Sepa usted, amada lectora, bienvenido lector, que hay alguien al otro lado de la línea. No está usted en soledad; tiene a todo un equipo de cuatro inercios y un millón de monos que se preocupan por usted y miran por que no le falte de nada. Hasta respondemos sus preguntas en un bello consultorio abierto al mundo, y nos encargamos de hacerle llegar cada viernes tres temas de bien que pongan una sonrisa en su fin de semana. A ver qué otra web paramusical les va a querer como nosotros.

La elección de Raúl

SONGS: OHIA – JOHN HENRY SPLIT MY HEART

Del tremendo boom del P2P, coetáneo a la fiebre inmobiliaria, aún nos queda una burbuja de gigas de música por escuchar. El stock, como el de pisos sin vender, es todavía ingente. Un amigo decía que él esperaba a que el grupo se disolviera para darle al Winrar y descargarse la discografía completa (salvo recopilatorios, claro, que en el caso de los Beach Boys no era baladí la cuestión). A mí me pasa eso últimamente con los artistas que mueren: si no los conozco, le doy un tiento a su obra, como si la muerte me garantizara que la producción no va a pasar de ahí, y yo me quedara tranquilo con esa pátina definitiva a su repertorio; y, a partir de ese momento, se abre la veda y a exhumar sin remilgos, con perdón.

El otro día se murió Jason Molina, cantante norteamericano que ganó fama con un par de bandas y en 2009 se retiró a una granja, hasta que ha fallecido a los 39 consumido por sus excesos con el alcohol. Me dio por escucharle (sus grupos son Songs: Ohia y Magnolia Electric Co) y me vi arrastrándome por este tema somnoliento, largo, oscuro, lleno de polvo, que empieza enrevesado, se reduce a un pianillo íntimo al minuto y luego vuelve a la carga. Casi que entendí que, en medio de esa marabunta de sonido rockero clásico, sin novedades pero apabullante, era difícil sobrellevar una existencia pesadísima.

Nunca abarcaré la entera discografía del dipsómano Jason Molina pero me gusta cómo él y la banda se desparraman durante esta canción en cierto desorden embutido, con las guitarras a su bola pero hacinadas, como si el tema no cupiera en él mismo, al menos a lo ancho. No es plan descubrir a los artistas con este carácter retroactivo una vez ya no están (uno ronda entonces el peligro de mitificar). Es triste enterarte de quién es alguien cuando muere pero sirva esto, al menos, como obituario rudimentario.

La elección de Withor

DORIAN- A CUALQUIER OTRA PARTE

Sin saberlo, me he convertido en un fan infiltrado de Cano el Cuarto y, por ende, de Radio 3.  Nuestros escuchantes sabrán que cada semana en las ondas, durante su recomendación semanal, nuestro querido técnico siempre acaba rendido a los brazos de esa emisora raruna, tan genial como insoportable, que es Radio 3.

Las canciones que elige Cano el Cuarto siempre me acaban sonando bien cuando estoy en el estudio. Y hoy, repasando mi playlist en Spotify, que tiene más palos que un galgo viejo, he comprobado que muchas de sus recomendaciones acaban apareciendo allí, como por arte de magia, como si alguien ajeno a mi persona arrastrara las canciones hasta la carpeta cuando yo ando algo despistado.

Hago repaso y, mientras deslizo mi dedo por la ruedecilla, veo grupos extraños que no forman parte de mi biblioteca particular. Necesito unos cuantos segundos hasta reaccionar y darme cuenta de porque están ahí. Algunas veces, incluso intento escuchar algo más de ellos, pero casi siempre acabo desistiendo. Nunca logro encontrar ese puntito que hace falta para que yo otorgue mi bendición. Es como si todo aquello que el grupo me sugirió en el estudio se fuera descomponiendo mientras hago el camino de vuelta a casa. Debe ser eso lo que se conoce como la magia de la radio.

La elección de V the Wanderer

PJ HARVEY – HARDLY WAIT

Qué poco sé de PJ Harvey y qué poco me quejo. Por eso nunca seré crítico ni llegaré a nada en esta perra vida, al margen de lo de demiurgo oscuro que mueve los hilos del mundo a través de esta web. Que no es poco. Pero PJ Harvey, decíamos.

Sé que me gusta su actitud, su forma de arrastrar las frases, su pose descolgada de rockera que tiene tiros dados. Hasta me incomoda, me da un poco de miedo desde esa portada donde se la ve en ropa interior y con una cámara de fotos colgando a la altura de su ingle. Harvey no necesita girl power ni feminismo: eso es para maricas. Luego está ese halo de musa, de madrina, de salvajismo, que parece incontestable.

Tiene mucho para gustarme y sin embargo, oigan, qué poco sé de ella. Conozco este tema, que me inyecto de vez en cuando para ponerme chulito y bajar los pies al fango, y me pego algunas excursiones peligrosas al resto de su discografía que suelen acabar conmigo a bordo de algún barco pesquero, tatuado y sin recuerdos de la noche anterior. La vida es de los que se arriesgan, de los rockeros, de los salvajes, de los que no pueden esperar. El rock será una patraña, seguro, pero qué bien sienta de vez en cuando.