«Me parece terrible. Es excesivamente violento, llegando hasta un punto casi animal… con cosas que creo que no harían ni los animales». Así definía aquí Alejandro Cao de Benós el cine surcoreano. Y no creo que el razonamiento de Cao de Benós se deba exclusivamente a su falta de empatía con los vecinos del sur. Sin ir más lejos, creo que mis padres pensarían exactamente lo mismo. Y mi padre, para aquellos que no tengan el gusto, comunista, lo que se dice comunista, no es.

Yo discrepo en este aspecto. De hecho, esa atrocidad que otros detestan es mi rasgo favorito del -poco- cine surcoreano que he visto. Ante una de estas películas, uno tiene la sensación de que no hay límites, ni físicos ni, especialmente, morales. Tampoco éticos. Si acaso, técnicos, que tampoco. Ante esta falta de autocensura uno puede esperarse cualquier cosa. Y eso es lo que motiva: saber que vas a afrontar dos horas de proyección en las que no hay barreras.

Man From Nowhere 5

Porque aquí se pueden cortar lenguas para purgar los pecados del pasado. Y sacar los ojos a niños pequeños, qué más da que se queden ciegos de por vida. Y romper una dentadura, poco a poco, diente a diente, con unas tenazas oxidadas que se mueven al ritmo de Vivaldi. Pero no se equivoquen, el verdadero extremo no es el físico, sino el emocional. Personajes desquiciados, capaces de cualquier acción, por vulgar o macabra que sea; personajes morales y amorales, buenas y malas personas, todos ellos llevados al extremo, todos ellos capaces de protagonizar situaciones que en una película de Hollywood, o incluso europea, ni el más vanguardista de los directores se atrevería a rodar.

En realidad, ‘The man from nowhere’ (o ‘El hombre sin pasado’) es un thriller con una historia mil veces vista. Y si se convierte en algo especial, a años luz de los thrillers que semana tras semana llegan a la cartelera, es porque es capaz de producir la sensación de que lo que desfila ante nuestros ojos no lo habíamos visto jamás. Y todo gracias a los pequeños detalles (esa uña que permanece pintada durante todo el film aunque se manche de sangre, ese MP3 que une al protagonista sin nombre y a la niña) y a la valentía narrativa y visual de un cine que nunca ha tenido miedo a ir demasiado lejos.