El año bueno de La inercia fue el primero, cuando no eran conocidos, no como ahora. De un tiempo a esta parte, se han relajado. Ya no es lo mismo. Aquel gran gran artículo al final nunca llegó. Nunca supieron asimilar las críticas y vivieron siempre de las rentas hasta abrazar la decadencia. La inercia, ahora una sombra de su propio pasado, fue realmente buena buena antes de poner aquí la primera letra y de soltar una palabra en la radio. La inercia molona fue la maquetera, la original, y no esta cosa impura y vendida de hoy en día. De vez en cuando, eso sí, cada cuatro o cinco meses nos regalan tres canciones magníficas con argumentaciones brillantes y ahí nos ganan por un rato, pero corto, ¿eh?, no se crean.

La elección de Withor

VAQUEROS MUSICAL– EL MUJERÓN

El grupo Vaqueros Musical aterrizó en nuestras vidas y segundos después ya lo habíamos condenado. Con nuestras fuertes carcajadas como banda sonora, olvidamos leerles sus derechos. Les señalamos a la cara con nuestro dedo inquisidor, sin miramientos. No tuvieron tiempo de abrir la boca. Como si fueran negros en Baltimore, decidimos que saltarnos la presunción de inocencia era el movimiento más lógico. Nos convertimos en esas señoras que habrían colgado de la plaza del pueblo a Dolores Vázquez porque parecía rara.

Y ahora que ya es tarde, debemos reconocer -con la cara sonrojada- que nos equivocamos, que deberíamos haberles dado una oportunidad, que la vida va mucho más allá de la japonesa de los barrios bajos Hong Kong. Vaqueros Musical ha logrado algo que muy pocos grupos han conseguido en la historia de la música, como es remover sus cimientos, obligar a modificar las bases más profundas cambiando el paradigma. Y es que Vaqueros Musical han sido los inventores de un nuevo género: la quebradita (también conocido en algunos sitios como el ‘baile del caballito’).

Según la Wikipedia (se reconoce la fuente por su exquisita redacción), la quebradita es “un estilo de danza alegre y movida por el ritmo musical cumbia banda que es una variante musical la Cumbia mexicana surgida de la combinación entre cumbia nacional adaptada y grabada por grupos mexicanos o extranjeros mezclándola con los sonidos propios de las bandas sinaloenses, un folclore tradicional y predominante de la zona del pacífico mexicano a principios de los años 90”.

Los Beatles cambiaron la música popular para siempre, Bob Dylan revolucionó el folk, los Sex Pistols transformaron la visión del mundo y Kraftwerk inició una nueva era. Que Vaqueros entre a formar parte de este grupo de revolucionarios no es una cuestión subjetiva. Es, simplemente, justicia.

 

La elección de V the Wanderer

STEREO PALMA – LICK IT

La cosa de los gimnasios es que allí no suena música, suenan instrucciones. Los ritmos dance, trance, techno o latinos se convierten allí en tambores de galeras, en marcha militar para marcar el paso. La semiótica se va a tomar por culo y estos temas, una vez desprovistos de todo significado, no son más que metrónomos para series y repeticiones.

La recontextualización me divierte tanto que a veces me despista. Yo, que siempre he visto el gimnasio como un ecosistema hostil, me descubro tomando nota de temas de Lady Gaga, recuperando hitazos de mis tempranas juventudes y hasta escuchando ‘Danza Kuduro’ con simpatía (aunque ya allanó el camino ‘Fast Five’), y el remolino de paramusicalidad kitsch me ablanda y me hace feliz de una manera boba.

Sobre todo, me fascina provocarme las agujetas de la semana a ritmo de temas que orbitan claramente alrededor del sexo (no se equivoque: toda la música de baile va de follar). Con tantos sudores, gemidos, gruñidos y músculo marcado, la escena parece el reverso tenebroso de esas orgías frenéticas que prometen las canciones. Es el caso de este ‘Lick It’ y su «you gotta lick it, before we kick it», consejazo práctico y mundano que cuesta aplicarse en el press banca.

Ay, la ironía. O no. Al final, con tanto erotismo barato y tanta disertación paramusical, no sé si el gimnasio mata la sexualidad del porno-dance o es éste el que añade un matiz cochino al ejercicio. A ver si la mancuerna va a resultar ser también un símbolo fálico.

La elección de Raúl

LENNY KRAVITZ – ARE YOU GONNA GO MY WAY

Ejemplos de idas de olla si uno se ha drogado mucho o ha ganado demasiado dinero hay unos cuantos. Sospeche cuando presuponga al artista retirado, cuando haya perdido la secuencia de sus discos publicados o cuando las noticias que le lleguen sobre él tengan tintes banales y folclóricos, de divertimento, a pachas entre la prensa rosa y los sucesos. A la estrella del rock que se le va la flapa la conocemos todos y le tenemos cariño. A Lenny Kravitz, por eso, habrá que dispensarle cierta ternura. La misma excentricidad es verle amaneciendo salir de un garito con una puta a cada lado que asistir a su recogimiento monacal. Lo mismo es reconocerse una tarde un ufólogo aficionado que levantarse benéfico, enrolarse en una ONG e irse a la India para hacerse fotos con niños.

Pasa así: llegan las entrevistas de promoción de un álbum menor y con ellas el discurso místico, epifánico, en el que se asegura que entre fiesta y fiesta, en un kit kat de rayas de cocaína, ha descubierto a Jesucristo, cuando no a Andercherán. Es el sentar la cabeza del músico otrora disoluto: ayer me zumbaba a Nicole Kidman, hoy todo yo soy fe cegadora en Dios. El alma, tan trascendente ella, imponiéndose al cuerpo, inmanente pero lastre. Hay intrínseco, claro, el riesgo de incurrir en la moñez, pero ésa es otra historia. A un enano de P. Tinto le acabó pasando lo mismo y se volvió cumbayá. No les vamos a juzgar, pero si no lo hacen ellos, tendremos que reivindicar nosotros el pasado hombretón de rock con pelambreras entre mujerones y bacanales en la habitación.

El riff fibrado de ‘Are You Gonna Go My Way’ puede compensar tanta tendencia al ascetismo brasas pero no hay que cantar victoria. Recelemos de esa letra que habla de búsquedas y caminos. ¿Acaso no se convierte Lenny en un mesías que reclama la atención del feligrés para llevarlo con el Señor?. El bueno de Kravitz decía ‘eh, nena’ y cuando parecía que era un malote en busca de placer carnal ya venía inspirándose en la religión mucho antes de anunciarlo públicamente. Ya lo sé, llegados a este punto la decepción viene a ser mayúscula, como cuando Leslie Nielsen intentaba convencer (y engañar) a su mujer de que los arañazos en la espalda eran por una infidelidad y no por el trabajo, para evitar la gran bronca.