A veces me pregunto qué pinta ‘Images’, un recopilatorio de Jean Michel Jarre, en mi discografía (la de los cedés físicos, no la del almacén en cualquier carpeta del ordenador), ahí entre un ‘Grandes éxitos’ de Gabinete Caligari y algún disco de M-Clan. Antes de que el ‘Boom 11’ inaugurara en 1996 mi nómina de discos comprados, mi impresionable infancia se dejó seducir por el que hoy (creo) es mi primer recuerdo musical y casi videográfico: los momentos celestiales del concierto que Jean Michel Jarre ofreció en Houston (Texas), invitado por la NASA. Claro, no era tarea compleja intrigar a un niño con tal despliegue de parafernalia, en un espectacular show que trascendía lo musical. Recuerdo estar enganchado a ese concierto que emitieron en La 2 y consumirlo sistemáticamente grabado en VHS.

· ¿Quién es? Jean Michel Jarre

· ¿Qué hace? Música electrónica y megalómana

· ¿Por qué mola? Por espectacular y desmedido

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Jarre no es artista de cuchitriles. Que si la Plaza de la Concordia o el complejo financiero de La Defénse en París, que si las pirámides de Egipto o Houston (eso sí, en la última gira pasó por Valladolid. A la mierda el glamour). Chollas, gafas de sol, chaqueta rosa y el aura endiosada de director de orquesta, ora un coro de 30 tíos de blanco cantando, ora un castillo de fuegos artificiales, una proyección en la fachada de un rascacielos o unos guantes de látex para tocar el ‘Laserharp’, un teclado en el que cada haz de luz verde es una nota. Una fantástica flipada.

¿La música? Mucha electrónica mezclada con todo. Barroco, megalómano, épico, aunque con melodías claras y (algunas) pegadizas. La ‘Jarre Experience’ se resume bien en el temazo ‘Rendez vous IV’, diez minutazos de circo visual y cambios de ritmo, con un concierto (más bien un parque temático de la música) desarrollándose en varios frentes.

Conviene destacar ‘Chronologie IV’, canción bastante perfecta, como una cuenta atrás con el tic tac de un reloj incorporado y varios subidones emocionantes. Fue la banda sonora del Giro de Italia de 1993, el segundo de Indurain (por cierto, retransmitido por Telecinco). Redescubrí esa música hace unos años, y ahora la valoro en su justa medida, asombrándome por la exuberancia de los directos de orgullo y pirotecnia pero también por unas melodías casi pop, interpretables también desde la austeridad de un Casio. Ahí tenemos la pachanga ‘Calypso’ (el inicio es muy Bola de Drac Z y el resto se antoja ubicable en cualquier pantalla del Sonic), ‘Orient express’ o ‘The last rumba’. Me encantan también los desfiles de efectos de ‘Equinox 5’ o los ritmos archiconocidos (aunque a veces no identificados con Jarre) de ‘Oxygene 4’ (creo que se pueden oír las notas iniciales en la bolera de Les Gavarres) o ‘Magnetic fields 2’ (parece esto la jornada de Liga). Jarre, considerado por algunos precursor de la electrónica, sigue actualizándose. Su última creación es Téo & Téa. Suena moderna, tirando al dance más sencillón y bailabe. No está nada mal.

raúl