En este periodismo deportivo cada vez menos deportivo, en esta nueva era del infotainment en la que el balón parece ser lo menos importante, nos encontramos a diario con tal cantidad de memeces y disparates que nos hemos acabado acostumbrando casi sin darnos cuenta. Hace no tanto tiempo en los medios de comunicación deportivos se hablaba de deporte y ya está; eso, hoy, parece una quimera. Y sí, siguen habiendo grandes profesionales y proyectos de calidad excelsa, pero que estas rarezas no nos impidan ver la triste realidad: la degradación de la mayoría de la prensa deportiva no tendrá fin, ya que en apariencia se acepta con naturalidad esta nueva tesitura y la autocrítica ni está ni se la espera.

La crisis conceptual del periodismo deportivo, que se prostituye sin remordimiento ante la tiranía del clic y la dictadura de las audiencias, nos ha conducido a unos productos (y digo productos en lugar de medios) poblados por noticias sin contenido, muchas de ellas casi ni anécdotas, dejando de lado las buenas historias (que existen y siempre están ahí, como demuestra a diario la información local) y los análisis elaborados. La prensarosización del periodismo deportivo es obvia y nadie se molesta en disimularlo, pero no por ello debemos dejar de denunciarlo, al menos aquellos que amamos el deporte y la comunicación. Y si podemos desmontar algunas mentiras por el camino, como la ridícula teoría de la ‘Maldición de Ramsey’, mejor que mejor.

Aaron Ramsey es un jugador galés del Arsenal cuyo principal valor es que últimamente marca bastantes goles pese a jugar de centrocampista. Durante las dos últimas campañas en el equipo inglés consiguió 26 dianas, una cifra más que respetable para un futbolista que se mueve principalmente por el centro del campo. Su historia no tendría nada de especial de no ser porque un avispado (o alguien con demasiado tiempo libre) descubrió una curiosa coincidencia: cada vez que Ramsey marca un gol, alguna persona famosa fallece. La ‘Maldición de Ramsey’ ha vuelto a emerger con fuerza estos días ya que poco después de un tanto del galés falleció David Bowie (y tan solo dos días después, la ‘víctima’ fue Alan Rickman). Entre los difuntos que anteriormente han sufrido esta peculiar condena hay nombres ilustres como el de Steve Jobs, Muammar El Gaddafi, Whitney Houston, Robin Williams, Chavela Vargas, Paul Walker o el mismísimo Bin Laden.

ramsey_newEn la izquierda, los famosos que sucumbieron a la maldición; en la derecha, Ramsey

 

Lo que empezó siendo una anécdota macabra pero sin más jugo fue mutando debido al efecto bola de nieve en las redes sociales. Y es que el morbo nunca dejará de vender. La consecuencia es que a cada gol del galés aparecen manadas de internautas fantaseando con el retorno de las oscuras golondrinas. No exagero: la ‘Maldición de Ramsey’ cuenta con casi un millón de resultados indexados en Google y supera los dos millones si realizamos la búsqueda en inglés. El número de memes es incontable. Más allá de que la broma haga gracia (porque la tiene), llama la atención la importancia que se le está dando en los medios. A cada gol-muerte, noticia al canto. Acción-reacción, sin análisis mediante. Y la cosa va a más: Ramsey ya ha conseguido algún trending topic nacional, y no precisamente por su toque de balón.

Y si el análisis cuantitativo ya nos hace sospechar que algo raro se está cociendo, uno cualitativo nos sitúa al borde del colapso mental. Porque lo verdaderamente sonrojante (y la causa principal por la que escribo este artículo) no es que se le otorgue tanta consideración a la ‘Maldición de Ramsey’, sino cómo se trata la información: la sensación que desprenden la mayoría de artículos es que la maldición es real y no se puede luchar contra ella. Noticias en las que en ningún momento se hace referencia a una ‘broma’, ‘anécdota’ o ‘superstición’, y que utilizan el esquema clásico de la redacción periodística (las 6W) para dar verosimilitud a la información. Pobre Bowie, pero no por el cáncer, sino porque Ramsey marcó contra el Sunderland y eso lo condenó.

Hay miles de ejemplos. En ‘Voz Populi’ titulan ‘La maldición de Ramsey se cobra dos nuevas víctimas ilustres‘ y en la pieza aseguran que «casualidad o no, la maldición de Ramsey sigue alimentando su letal fama». En ‘Semana‘ se preguntan «¿cómo podría haber un vínculo entre hacer goles y ‘ocasionar’ muertes?». La respuesta que ellos mismos proporcionan no tiene desperdicio: «Nadie sabe, pero las estadísticas lo dicen», para más adelante apuntillar que «lo cierto es que los goles de Ramsey tienen un aire místico». Algunos medios no se cortan y demuestran que los goles del galés les provocan nervios por lo que pueda suceder a posteriori: «¡Aaron Ramsey lo hizo de nuevo!«(la pirueta es retorcida, porque no parece celebrarse el gol, sino la consecuencia trágica del mismo).

ramsey4Paul Walker ('Fast and Furious') no se libró de la ira de Ramsey (ni del meme)

 

También es usual apuntar directamente con el dedo a Ramsey tras la muerte de un famoso, casi recriminándolo por marcar un gol: «Atribuyen a la maldición Ramsey la muerte del creador del reto del cubetazo de agua helada» (‘SDP Noticias‘); «El Perrito, nueva víctima de la Maldición Ramsey» (‘Deportes 7/24‘); «Ramsey volvió a hacer de las suyas» (‘Diario Uno‘); «La maldición de Ramsey se lleva a Paul Walker» (‘El Heraldo‘). Algunos van un paso más allá, como ‘Nuevo Diario‘, que proclama: «Maldición confirmada: Ramsey metió un gol y murió otro famoso», mientras que a otros les ha dado por ponerse apocalípticos: «La maldición del galés Ramsey asusta a todos», titulan en Líbero, que además añade que «al principio se pensó que era una simple casualidad; sin embargo, al revisar su registro “fúnebre”, a muchos se les ponen los pelos de punta».

En Inglaterra, donde la prensa amarilla es símbolo y patrimonio nacional al mismo nivel que las baked beans o los borrachos en los pubs, tampoco se han mordido la lengua y abundan noticias parecidas, con la diferencia de que muchas lo hacen con ironía y un sentido del humor muy fino que aquí escasea. Por ejemplo, en Screamer titulan «Aaron Ramsey Can’t Stop Killing Famous People», pero ojito al tono general del artículo y a esta puya en particular: «Si Ramsey supiera que cada gol suyo supone una muerte, lo normal sería que jugase todo el tiempo y no marcara nunca, como Jesús Navas». O este otro titular, que es mucho más punzante y mordaz de lo que parece a simple vista: «People still think Aaron Ramsey is cursed after Bowie’s death«.

Llegados a este punto, pongámonos firmes: cualquiera que crea que la ‘Maldición de Ramsey’ es real no debe tener demasiadas luces, es fácilmente impresionable o adolece de espíritu crítico (o todo ello a la vez). Y aunque si estás leyendo esto probablemente no sea necesario, hay que remarcar por qué esta historia es una falacia: porque marque o no Ramsey, cada día mueren personas famosas, y porque la correlación gol de Ramsey-muerte de un famoso es engañosa, ya que no hay indicios suficientes que demuestren que existe una relación directa entre ellas. Si aún queremos hilar más fino, podemos reprochar a los seguidores de la teoría que no es serio que a veces pasen unas horas desde el gol hasta la muerte mientras que en otras ocasiones han transcurrido hasta tres días. Por no mencionar que a veces los fallecidos son famosos, pero sólo localmente (¿conocen a Andrés Montes en Alemania? ¿Alguien que no sea mexicano sabe quién es Pedro Aguayo ‘el Perrito’?).

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Jugar con las estadísticas y los números es sencillísimo. Si quisiésemos crear una maldición nueva con Messi o Cristiano Ronaldo (cuyas cifras goleadoras son muy superiores a las de Ramsey) no nos sería dificultoso. Dejo volar la imaginación: «Cada vez que marca Messi, se produce un atentado de Estado Islámico» o, por qué no, «Siempre que Cristiano Ronaldo ha marcado un gol, algún niño ha muerto de hambre en África». Quién sabe si algún día serán titulares. Quizás en verano, cuando no sucede nada relevante y «las páginas no se llenan solas»…

De niño me encantaba coger el periódico y leer todo lo que podía sobre cualquier deporte. Creo que por eso, años después, me hice periodista. Me entristece comprobar cómo el deporte, que quizás es la mejor herramienta que tiene un periodista para reflexionar sobre la vida y las miserias y grandezas de nuestro día a día, se vilipendia y se ha convertido en una excusa para enseñar tetas y culos, para crear falsos mitos, para banalizar aún más nuestra ya de por sí trivial existencia. Y así, entre maldiciones de Ramseys, malos rollos en el vestuario, la nueva novia de Dani Alves, la opinión de los Manolos y los chiringuitos de turno, el periodismo deportivo se va haciendo más grande, monstruoso y rentable; mientras tanto, yo siento que esa llamita que nació en mí cuando apenas era un crío se debilita más y más a cada día que pasa.