y ha empezado su jornada laboral. Sólo escucho el nombre del grupo. OMD. ¿Los de Enola Gay? «Sí», responde, «tuvieron 32 números 1 entre 1981 y…»

Llego a casa y razono, Spotify mediante, que la canción era Juana de Arco. La escucho y, obviamente, no es tan buena como me pareció en el bar. Pero tiene algo. Ese punto ochentero, ese olor a sintetizador cutre chamuscado que siempre desprecio pero que en el fondo me despierta algo. Y quizás porque mis 3/4 cervezas de la noche también han fichado, o porque José es una persona realmente entrañable, tomo la decisión. No había vuelta atrás. El trescanciones de esta semana estaba adjudicado.