De aquellas canciones, estos relatos. Celebramos el día del libro redundando en nuestros lodazales con la triste excusa de estas tonadas, juntando letras mientras escuchamos estos temas y entregándoles estas breves narraciones de génesis musical. No nos daba para un libro, así que ahí tienen tres relatos. Que los disfruten.

El relato de V the Wanderer

ALCOHOL

(Canción: THE KINKS – ALCOHOL)

Aquel enero, encabezaba mi lista de buenos propósitos la firme intención de desarrollar, de una vez por todas, un sano y trabajado alcoholismo. Lo había planeado todo con esmero: los licores, las dosis, la lista de errores que me atormentarían en mi intoxicación.

No podía negar que la intención primera era bien cobarde: sonaba a huída. Pero no me dejaba engañar; las espirituosas nunca me han ayudado a evadirme. Al contrario: frustran mi lucidísima y desconectada consciencia, que se queda flotando tras un muro de estupor. Mi objetivo, sí, era mucho más elevado.

Acabaría con todo, destrozaría aquello por lo que me esforzaba sin descanso, sería una riada de autodestrucción. Le cantaría al demonio alcohol, vagaría por aquí y allá, fingiría aceptar a regañadientes una vida de perdición. ¡Quién hubiera dicho que sería un esclavo, pobre de mí, el esclavo más libre!

Y luego, en el paso final que articulaba todo mi minucioso proyecto, resurgiría como un héroe, vencería al demonio y me ganaría, poco a poco, el respeto y la admiración de todos. Un héroe, uno de esos héroes cuyos ojos siguen viendo el reflejo del abismo. Y cantaría canciones cabareteras, irónicas, descreídas, sobre el demonio alcohol, sobre un pasado oscuro que luciría como una condecoración o una marca de metralla.

Era un gran plan. Para febrero, por descontado, ya no era más que eso, y yo había regresado a mi felicidad. A mi gris y plana felicidad sin alcohol.

El relato de Raúl

AZARES

(Canción: IVÁN FERREIRO – CANCIONES PARA EL TIEMPO Y LA DISTANCIA)

Ahí tienes un saco lleno de sustantivos. Barra libre, chaval. Sírvete, que falta te hace, pues maldito oficio el tuyo, el de juntar las palabras como un tonto, como si no hubiera mañana, como si tus libros los fuera a leer alguien, niño. Haz lo que hacen los hombres adultos.

¿Andas detrás de un adjetivo? Sólo un niño puede dedicarse a algo tan improductivo. Ponte a jugar, pues. Coge un puñado de preposiciones de ese otro saco y tíralas al suelo, a ver qué sale. ¿Y qué más da? Como si quieres poner complementos del nombre como el que coloca tochanas. Si siempre escribes el mismo puñetero libro. Uno es toda la vida quien era con catorce años en el patio del colegio.

¿Qué haces? ¿Ahora te estás vengando de mí con ese complemento predicativo del sujeto? ¿Dejas los circunstanciales de lugar al amparo del azar? ¡Date de guantazos con ellos! Siempre hablas de los dos, de nosotros dos y sí, tal vez a estas alturas podría pedirte derechos de autor o mejor quemar ese borrador que ahora emborronas inútilmente, sabiendo que una canción no tiene ningún poder, que yo o cualquiera la puedo romper con mis manos, aunque digas que te exorciza tus demonios; aunque sea, otra vez, una malditísima ranchera.

El relato de Withor

EL TRABAJO OSCURO

(Canción: ROLLING STONES -SIMPATHY FOR THE DEVIL )

A mi lado, me mira amenazante y me reta a aguantarle la mirada. Lo intento: diez, doce, catorce segundos. Un poquito más y ya podré decir, no que le he ganado, pero sí que he aguantado, con temple, por no decir clase e incluso elegancia, su primera embestida. El se retuerce por dentro. No lo demuestra. Pero yo lo sé. Se sabe poderoso, superior a mí, y yo lo sé tan bien como él. Pero no voy a resultar una presa fácil, al menos, no tanto como el pensaba.

Está pensativo. Lo noto extraño, huidizo. Siempre había pensado que era diferente. Yo sabía que algún día me encontraría con él, y ya me había preparado. ¿Qué quieres de mí?, quería preguntarle, pero no quería faltarle al respeto. Al menos, no tan pronto. Al fin y al cabo, hacía poco que nos conocíamos. Y pese a estar aquí, a su lado, cosa que demuestra que no soy una buena persona, nadie nunca me tachó de irrespetuoso. Los principios son los principios.

Me vuelve a mirar, pero noto el fuego en sus ojos. Su ataque se prevé imparable. Los dos somos conscientes de lo que va a pasar. Yo estoy preparado. Parece que él también. En fin. Fue bonito mientras duró, que dicen. No le puedo reprochar nada, el está haciendo su trabajo. Le he cabreado, y ahora lo voy a pagar. No pasa nada. No le guardo ningún rencor. Siempre tuve una cierta simpatia, por no decir aprecio, por el sucio, oscuro y poco valorado trabajado que tiene que hacer el Diablo.