Una de cada siete personas del mundo es china, y ocho de cada diez discos son normaleros. La estadística está ahí. Y como en La Inercia somos muy de matemáticas y hemos leído a Tritemio,  y también porque nadie más lo hace, un año más recopilamos los álbumes musicales más ni fu ni fa, los que no provocan orgasmos pero tampoco arcadas, aquellos que no iniciarán una revolución pero tampoco molestan. Un año más, sean bienvenidos a LoPutoNormal.

Wilco – ‘Star Wars’

wilco-star-warsStar Wars: The Cat Awakens

Ni todos los discos de los Beatles eran obras maestras, ni todos los de Pink Floyd revolucionaron la música contemporánea. A lo sumo, los grupos popularmente considerados como los más grandes nos brindaron tres o cuatro obras que realmente sobresalían de la media, trabajos marcados en rojo que de alguna manera dictaron nuevas reglas. Pero entre tótem y tótem, estas bandas nos dejaron un buen puñado de álbumes que no eran excepcionales y, lo más importante, no fueron creados con esa pretensión. Son los conocidos como ‘discos menores’. Wilco, que ya no está para según que trotes, ha lanzado uno este año. Y por si había alguna duda, lo titularon ‘Star Wars’, pusieron un gatete blanco en la portada y se podía descargar gratuitamente en su web. No habrán creado un cisma en la historia de la música, pero al menos no han engañado a nadie.

Hollywood Vampires – ‘Hollywood Vampires’

Hollywood-Vampires-coverEl disco está bien, pero nos gustó más la novela

Pero cómo no nos va a gustar un grupo formado por Johnny Depp, Alice Cooper y Joe Perry, en el que colaboran Christopher Lee, David Grohl o Paul McCartney, que se dedica exclusivamente a hacer versiones de clásicos del rock como homenaje a los ídolos del movimiento caídos en los setenta. Los Vampires ponen todas las cartas hacia arriba y a la vista de todos: las versiones son muy parecidas a las originales y no aportan ningún valor añadido musicalmente. Aquí la cosa va de un grupo de amigos a los que les gusta tocar juntos, como a ti y como a mí, pero con la diferencia de que ellos pueden pagar la grabación y edición de un disco, y tú y yo no. ‘Hollywood Vampires’ es el álbum definitivo para aquellos que siempre sintonizan ROCK FM en su coche y no se cansan de escuchar las mismas canciones a diario; para el resto es un divertimento que no entusiasma pero resulta simpático y divertido, como la trayectoria cinematográfica del propio Depp de los últimos diez años.

Bunbury & Calamaro – ‘Hijos del pueblo’

bunburycalamaroBunbury y Calamaro, después del lifting

No deben andar muy finas las carreras de Bunbury y Calamaro cuando ambos han aparecido en esta lista dos veces en los últimos tres años (el aragonés con ‘Palosanto’ y el argentino con ‘Bohemio’ en LoPutoNormal 2013). Lejos quedan los días de vino y rosas, pero quizás no tanto como para verse obligados a sacar un disco en directo de tan solo diez canciones, siendo además todas ellas versiones. Cuarenta minutos de pereza extrema, más karaoke multitudinario que concierto, más pasión fingida y gritos vacíos que emoción, con las gastadísimas ‘Maldito duende’, ‘Sin documentos’, ‘Estadio Azteca’ o ‘Copa rota’ como reclamos, que ya ves tú. ‘Hijos del pueblo’ es quizás el disco más innecesario del año, y su existencia, más allá de las obvias razones comerciales, sólo puede entenderse como un alto en el camino, un dar un paso atrás para dar dos hacia adelante, un punto y aparte necesario para dos artistas que, como Nicolas Cage, Pistorius o Los Simpsons, antes molaban pero ya no.

Kylie Minogue – ‘Kylie Christmas’

kyliechristmas
Ya sabemos quién compra el sexy Christmas costume en Halloween

El verdadero álbum de madurez es el de Navidad.  El disco de villancicos confirma a su artista, acaso hasta pocos minutos antes salvaje, transgresor y sexualizado, como alguien a quien pondríamos a la mesa en Nochebuena. Con él, las celebrities dejan de darnos miedo y nos dicen, sonriendo de lado, que pueden ser tan grises como nosotros. Los villancicos, si no eres Raphael, Boney M. o el Rat Pack, fijan un techo imposiblemente bajo: da igual quién los cante, siempre implican chimeneas, jerséis de motivos horribles y melaza suave. Un álbum de navidad es un certificado de castración, un carné de vainilla, un acta de comodificación, y el de Kylie (sí, nos hemos molestado en escucharlo), no es menos. Ya podemos presentársela a la abuela.

Bertín Osborne – ‘Crooner’

bertinosborneFlai mi tu de muuuuun...

Con Bertín hemos topado. Ahora que hasta El Mundo y El País hacen reportajes serios del tiarrón jerezano (y pronto caerá la entrevista en profundidad con fotos en blanco negro y titular ceremonioso de la JotDown), nosotros no íbamos a ser menos y nos hemos rendido ante el huracán Bertín. Y sí, este ‘Crooner’ puede llegar a producir algo de vergüenza ajena, pero no es menos cierto que:

  1.  La ocurrencia (y, por qué no decirlo, la valentía) de disfrazar a Bertín de crooner y ponerlo a cantar ‘Fly me to the moon’, ‘New York, New York’ o ‘Can’t take my eyes off you’ merece todo nuestro respeto.
  2. El trabajo instrumental es más que correcto, y algunos arreglos rayan a un gran nivel.
  3. La portada es mucho mejor que la de Adele (y además estamos seguros de que Bertín se bebió el whisky con agua una vez acabadas las fotos).
  4. De acuerdo, Bertín no es Frank Sinatra, pero tampoco canta tan mal.  Y su pronunciación en inglés es muy mejorable, pero eso no deja de ser un fiel reflejo de la realidad lingüística española.

Por todo ello (y porque tenemos un especial cariño a Bertín en su condición de presentador de ‘Scavengers’) consideramos que ‘Crooner’ es digno de ser catalogado como LoPutoNormal. Lo de las rancheras ya es otra cosa…

Muse – ‘Drones’

dronesCompra este disco para no ser un dron del capitalismo

El caso es que ‘Drones’ podría verse como el mejor resumen de la propuesta Muse: voltaje hortera, desmadre eléctrico, medios tiempos dilatados y crescendos imposibles, bases de teclado que remiten a una electrónica primitiva y conspiranoia de gorro de papel albal. Es una clara mejora después del aburrido The 2nd Law (hemos tenido que consultar el título) y tiene al menos un par de cortes locos que nos parecen bien. Muse es el cruce cronenbergiano de Queen y Wendy Carlos y así es como nos gusta; ¿por qué, entonces, se queda ‘Drones’ a medio camino? La respuesta está en la trampa insalvable de ser el séptimo disco de una banda de estilo tan definido: o se repiten o se traicionan. Después de hacer lo segundo, Muse optan aquí por lo primero. Todo en ‘Drones’ suena agotado, refrito, desganado, como de animador de hotel en Benidorm o humorista que repite por centésima vez su monólogo sobre las parejas en Ikea. Ya nos sabemos todos los chistes, todos los golpes de efecto, y los temas nuevos parecen descartes rescatados a la desesperada. Lo único que nos queda es prestar atención a las letras y comprobar que, hostiaputa, Matt Bellamy no es tan diferente a esos zumbados que reparten fotocopias en las Ramblas advirtiéndonos del gobierno reptiliano y el Nuevo Orden Mundial.

Adele – ’25’

adele-25-cover-thatgrapejuice19, 21, 25, seguimos para bingo

Adele canta bien y se hace fotos en blanco y negro, lo que ya la coloca en la sección del prestigio. Escuchar Adele es algo que se hace para los demás, como ponerse corbata o leer a Sartre en el metro. Adele es capital cultural al que se puede acceder en Los 40, una excusa para usar palabras como «contralto» o «tesitura» sin tener que ir a la ópera.  Puedes disfrutar por error de una canción de Adele, pero todos sabemos que no existe para eso: está ahí para ser una «buena voz» neutra y socialmente aceptable, como una Rosa de España que no da vergüenza ajena o un Antony and the Johnsons menos cursi. Usa todos los trucos y gorgoritos del soul como el que da un mítin besando bebés, confundiendo pasión y discurso con volumen. Cuesta escuchar un disco de Adele, tan perfecto técnicamente, tan grandilocuente, con tan poca personalidad (su canción para James Bond es la pizza Hacendado de la épica) sin saltar a alternativas como los daneses Cancer. Pero Cancer no nos ponen de acuerdo, no los puedes meter en un vídeo de boda. Adele, por otra parte, es puro consenso, algo que no nos gusta de verdad a ninguno (admitámoslo) pero tampoco molesta en exceso a nadie. Adele es el centrismo del soul. 

Adele, y todos los que son como Adele, son la razón por la que hacemos estas listas.

@adriwithor y @VtheWanderer