Ahora sí. Hoy es el segundo aniversario de La Inercia. Ésta es la fecha sancionada por la UNESCO y la Curia Vaticana de las Fiestas de Guardar. Ya pueden vestir sus mejores galas y tomar las calles, pancarta en mano y este montón de temazos en sus reproductores: ¡estamos de fiesta!

 Invitado especial: Desiderio

No podíamos dejar pasar la efeméride sin invitar a alguna firma de prestigio que sazonara estas recomendaciones. El staff al completo de la Rockdeluxe declinó la oferta por razones de agenda o desavenencias artísticas, los de EfeEme.com no cogían el teléfono y en la Rolling tenían que limpiar los teclados. Así que llamamos a Desiderio, el goblin apático que vive en mitad de la Nada y que nunca ha sido crítico ni músico pero sí frustrado y le pedimos que añadiera una segunda opinión a nuestras selecciones.

La elección de Raúl

MIKE OLDFIELD – MOONLIGHT SHADOW

Conversación en el bar de Julio y Natalia, los chinos, algo así como la oficina de los improvisados consejos de redacción de La inercia. Le digo a V que voy a recomendar esta semana ‘Moonlight shadow’, de Mike Oldfield. Y él empieza a tararear ‘Man in the rain’, de Mike Oldfield.

Confusión, universo resquebrajado, efímero caos. Gastamos unos minutos en reconducir el desorden. ¿Es la misma canción o son distintas? ¿Cuál es cuál? Se parecen en la luminosidad pop, aunque ‘Moonlight shadow’ es más histórica, y así repasamos temas de aquí y de allá que se asemejan entre sí, homenajes (o autoplagios), más o menos explícitos, o hasta versos en spin off que acaban generando otros temas. La cosa daría para un artículo grandote, pero volvamos.

De bien pequeñito (la canción tiene exactamente la edad de los inercios) me sobrecogieron los contrastes: un estribillo pegadizo, asequible, y una temática oscura, desde el videoclip inquietante hasta la letra, que menciona cielos, claroscuros y lunas. La envoltura, de radiofórmula; el trasfondo, de literatura romántica, en el buen sentido de la palabra romántica. La voz es de la escocesa Maggie Reilly, culpable de los éxitos del multiinstrumentista Oldfield, ora experimental, ora masivo. Por una extraña conexión, me recuerda a ‘El rayo de luna’, una de las sublimes leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer, y siempre me dio miedo: la visión fantasmal, las estrellas, la sombra misteriosa, la pistola, el disparo, la incertidumbre de que la canción, leo ahora, años después, pueda estar dedicada a John Lennon.

La elección de V the Wanderer

THE OFFSPRING – GENOCIDE / CHANGE THE WORLD

O tenemos un topo en La Inercia o hablamos demasiado entre nosotros. En mi lista de «cosas que hacer en la web» constaba «reivindicar al Chaval de la Peca», pero Raúl se me adelantó. También les quería recomendar ‘Corazón contento’ de Marisol, pero también llegué tarde. Hoy no me vas a pillar, pardal. Recupero mis anotaciones sobre «canciones que nacen de otras» y veo que ese mismo día, en el bar de Julio y Natalia, nombramos uno de mis casos favoritos: ‘Genocide’ y ‘Change The World’ de The Offspring.

La primera está incluida en ‘Smash’, leyenda del punk-rock de los 90 (dato paramusical: la primera vez que supe de este álbum fue porque lo vi, de pequeño, en la camiseta de un chaval paseando en el Pryca). Corte rápido, furioso, perfecto representante de la vertiente más pirómana de la banda de Dexter Holland. La letra es cínica y descarnada, casi nihilista, con el «homo homini lupus» (o «dog eat dog») como bandera. A mí me cautivó especialmente el enérgico riff de guitarra que domina y mueve todo el tema.

Al final de ‘Smash’ (última pieza del mismo disco) una variante de ese riff hacía las veces de outro, esta vez con un tempo más lento y puntuado por una batería pesada. Les quedó tan curioso el asunto que lo recuperaron tres años después, ya convertido en un tema completo, como cierre de su ‘Ixnay on the Hombre’: era ‘Change The World’, secuela espiritual y temática de ‘Genocide’ que seguía dándole caña al mundo deshumanizado y egoísta, al «sálvese quien pueda», con el mismo humor desafectado. Salió un díptico resultón que me veo incapaz de separar y que hoy, con media Inglaterra quemada, viene más al pelo que nunca.

La elección de Withor

 A PALO SEKO – SE NOS ROMPIÓ EL AMOR

Si alguien me hubiera dicho que me acabaría gustando una canción de ‘A palo seko’, probablemente lo habría mandado a la mierda. Entiéndanlo. Fue grupo mitificado en época universitaria por los inercios. Y motivos, había. Por ejemplo, las portadas de los discos -con Martínez el Facha de artista invitado-. O la ausencia total de algo parecido a una melodía. El rollo punkarra ‘todo es una mierda’ acaba siendo motivo de escarnio. Pero no hay que rascar demasiado la superficie: el simple hecho de que existiera un grupo así era suficiente para echarse unas risas.

Algo había, sin embargo, que relucía con su propia luz y se situaba alto, muy alto, inalcanzable para todo lo demás. La voz. Esa voz. ¿Voz? Tenía un problema cuando escuchaba este grupo. Y es que me hacía pensar mucho, demasiado. No paraba de hacerme preguntas:  ¿Por qué forzar la voz hasta límites guturalmente tan peligrosos se considera como algo positivo? ¿Cómo puede gustarle a alguien que se cante así? ¿El dolor de cabeza es un efecto secundario generalizado al escuchar un disco suyo? ¿Cómo puede acabar ese hombre un concierto? Aunque la pregunta más importante era la siguiente: ¿Qué necesidad hay de cantar así? Amigos ‘A palo seko’, ¿qué ganáis cantando así?

No lo entendía, y sé que nunca lo entenderé. Por eso me sorprendo al escuchar ‘Se nos rompió el amor’ una y otra vez y considerarlo, sin tapujos, temazo. Ya saben la historia. El Jueves saca un disco de versiones imposibles -ojito también a ‘En un mercedes blanco’ de Marea que repatea la original-. A Palo seko versiona una de Rocio Jurado. Que sí, que lo lees, te ríes, lo comentas, te vuelves a reír, haces tres bromas al respecto y siguiente tema. Pero no.

Los violines iniciales provocan que la canción te la tomes en serio pese a ser de quien es. La letra es buenísima: si la hubieran compuesto ‘Los Planetas’ posiblemente la alabarían. Dura, realista, cruel hasta desgarrar. Y en ese contexto, la voz gutural de ultratumba no es que no moleste, es que le da un plus a la canción. ‘Me alimenté de ti por mucho tiempo, nos devoramos vivos como fieras’ no son versos escritos para la voz de Rocio Jurado. Me cuesta creermela. El dolor, el destrozo, la pasión desbocada, necesitan otro matiz. Por una vez, el uso de la voz gutural había adquirido sentido.

La elección de CanoGarfunkel

JOAQUÍN SABINA- Y SI AMANECE POR FIN

No me prodigo en demasía por éstos lares, pero un segundo aniversario lo vale. Tras pensar incesantemente en recomendar unas cuantas melodías transgresoras del grupazo Nudozurdo, cuando ya tenía la canción escogida, va y se cruza por mi mente la harmónica de ‘Y si amanece por fin’. Podría ensalzar otros mitos de Sabina, de su época más potente, finalizada con esa obra maestra que viene a ser su paradigma; ’19 días y 500 noches’. Pero vale más la pena escarbar en su discografía y encontrarse con uno de sus primeros temazos blues, justo en un disco, ‘Mentiras Piadosas’, poco conocido, bisagra entre el sonido menos trabajado y caótico de los ochenta y la excelencia melódica y poética ejercida durante los noventa.

Reconozco que este tema me tocó la fibra al ser escogido para formar parte de aquellas míticas cintas del Ibiza que recitaba de memoria de camino a inhóspitos pueblos como Rasquera o Masboquera para ver rodar el balompié. Sin embargo, después de años sin palparla, la mitificación se mantiene, quizá por su ambigüedad sentimental, a través de unos teclados que en ocasiones me provocan tristeza y cierto hundimiento, mientras otras me inyectan optimismo. El toque canalla de Sabina en la letra, como casi siempre que habla de las mujeres, las referencias al coito como placer fugaz sin ninguna responsabilidad que sobrepase las nueve semanas y media y la increíble guitarra eléctrica del minuto 3 acaban por encumbrar al tema. Se veía venir la grandeza de Sabina, pero no su decadencia sin límites, especialmente en lo musical, a partir de ‘Diario de un peatón’.  ¿Tiene capacidad de recuperación el enfermo?