Mientras nos arracimamos junto a la tele para ver el especial de Raphael de este año, los inercios no sentimos ni una pizca de ñoñería ni ternura. Tampoco caemos en el acceso de cinismo fácil y no nos cagamos en las fiestas, su superficialidad y el consumismo de la abuela. Así somos. Sí adoramos con cierta ilusión pagana el nacimiento del Sol Inconquistado (Natalis Solis Invicti) y el del dios nórdico Frey, del cual la tradición cristiana tomó a Yggdrasil, árbol de la Vida o del Universo (o de Todo lo Demás), y lo cubrió de serpentinas y bolas para deleite de nuestros gatos. Felices fiestas a ustedes también.

La elección de V the Wanderer, el Fantasma de las Navidades Pasadas

VAUGHN MONROE – LET IT SNOW! LET IT SNOW! LET IT SNOW!

Ahí va mi teoría sobre el origen de la navidad: necesitábamos un motivo, una fiesta, una celebración, que le diera vidilla a este aplatanamiento que es el invierno, a sus interminables horas de noche, sus nevadas y sus temperaturas bajo cero (íberos: ¡no conocéis el invierno!). Las luces, las (por lo general, horribles) canciones y los atracones son la única barrera entre nosotros y el suicidio en masa.

Pero el invierno, jóvenes, es melancolía, reflexión, apaciguamiento, y así nos ha salido la festividad: cálida y gélida a la vez, recogida, íntima, con esa alegría tan indistinguible de la tristeza abstracta. Estar en casa calentito mientras el mundo se hunde en nieve al otro lado del cristal.

Por eso me gustan tanto estos villancicos usamericanos, elegantes, entrañables sin ser estridentes, festivos sin algarabía. Este ‘Let It Snow!’ va de un encuentro al calor de la lumbre, de la buena compañía, del viaje de vuelta con la tibieza del contacto humano disolviéndose frente al terrible clima. Sin estropicios religiosos ni edulcoramiento artificial. Encima, lo han cantado desde Ella Fitzgerald a Kylie Minogue, pasando por Dean Martin, Frank Sinatra y Chris Isaak. Y sale en los créditos de una de las mejores películas navideñas de la historia, ‘Die Hard’ (‘La jungla de cristal’). «Ahora tengo una ametralladora, ¡ho ho ho!»

La elección de Raúl, el Fantasma de las Navidades Presentes

LOS PLANETAS – EL ESPÍRITU DE LA NAVIDAD

¿Qué se habrían tomado esta vez Los Planetas? Año 2002. Andaban J y los suyos en la época onírico-festiva de sus encuentros con entidades y sus corrientes circulares en el tiempo. El viaje experimental más o menos lisérgico tiene parada aquí en una canción bastante Disney. La banda granadina exhibe un espíritu de la Navidad muy particular, que tiene que ver más con la alucinación psicodélica en medio de un bosque mágico que con cualquier estampa tradicional de estas fechas. Más que Papá Noel o los Reyes Magos, aquí se arremolinan en optimista simposio los gnomos y los duendes.

Una melodía amable, unos arreglos luminosos y un tono general de guitarras acústicas (suenan incluso cascabeles) vertebran esta reunión en la cumbre donde se dan cita monjes Shaolin, Alá, valkirias o sirenas. Todos ellos, personajes de otro tiempo, se brindan generoso banquete entre sitares, trompetas y dólmenes, todo muy mitológico, muy panteísta, muy legendario. La letra, una de las más coherentes de la discografía del grupo, tiene algo de bonito cuento sobrenatural, de literatura fantástica, de aproximación lo más cercana posible que ha hecho la parroquia indi al mundo del villancico. Otra cosa son las explicaciones químicas, los tres pies al gato, las metáforas de vaya-usted-a-saber y la intuición de que la canción esté influenciada por los efectos de la Navidad.


La elección de Withor, el Fantasma de las Navidades Futuras

EXTREMODURO – VILLANCICO DEL REY DE EXTREMADURA

Nunca me gustaron los villancicos. Ni siquiera de pequeño. Nunca he protagonizado esa idílica imagen de los niños cantando un villancico delante de toda su familia el día de Nochebuena, calentitos, comiendo turrones al lado de la chimenea. Nunca fui ese niño. Además, nunca he tenido chimenea en casa. Crecí, y mi animadversión por los villancicos sigue intacta. Ir a un supermercado a comprar y que en pleno mes de noviembre ya estén sonando los -putos- villancicos es una de las cosas que hacen que desee que los mayas tengan razón. En menos de un año (un año menos un día para ser exactos) tendremos la respuesta.

De hecho, creo que sólo hay un villancico que me haya gustado en mi vida. Si se puede considerar como tal. Una vez más, el Robe lo consiguió. No sería un villancico al uso. Básicamente, porque los villancicos no suelen empezar con una frase como ‘Me cago en tu padre, Manué’. Tampoco suelen cagarse en Dios en mitad de la canción. Ni hacer una versión tan libre del nacimiento del crío. No se crean que es la típica imbecilidad que todos podríamos hacer en una noche de borrachera. Musicalmente hablando, también es un buen villancico. Y dice verdades como puños. Que quieren que les diga, pero estaba deseando escuchar un villancico en el que se reconociera que no todo es de color de rosa porque es Navidad. Empezando por lo más básico: ‘Hace un frío de cojones, va a llegar la Navidad’. Pues sí, yo tengo frío. Gracias Robe por no falsear la realidad. De todos modos…¡Feliz Navidad!