Vale, lo entiendo: ahora todos somos expertos. Tenemos, por un lado, una sociedad obsesionada con la cultura popular y, por el otro, redes narcisistas en las que está prohibido guardar silencio. ¿Cómo no iba a desmadrarse nuestro crítico interior? ¿Cómo no nos íbamos a sentir capacitados para opinar con autoridad si nos hemos pasado el juego en dificultad extrema, visto todas las temporadas en binge-watching y leído todas las wikias? ¿Cómo no vamos a escribir si nos sabemos palabras largas?

¿Qué tiene un crítico profesional que no tengamos nosotros? ¿Por qué él cobra y yo, que sé más, no? ¿Cómo se atreve nadie a darme lecciones? Vivimos en un momento de máximo descrédito de la crítica y no lo podemos resolver aquí. Me voy a rendir y a aceptar que todo el mundo juegue a esto, aunque no tenga método, rigor analítico, conocimientos específicos, vocabulario especializado, familiaridad con los debates, conceptualización y problematización, perspectiva, respeto por la obra y por el público, curiosidad, olfato para hacerse las preguntas adecuadas, capacidad para contextualizar y pulso para escribir firme. A fin de cuentas, algunos de los que ejercen la profesión (Boyero, los críticos recopilados en el divertidísimo blog Cultureta Watch) han echado su palada de arena en la fosa común del gremio. Así que vale, todos somos críticos. Todo es cuestión de opiniones y la tuya es la única buena. A lo mejor en unos años todos seremos arquitectos o cirujanos y quién será la NASA para decirme cómo voy yo al espacio.

Imitemos a los que dedican sus jornadas laborales a ello mientras los menospreciamos, robemos el lenguaje a la academia mientras decimos que la universidad no sirve de nada. De verdad, bandera blanca. Eso sí, antes de retirarme y ceder el paso, permitidme que me pare, como Lao Tse en su búfalo de agua, y deje aquí algunos humildes consejos: si todos vamos a sentar cátedra en crítica cultural, desterremos al menos estos lugares comunes para intentar decir algo. Ahí van algunas (demasiadas) frases que deberíamos prohibir por el bien de la cultura y de la crítica cultural.

Alt.nerd.obsessive

· 1) «El libro siempre es mejor que la película». Sí, menos con El padrino, Big Fish, Trainspotting, Tiburón, Acorralado, Misery, El resplandor, La niebla, Blade Runner, El curioso caso de Benjamin Button, Psicosis, Jungla de cristal, There Will Be Blood o El silencio de los corderos. Algunos buenos libros se han convertido en películas mejores, otras adaptaciones han dignificado un poco atrocidades literarias (hola, 50 sombras de Grey). Te leíste antes la novela y te lo imaginabas diferente, lo entiendo, pero entiende también que adaptar es transformar y que no hay ningún medio que sea intrínsecamente superior a otro. Lo contrario es determinismo medial.

· 2) «La adaptación es mala, es poco fiel, han cambiado cosas». Ver arriba.

· 3) «El mejor cine se hace en la tele«. Esto es cierto si cogemos la última de Adam Sandler y la enfrentamos con The Last Man on Earth o Black Mirror, pero menos cierto si comparamos Ex Machina con Mixology CSI: CyberAplicamos diferentes filtros a la tele que al cine porque del cine estamos cansados. Otra vez, déjate de determinismos mediales.

· 4) «Ya no se hace buen [X]». Claro, y antes todo esto era campo. Ahora mismo hay gente viendo, leyendo, escuchando y jugando los que serán los referentes culturales de aquí a dos décadas. Tú sabrás si quieres disfrutarlos cuando salen o seguir en casa quejándote.

· 5) «Los videojuegos son mejores que el cine«. En serio, basta ya. ¿Quién dijo que esto tiene que ser una guerra de medios?

· 6) «[X] es el [Y] de [Z]». Ay, las comparaciones. El otro día decían que nosequién era «el Andy Warhol de Galicia». Ahí, fuerte. Especialmente sangrante cuando se usa occidente como referente, como en «Hayao Miyazaki es el Walt Disney de Japón«. A santo de eso…

· 7) «[X] es el Ciudadano Kane de los videojuegos«. Fuego eterno. Escuchemos a Ian Bogost, académico del medio: «Some would argue that videogames still haven’t produced their Citizen Kane… but neither have they fashioned their equivalent of the airline safety video.»

· 8) «Los videojuegos ya pueden contar historias». Con los juegos, el público general ha pasado de la apatía a la euforia y, claro, se nos rompe la barra de medir. Si crees que antes de The Last of Us no habían «historias profundas» (ay), échale un vistazo a las aventuras textuales de los 80 (escritas por narradores de lujo como Douglas Adams), a las gráficas de los 90 (de Monkey Island a I Have No Mouth and I Must Scream) o a los Silent Hill en los 2000.

· 9) «No parece española«. ¿Cuántas películas que no parecen españolas tienen que hacerse hasta que la idea de lo que parece «español» cambie? [Rec], Los sin nombre, Abre los ojos, Celda 211, La isla mínima, Buried, El día de la bestia, Lobos de Arga, Nocturna, El laberinto del fauno, Los cronocrímenes, Magical Girl y otras tantas están en esa lista de excepciones. Entonces, ¿cuál es la norma? ¿Nos ponemos de acuerdo en redefinir qué significa «parecer española»? O mejor aún: ¿dejamos ya esa etiqueta? Y ya que estamos con excepciones…

· 10) «[X] es la excepción que confirma la regla». Una de las expresiones que más a menudo se usan de forma incorrecta, junto con «solución de continuidad». Si algo es diferente a lo habitual, no confirma nada, sino que lo pone a prueba y lo amplía. Hasta la Wikipedia lo explica bien, así que no tienes excusa.

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· 11) «Esta peli es lenta, qué aburrida». O incluso «está bien, pero es muy lenta». ¿En qué momento se convirtió la calma y la paciencia en algo malo? ¿Por qué nos llevamos tan mal con el reposo o con la tensión sostenida? Hay cosas (por suerte) que no se pueden explicar a carajo sacado. Viva el Slow Cinema.

· 12) «Es muy rápida / Tiene estética de videoclip«. El otro extremo: todo lo acelerado es malo y mirad qué pico fino tengo, yo que sólo veo pelis de Lav Diaz o Bela Tarr. Una cosa es crear ritmo de sinopsis y otra retratar la furia y la urgencia como hacen el punk, Mad Max Crazy Taxi. Hay cosas que no se pueden explicar despacio.

· 13) «Este juego es corto, qué mal». Deja de jugar al peso. ¿De verdad quieres rellenazo hasta alcanzar 80 horas? ¿Se las vas a poder dedicar? El juego corto es un formato ideal para experimentos, diseño enfocado y claridad discursiva. Además no pretende secuestrarte durante meses.

· 14) «Es mala pero te ríes«. Qué mala será una comedia para lograr su objetivo, hacerte reír. Como esas pelis de terror que te espantan o esos dramas que te hacen llorar.

· 15) «Es mi placer culpable«. ¿Puede haber gesto más esnob? Yo, faro de buen gusto, hago una concesión al vulgo y disfruto de basuras, pero eso sí, sabiendo que lo son. Se me ocurre una larga lista de placeres vinculados a la culpa pero algo tan inofensivo como una peli, un libro o una canción no están entre ellos.

· 16) «El libro es una basura, pero al menos hace que la gente lea». Dejaré que lo rebata el escritor Sergio del Molino: «hay libros infames cuya lectura es más dañina para algunos cerebros que una lobotomía, hay cosas indignas de ser leídas. Hoy, una persona a la que admiro mucho ha dicho que deforestar el Amazonas para publicar libros malos es como matar el árbol dos veces». Pues eso.

· 17) «Los videojuegos son buenos porque mueven mucho dinero«. Mover dinero legitima. Mover dinero da relevancia cultural. Mover dinero, además, da trabajo a la gente, como a esos niños que cosen balones en el tercer mundo. Esto es la meritocracia neoliberal: la cultura sólo es buena si genera beneficios, y los videojuegos sólo serán cultura si llenan cuentas corrientes de empresas. La lógica del ránking de ventas.

· 18) «Es lo que el autor quería«. Ay, la intención autoral. Te das cuenta de que el autor puede equivocarse, ¿verdad? La crítica cultural consiste, entre otras cosas, en hacer dialogar creador, recepción y contexto. Precisamente por eso nos reímos del infracine: seguro que Claudio Fragasso sigue convencido de que Troll 2 es una cinta profunda. Si George Lucas mete la pata, si un final no está a la altura o si Peter Jackson se atreve a modificar a Tolkien, no te rasgues las vestiduras y céntrate en el texto en sí. Y al hilo de eso…

· 19) «Es una paranoia del autor». Normalmente usado por creadores amateurs y estudiantes para justificar sus (supuestos) experimentos formales. Mira, la paranoia es un trastorno mental muy concreto; lo tuyo es tapar faltas con ombliguismo. Y ya que estamos…

· 20) «Es muy surrealista». Oído cada vez que una obra desafía en lo más mínimo la normatividad, la forma hegemónica o incluso el sentido de lo verosímil: surrealistas son los superhéroes, el tiempo fragmentado de Memento, los zombis y hasta los dibujos animados. Pues no. El surrealismo es un movimiento artístico que busca representar lo onírico y lo subconsciente. Lo demás, como mucho, te parecerá raro.

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· 21) «Esta serie engancha». Vamos a ver: ¿que los videojuegos enganchen es malo pero que las series lo hagan es una virtud? ¿Hasta cuando vamos a reírles las gracias a los «seriéfilos» (ay) y los del binge-watching? El ver mucho como muestra de conocimiento y la adicción como señal de calidad: a esto hemos llegado.

· 23) «Yo es que soy muy friki». O sea, que tú defines tu identidad por tu obsesión con una parcela muy concreta de la cultura popular. ¿No es eso? Entonces simplemente te gustan cosas que están catalogadas como nerdy geeky: cómics, videojuegos, superhéroes, Star Wars. ¡Anda! Como, si hacemos caso a las cifras de negocio, a exactamente todo el mundo.

· 24) «No lo entiendes, [X] es metáfora/comentario/reflexión sobre [Y]». Ya, eres muy listo y ves lo que los demás no vemos, pero tú sabes que si el texto no funciona, difícilmente lo van a salvar el subtexto, el contexto o el paratexto, ¿no?

· 25) «Esto es shakesperiano«. O es tan complejo como Guerra y Paz. ¿Por qué estas comparaciones tramposas entre (las mal llamadas) alta y baja cultura siempre vienen de gente que pasa de la alta? ¿Por qué Shakespeare sólo se nombra para darle prestigio a las series? ¿Cuántos defensores de Juego de tronos han leído Macbeth El rey Lear?

· 26) «No tiene guión». Dicho, normalmente, de todo aquello que no use diálogos extensísimos o tramas barrocas. ¿Sabes una cosa? Gran parte del trabajo del guionista es escribir lo que no se cuenta y reducir lo hablado al mínimo. El guión es acciones, matices, estructura, humanidad, conflicto… Por suerte, no hay una manera única de escribir bien esas cosas.

· 27) «Haters gonna hate«. Una suerte de mantra que se ha extendido casi como defensa, reflejo de una cultura que funciona por marcas (Apple, Sony, Marvel, DC) y afinidades previas a estas marcas, que sólo entiende la crítica en binario y las aficiones como guerras de fans. Nada de disfrutar algo pese a encontrarle huecos o de ver el mérito en lo que no nos gusta: si sacamos punta, es porque somos haters. Sea lo que sea eso.

· 28) «Si no te gusta [X], no eres un fan de verdad«. Porque la función última de todo crítico es repartir carnés.

· 29) «Todo son remakes y secuelas, ya no hay ideas originales«. Sí, todos estamos hartos de los palitos a la misma burra, pero no hay que olvidar dos cosas: que esto no es algo nuevo sino la norma desde que nació el cine, y que también hay ideas originales en la enésima reformulación de una obra.

Beavis-Butthead

· 30) «Hazlo tú mejor». Está muy bien reconocer el esfuerzo de los creadores, claro, pero para analizar (y entender, disfrutar y criticar) algo no hace falta saber hacerlo: seguramente seas, como yo, un patán en la cocina, y eso no te impide tener un par de restaurantes favoritos. Y hablando de esto…

· 31) «Yo lo podría hacer mejor». O lo podría hacer tu sobrino de cinco años. La crítica como forma suprema de cuñadismo y del «quita, que tú no sabes». Y cerrando a santo de esto…

· 32) «Los críticos son [X] frustrados«. Una tropa de críticos agrios han mancillado la profesión, pero créeme: por lo general, el que se dedica a esto lo hace por pasión, curiosidad y ganas de compartir. Si vas a envalentonarte y hacer de crítico amateur, entiende que te está moviendo el amor por la cultura y que ese amor, quizá aún más grande, es el que motiva a todo profesional del asunto. No sé tú, pero yo no veo nada frustrante en ello.

Así que ya sabes, la próxima vez que oigas alguna de estas afirmaciones sobadas (u otras como que «[X] es arte», que tal obra «tiene mensaje» o que «las mejores baladas son de grupos heavy»), echa el freno. Si lo has leído más de diez veces, si lo repites por inercia, si lo das por sentado sin saber bien qué carajo quiere decir, a lo mejor es una sandez monumental. Bórrala de tu vocabulario, por tu bien y el de la crítica cultural.