Se cumplen cincuenta asaltos de este evangelio del buen gusto y tino, cuarenta y tres años de la grabación de ‘At Folsom Prison’ de Johnny Cash y dos semanas de ley antitabaco (y sin noticias del «cigarrón»). La Inercia celebra estas efemérides con tres nuevas antorchas para estos tiempos de oscuridad en lo musical, certificadas, compulsadas y comprobadas ante notario.

La elección de Raúl

LILITH – OLVIDO

Que los grupos de rock duro tejen fabulosas baladas si levantan el pie del acelerador no es ningún hallazgo. Esta banda barcelonesa, de trayectoria breve pero en imparable progresión (y ya es mucho, por cómo están las cosas), es compañera de farras, filosofía y estudios de Barricada, El Último Ke Zierre o Reincidentes. Se descuelgan aquí (en ‘Sal si puedes’, su segundo disco hasta la fecha) con un baladón académico, de libro, que te agota, te exprime, te consume, te vacía, igual que ellos lo hacen sobre el escenario, explotando cada noche en insana catarsis como si no hubiera mañana.

Agnés canta mejor que nunca, la progresión desde lo íntimo y confesional hasta el desgarro ruidoso es perfecta, los músicos están en plena forma; y luego el solo de guitarra heavy, la apuesta decidida por la melodía, la lírica trascendente, la rabia ‘in crescendo’, las cuentas pendientes, la maniobra cuasi-épica de exorcizar los demonios, como dirían los poetas bohemios advenedizos.

El rock urbano alcanza de vez en cuando interesantes cotas de emoción y poesía, y baladas como éstas son las pueden aupar en breve a Lilith a la Primera División de la cosa musical, en un ascenso currado y sostenido, sin pelotazos. La canción, que va de olvidos, fantasmas, oscuridades, memorias y juicios, vale, por lo menos, como brutal ejercicio de estilo pero que no te pille con las defensas bajas, o el día tontorrón, o las llagas del pasado, parafraseo mediante, todavía en carne viva.

La elección de V the Wanderer

SIOBHAN FAHEY – SHE’S LOST CONTROL

Unas cuantas canciones atrás, Withor saldaba su deuda cinéfila con Anton Corbijn e Ian Curtis y se embuchaba la magnífica ‘Control’, una película que tiene el sello de aprobación de La Inercia. Ese acto le movió a recomendar ‘Love Will Tear Us Apart’. Esta semana es el turno de este humilde juntaletras, que tras ver la cinta (Raúl, quedas tú) decide recordarles esa brillante perla de opaca asfixia que es ‘She’s Lost Control’.

Vamos ahí con una de esas versiones retorcidas que nos gustan. Siobhan Fahey, cantante de Bananarama (no aguanto ‘Venus’), se enfunda en su personaje de madura dominante, mujer fatal, y donde Curtis expresaba el miedo al arrebato ella habla de deshinibición, de soltar ataduras que frenan el poder. En resumen, de sexo. El sexo es siempre un juego de poderes, el poder de dominar y el de dejarse dominar, y la voz de Fahey controla al detalle el juego.

Ilustra el tema un destacable videoclip realizado para la marca de lencería Agent Provocateur (aquella de Kylie Minogue y el toro mecánico, ¿recuerdan?), con Dita Von Teese poniendo cuerpo y acciones a las descripciones de la Fahey y un intento de sátira política que no acaba de cuajar. Sí funciona el toque divertido, los frentes paralelos (Fahey disfrutando del espectáculo, Dita a tope -¡esas medias!-, los guardaespaldas guitarristas) y la hipersexualidad acercada a las masas. Resumen: está bien perder el control. Hasta Curtis hubiera alegrado esa cara ante tan liberador mensaje.

La elección de Withor

GLUTAMATO YE YE – HAY UN HOMBRE EN MI NEVERA

Uno de los discos que marcó mi adolescencia -y la de Raúl, lo sé- fue  ‘Las 101 mejores canciones del pop español’, que bajo el prestigioso amparo de Crónicas Marcianas se editó en algún momento de los 90. La idea era buena, y recordemos que en aquella época no había Spotify -ni Internet en mi casa, de hecho-. Un recopilatorio con lo mejor -supuestamente, la objetividad nos la pasamos por el forro de los huevos, como siempre en estos casos- de la historia del pop español. Aunque en su momento me fascinó, y los 5 discos se iban alternando constantemente en mi flamante radio-cd, ahora lo miró y me doy cuenta de que el 90% de aquellas canciones forman parte de mi pasado, un pasado que no quiero rescatar.

Pero hay excepciones. Aunque nunca me gustó la movida madrileña -invento forzado y sin ninguna credibilidad, como se demostró con el paso del tiempo- había algunos grupos que, aunque fuera para echar unas risas, merecían la pena. Glutamato Ye-Yé era uno de ellos, y ‘Hay un hombre en mi nevera’, una buena muestra de la música de aquella época. Letra estúpida a la par que genial, una música más oscura de lo que recordaba (¡cojones! hay algo de Joy Division aquí) y esa sensación de hacer música sin pretensiones, por hacerla, sabiendo que lo que estás haciendo nunca pasará a la historia. Y, lo más importante, sin pretenderlo. Aunque, en el colmo de las paradojas, aquellas canciones tontas, que sólo servían para echar unas risas, han acabado siendo las únicas que aún ocupan un pequeño, aunque seguro, lugar en el cementerio de las canciones que uno no se avergüenza en recuperar de vez en cuando. Además, yo también he tenido la sensación en algunas ocasiones de que había un hombre en mi nevera. Saquen sus conclusiones.