Entre castañas y calabazas anda el juego. Entre fogatas, fantasmas y demonios. Entre oscuros riffs de Messer Chups y alegre twist de Bobby Picket. Entre historias de terrorífico terror y risotadas de serie Z. Es Halloween en La Inercia (en Port Aventura hace meses que lo es) y dejamos libres unos cuantos temas de mucho espanto. Ándense con ojo.

 La elección de V the Wanderer

DEAD MAN’S BONES – DEAD MAN’S BONES

Lo que empezó como musical de Halloween acabó en discazo. Ryan Gosling (otro actor a la lista) y su colega Zach Shields se vistieron de multiinstrumentalistas góticos y parieron este muy paramusical álbum (da para artículo; lo tendrá) lleno de resonancias de ultratumba, de romanticismo fantasmal, de esqueletos, espectros y sanísimo sentido de la diversión.

Todo el conjunto tiene algo de ensayo improvisado, de juego, de free jazz (¿free folk rock?). Es espontáneo, etéreo, cavernoso, inocente, tétrico, elegante. Tienen ensoñaciones de la talla de ‘Buried in Water’, himnos como ‘My Body’s a Zombie for You’ o melancólicos lamentos del nivel de ‘Young & Tragic’. Todo vestido por un poblado coro de niños que cambia en cada concierto.

El tema titular del cedé se mueve con coros graves, percusión fuerte y letras sincopadas, y pasa de la furia al llanto, de la energía a la desesperación, de los golpes a los ecos de cristal. Lleva por título alternativo ‘For Weddings and Funerals’ y se me antoja también como la fórmula perfecta para invocar espíritus y convidarles a un guateque. Si estáis entre nosotros, marcaos un par de pasos.

La elección de Withor

LED ZEPPELIN – DAZED AND CONFUSED

Pues al final, tanto reírnos de Paulo Coelho, de su pseudofilosofía, de las vidas que ha cambiado a ritmo de word, y de su misticismo a precio de saldo para principiantes, y va a ser que el muyayo tenía algo de razón. No me miren mal, ni malpiensen. Pero como el pastor que conoció al alquimista, me he encontrado (ojo!!! SPOILER!!!) con que el tesoro que andaba buscando estaba ahí mismo, al principio de todo, y yo sin darme cuenta, y con estos pelos.

Hacía mucho tiempo que no escuchaba a los Led Zeppelin. Años ha. Lejanos quedan ya los tiempos en los que no paraba de sonar aquella cinta de cassete cuyo reencuentro es utópico. No me culpen a mí, hagánlo a las circunstancias. Uno deja de comprar cedeses, no le gusta escuchar música en YouTube, se engancha a Spotify, y los suecos no incluyen ningún disco de los Led en su repertorio. La inercia te lleva a otros sitios, deambuleando de aquí para allá, y acabas dándote cuenta de que has olvidado como llegaste al destino final. Y eso que, como diría el tonto de Coelho, lo importante no es el destino final, sino el camino.

Y el mío está plagado de canciones con mensajes satánicos, de riffs inimitables, de botellas de Jack Daniels, de arcos de violín destrozados sobre guitarras con dos mástiles, de vómitos que provocan la muerte (¿o era al alcohol?), de 40 vodkas con naranja en una noche y sin sacarla, de peces en la vagina de una groupie, de historias de la bruja Crowley, de escaleras que llevan al cielo, de solos interminables, lo que sumado equivale a un camino plagado de rock and roll.

Esa ha sido mi senda, la que he elegido, la que se ha ido construyendo sobre mis decisiones. Porque tú, Coelho, ¡gilipollas! Yo no he necesitado que venga un alquimista para decirme cual era mi destino.

La elección de Raúl

DOCTOR EXPLOSION – DRÁCULA YE-YE

La original la cantó Andrés Pajares. Ahora vienen Doctor Explosion y la versionan bajo el nombre falso de Los Zerotes, una coña en la que el veterano trío asturiano, amante del sonido analógico y vintage, se autohomenajea a base de covers cantados por ellos mismos y adjudicados a bandas inventadas. El disco se llama ‘Aquellos maravillosos 90. Tributo a Dr. Explosion’ y es, citándoles del libreto, “una mezcla desordenada de ritmos arrogantes y distorsionados que, encubierta por una imagen de desenfado juvenil, pervierte nuestra savia adolescente con su contenido degenerado”.

Con esas trazas dar algo parecido al miedo es imposible, y más si uno se imagina a Pajares (¿aún está vivo?) como un vampiro crápula, hippy y bala perdida que fuma porros y se enchufa ‘pastis’ en vez de chupar sangre. Hay algunos cambios para radicalizar la letra: el Drácula que hace “pipi” aquí se convierte en el que se mete “tripis” (mimetismo tal vez por el Pajares actual).

Gobiernan las guitarras surferas, los gritos a lo Messer Chups, las risas que rezuman serie Z (incluyamos allá al producto nacional, del que Esteso y el citado Pajares darán buena cuenta) por los poros y una urgencia punk e imperfecta, esa que ya de natural lleva a Doctor Explosion a despachar canciones únicamente sostenidas por un grito o una exclamación animalizada. Jorge, el líder, es un gurú cachondo de la producción ‘indie’ en su estudio Circo Perrotti, en Gijón. Cuentan de sus sesiones que, sin dejar de ser profesionales, tienen un punto surrealista y desbocado, de esas en que los grupos (generalmente de garage, venidos desde Australia hasta Estados Unidos) se reservan tres días de grabación para el disco y les sobran dos que aprovechan para salir de marcha. En fin, que locura, diversión y paroxismos, pero miedo, lo que se dice miedo, pues no (o como mucho, la sombra, que sobrevuela, de Pajares).

Un mensaje especial de Desiderio