Uno de mis descubrimientos durante estos últimos meses tan raros que nos ha tocado vivir ha sido el iyashikei (癒し系). Traducido literalmente como el manga/anime de la curación, son obras en las que el objetivo no es contar una historia épica, salvar el mundo, o encontrar el amor de tu vida. Se trata de recuentos de la vida cotidiana (el clásico slice of life) en los que vemos a los personajes protagonistas hacer cosas corrientes, como ir a dar un paseo o acampar al pie del Fuji, y en los que esa actividad es el fin último, la mayor parte de las veces acompañado de un bonito escenario (punto extra si es rural o de naturaleza).

Non Non Biyori (のんのんびより) es una de estas obras, manga en primer lugar y luego adaptado al anime, en las que «no pasa nada» pero siempre te deja con una buena sensación al acabar el capítulo. En ella seguiremos a Hotaru, una chica de 11 años que se traslada con su familia desde Tokio al pueblo de Asahigaoka, un cambio de ritmo tremendo respecto a la gran ciudad. En el pueblo no hay muchos niños, y como sucede muchas veces en estos casos todos comparten aula con una sola profesora. Así, las tres compañeras de Hotaru tienen entre 7 y 14 años, y el hermano de dos de ellas es un chico de 15. Todos acaban formando un único grupo de amigos, y no hay más tensión entre ellos que la de estar a punto de perder el autobús de vuelta a casa.

Es una celebración de lo corriente, de lo reposado, de relajarse viendo un bonito paisaje y no tener que preocuparse de nada. Ni violencia, ni fanservice, ni drama, únicamente una excusa para desconectar de todo y disfrutar de las vistas con el día a día del pueblo y una dosis de humor blanco. Muy recomendable en general, pero en particular para «purificar el alma» después de haber visto o leído alguna otra obra que nos haya dejado con el cuerpo torcido (os miro a vosotros, animes del llorar).

César Fernández-Corroto (@corroto_people)