Tres canciones, 242: la elección de V

ELLEN MCLAIN – ‘CARA MIA ADDIO’

Pues el otro día estuve en una mesa de críticos de ópera junto a musicólogos, directores y toda la prensa balear. Vida y obra de un farsante, capítulo ene. Me llevaron allí una serie de casualidades, mi curiosidad insaciable y mis ganas de apuntarme a cualquier sarao que me enseñe algo nuevo, y oigan, me lo pasé muy bien. Fue el broche a una temporada de iniciación que he disfrutado y en la que ustedes, lectores, han podido acompañarme a través de esta web.

En la mesa reivindiqué lo escénico pero ante todo escuché y admití lo extraño de mi presencia: ni sé demasiado de ópera ni aspiro a aprender tanto como mis contertulios, que ya decía Cousteau que hay que tener una pasión por vida y yo ya hago malabares con un buen puñado. Aprendí bastante y sobre todo gané herramientas para disfrutar más y mejor (el gusto se educa, claro que sí) en mis próximas incursiones, que las habrá.

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Ejercicio de agudeza visual: encuentre qué elemento no pertenece al grupo.

Antes de esta temporada, mis contactos con la ópera eran escasos y algo predecibles: algún vinilo de Puccini conseguido en tiendas de segunda mano, arias comercialonas en mis listas de música clásica y una función de ‘Manon Lescaut’ en la Ópera de Viena (y sí, al final suena un tema de ‘Star Wars’). También la ópera filtrada por la cultura pop: Ponchielli en ‘Fantasia’, ‘Lucia di Lammermoor’ en ‘El quinto elemento’ (escenón), ‘Tosca’ en James Bond, Wagner en ‘Apocalypse Now’ u Offenbach en ‘La vida es bella’. Y luego, claro está, las dos grandes óperas de los videojuegos: la de ‘Final Fantasy VI’, que algún día quiero analizar como académico, y el tremendo cierre de ‘Portal 2’.

El tema con el que se despide la obra magna de Valve (sí, es mi juego favorito de los de ‘Half-Life’) es en realidad una breve aria compuesta por Mike Morasky e interpretada, en un italiano roto e improvisado sobre la marcha, por la soprano y dobladora Ellen McLain.

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Adiós, queridas mías.

McLain interpreta en el juego la robótica voz de GLaDOS y este desmelene final parece un regalo de los creadores a ella, aunque nunca es gratuito: revela un pathos que hasta ahora había sido subterráneo, redondea la relación enfermiza entre las antagonistas, añade un último punto de humor y subraya la tristeza a la que están condenadas las inteligencias artificiales que pueblan los laboratorios Aperture.

No será un aria ortodoxa, pero es difícil no verla como el engranaje que acaba de elevar un todo maravilloso, una masterpieza que desprende emoción humana desde un coro de voces digitales. Los que han sido nuestros enemigos durante horas se despidan así de nosotros, con un canto bello y tristísimo; ¿no les parece conmovedor?