han kangDentro de la ya amplia oferta de libros sobre la muerte y el duelo, no he encontrado nada tan crudo, tan bello, tan urgente como Blanco de Han Kang. Basado en la propia experiencia de la autora, la narradora de este libro llora la pérdida de una hermana que nació antes que ella y que vivió apenas unas horas. En continuo movimiento entre Corea del Sur y un país desolado por la guerra, Kang demuestra cómo el duelo lo engulle todo. No obstante, Blanco no es un libro sobre los muertos sino un ejercicio poético casi modernista sobre la vida y los vivos.

Como muchas narrativas sobre el duelo, Kang aspira a que este libro tenga un propósito transformativo, convirtiendo sus palabras en una pomada que suavice las heridas de estas pérdidas tan profundas. El duelo es un todo blanco, como la nieve, como la niebla, que ensordece nuestros pensamientos y nos lleva a la melancolía. Y contra la ambigua tranquilidad de estas imágenes, la potencia de las palabras de Kang. Así, Kang se mueve entre la complejidad del duelo y la melancolía, entre el ir y venir de los recuerdos de una vida que no fue y nos sitúa en la impermanencia constante que da sentido a la vida.

La forma y la materialidad de Blanco dan orden y claridad dentro del caos del duelo y la memoria. Y en su conjunto, Kang nos ofrece atisbos de una experiencia vital más soportable.