A los cadáveres del pop contribuyó mucho la mañana del sábado. En concreto, dos programas de televisión: ‘Música sí’ y ‘Del 40 al 1’. Fue el salto del locutor radiofónico a la palestra catódica: Frank Blanco, el parodiado Fernandisco, pero también Alonso Caparrós, dj Neil (el calvo aquel) o hasta Sandra Morey, presentadora y cantante, hija de Jaime Morey, artista melódico en los 60 y 70, luego implicado en el escándalo de Gescartera, pero eso es otra historia. El tinglado de ‘Música sí’, que duró de 1997 a 2004 y fue eliminado tras la victoria electoral de Zapatero, ejerció de trama para el milagro español: que mucha gente, OT aparte, se ganara la vida con la música, que el pop rock y hasta el pop-rock entraran en el mainstream, antes de la gran polarización. Que aquello era insostenible lo resumían tres planos en sus respectivos videoclips, inquietantes como el colapso de Leman Brothers en 2008: Thalía, Marta Sánchez y Carlos Baute aparecían tocando la guitarra eléctrica en sus singles. Así no podían ir bien las cosas, pero aquella era la música que había: monumentos al play back y al enlatamiento, artificialidad, plástico, blancura, todo ello en la época previa a hacer del casting el espectáculo y al hito de que Paulina Rubio cogiera, ella también, una guitarra (aquello fue la caída de Cajamadrid pero todo más subterráneo).

Al bueno de un tal Juan Benito no habría que presuponerle nada malo. Un músico joven, honesto, con talento, que se curtía en salas y garitos de la costa levantina, que a veces tocaba con grupos de pachanga y otras veces se adentraba en proyectos de rock y de blues. Tendría la aspiración, como tantos millones, de dejar su trabajo en un bar y dedicarse, oh gran anhelo, a la música de una manera profesional. Juan, ahora un bello cadáver del pop de la televisión, fue el último ejemplo del sueño de provincias: alguien cercano a ti que recoge tu maqueta y la mueve por sellos discográficos hasta que viene Sony y te ficha.

Juan_Benito-Asuntos_Internos-Frontal

Hoy parece un contenido legendario y es inevitable que entonces aquellos ademanes tuvieran algo de crecimiento insensato, de pelotazo inmobiliario costero, de contar millones a escondidas dentro de un coche. Su álbum, el de debut y el único, se llamó ‘Asuntos internos’, y estuvo bendecido por algunos productores con cartel. Juan Benito, radiable y convencional, también se colgaba su guitarra y seguramente la supiera tocar. Seguramente no le gustara demasiado verse en el plató de ‘Música sí’ haciendo como que tocaba, ni haber cedido a otras concesiones. A lo mejor estaría algo incómodo jugando en esa Liga, mirando que había bajado tres puestos en los 40 Principales. Ya saben: todo ese cacareo de venderse a la comercialidad.

Hoy se figurarán que sea carne de un qué fue de. Los hallazgos en Google nos frustran: referencia no más recientes de 2010, así que me imaginaré que sigue tocando a su bola en algunos sitios y que a lo mejor compone para otros y colabora con más gente y que tiene incluso una vida musical activa y prolífica, aunque fuera de los focos. Podíamos despellejarle, erigirlo en icono de gatillazo (lo que pasó en realidad fue el tsunami de Operación Triunfo), fantasear con su rol de juguete roto tirado en la cuneta. Pero no. Pensaré que sigue felizmente vinculado a la música de una u otra manera. La última vez que le vi sería un sábado por la mañana en la tele. Él quizá cuente aquello como la batallita feliz y pintoresca del que, es un poner, fue a Lluvia de Estrellas imitando a Julio Iglesias o a Los Pecos.

Tres canciones, 275. La elección de Raúl

JUAN BENITO – MARYLIN MADRID