Miguel Rafael Martos Sánchez (Linares, 1943) se torna mito cuando se enfunda el traje de Raphael. En la segunda entrevista en esta casa, volvemos a indagar en la actualidad de la leyenda, que añade nuevo álbum y gira a un palmarés, recuerden, con 330 discos de oro, 50 de platino y el ya célebre de uranio. Le recordamos alguna cuenta pendiente, hablamos de cine, de canciones y, en esencia, de ese presente vigoroso en el que vive. Raphael sigue siendo agradecimiento, ego, entusiasmo y torbellino.

Hace tres años te preguntábamos en qué etapa estabas y dijiste que empezabas el mejor momento de tu vida.

Ahí, en ese momento estoy y sigo, en el mejor momento de mi vida, a ver hasta qué año lo logro mantener. No quiero ponerle barreras al campo (risas).

Estás más prolífico que nunca: disco, giras largas, proyectos…

Giras muy largas y muy exitosas… exitoso es una palabra latinoamericana… De mucho éxito, con una aceptación tremenda. Todos los proyectos, que luego son realidades que se cumplen, son impresionantes, así que estoy muy contento.

Empiezas gira nueva y lo harás con un concierto en Cambrils.

Espero que sea un éxito tremendo. Será estreno de mi nuevo espectáculo, ‘De amor & desamor’. El público va a tener la oportunidad de escuchar todos mis grandes temas, que ellos han hecho históricos, pero con nuevos arreglos. Son canciones impresionantes que van a salir en disco ya mismo. Ya están grabadas. Hay canciones históricas como ‘Yo soy aquel’, ‘En carne viva’, ‘Provocación’, ‘Desde aquel día’, etcétera.

Nuevo sonidos, nuevos arreglos, una ropa distinta a las canciones de siempre.

Claro, porque yo estoy viendo lo maravilloso que es esto. Creo que es el sueño de todos los artistas, lo que pasa es que cuando lo puedes hacer normalmente te has retirado o la voz ya no responde. En mi caso, afortunadamente, la voz está ahí, fresca y limpia, como siempre. Ahora tengo la oportunidad de volver a grabar, pero mucho mejor. He aprendido muchísimo en todos estos años. Y lo puedo hacer con unos arreglos impresionantes. He grabado hasta con la orquesta sinfónica de Radio Televisión Española. Es un discazo, con un lujo tremendo. Y voy a continuar haciendo esto. Voy a regrabarme mi historia como cantante, con todo lo mejor que he hecho, porque queda impresionante.

Sientes esa necesidad de recuperar y actualizar.

Es que no es sólo necesidad. Los temas que se hacen hoy en día no tienen nada que ver con aquellos. Aquellos eran buenísimos, buenísimos… merecen permanecer bien grabados, con lo último, que no tengan desventaja ante los que se graban hoy en día.

¿Hace 30 años te imaginabas estar en esta situación?

No, no, y no por nada, sino porque hace 30 o 40 años no pensaba en estos años ni en ningunos.

La gira, los viajes largos… ¿llega a cansar o a saturar todo eso en algún momento?

No, quizás porque juego con ventaja, en el sentido de que desde que tengo 14 años lo estoy haciendo. En mí es habitual. Está programado el día para que yo tenga mis tiempos de descanso, de viaje, de conciertos. Programándose bien todo se puede hacer.

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¿Se le canta mejor al amor o al desamor?

Se le canta mejor al desamor porque es más violento (risas). Como intérprete es más rico, tiene más palos que tocar. Cuando una cosa es simplemente, aunque ya es mucho, de amor, es algo más meloso, más romántico, más tierno, en ese momento dulce de la relación. Sin embargo, con el desamor salen muchas cosas a relucir y para un intérprete como yo supone una gran gama de colores que se puede usar.

¿Qué le pides a una letra para hacértela suya?

¡Por Dios que sea buena! ¡Por Dios que sea buena!. Una buena letra siempre es importantísima para un intérprete de las características mías… y una buena música también. Yo no puedo cantar con un pachum-pachum-ra-ra. No puede ser, no me sale, no me inspiro.

¿Cuál es tu primer recuerdo musical, de niño en casa?

Uff… (piensa unos segundos). En casa no, en el colegio. Yo cantaba en una escolanía desde los cuatro años. En casa no he cantado nunca, no soy de los que cantan debajo de la ducha. Quizás ‘La Paloma’, una canción alemana muy antigua, también el ‘Ave María’ de Schubert, ‘Maitechu mía’… Esas cosas que te enseñan en el colegio.

¿Hubo un momento clave de decir eso de ‘mamá, quiero ser artista’?

No lo tuve hasta los 14 años, y es extraño porque yo cantaba todos los días en los ensayos. Era la voz solista del colegio. Ese momento de revelación lo tuve yo viendo ‘La vida es sueño’, viendo a la Compañía B en el Teatro Español. Me dejaron entrar gratis. Ahí, con 13 o 14 años, decidí que yo iba a estar encima del escenario y no debajo viendo.

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Se habla mucho del éxito en Sudamérica pero tienes mucho tirón también en Rusia.

No te sabría explicar a qué se debe, habría que preguntarles a ellos qué ven en mí. Es gente muy apasionada y muy latina, aunque parezca que no por la forma de hablar. Son como los griegos, como nosotros o los italianos, que vibramos por muchas cosas.

¿El cine se echa de menos?

No. Parece ser que el próximo año haré una película pero no lo doy por hecho porque está en vías de solución. Necesito tener dos meses para rodarla. Están haciendo el guión sobre una idea que me han contado y que yo he aprobado. Ahora habrá que ver el guión totalmente terminado y ver si puedo encajar la película, porque es complicado.

¿Qué recuerdo tienes de tus películas, en los años 60 y 70?

Cumplieron un gran cometido. Tuve la inmensa suerte de trabajar con directores de primera línea, como Mario Camus, o gente que ha pasado a la historia como los mejores directores del cine español.

¿Cómo está aquel disco y la gira a medias con Bunbury que se prometió algún día?

Ahí está, ahí está… Hay muchas cosas que tengo que hacer. También estoy preparando mi vuelta con Jekyll y Hide. Hay mucho que hacer. Podremos hablar de muchos asuntos en los próximos años.

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Va a actuar también en el Sonorama, uno de los festivales alternativos de referencia.

Tengo una curiosidad enorme. Va a ser una gran noche. En definitiva indie es lo que he sido yo toda mi vida: independiente total. He hecho lo que he querido hacer, lo que he tenido que hacer, nunca me he guiado por alguien que me dijera ve por ahí o por allí… Me he producido mis cosas. Más indie que yo, nadie. Los puede haber iguales, pero más no.

A muchos les ha extrañado.

Porque no saben mi historia (risas). Pero los propios indies han dicho que era lo normal. Lo anormal era que no hubiera venido ya.

¿Quizás la colaboración con algunos artistas ha llevado a ampliar un poco el público, que ahora es en parte más joven?. ¿Nota esa reivindicación incluso por parte del mundo indie?

A mí lo que se me gusta es que se me reivindique a mí, a todo mi trabajo y a toda mi historia. El estilo se lo dejo a cada uno como quieran ponerme. Lo que es innegable es que es una historia muy interesante, plagada de cosas buenas, y también con grandes disgustos, pero siempre han prevalecido las cosas buenas. Es una historia de 55 años plena, maravillosa, maravillosa, se mire por donde se mire.

¿Tienes interés por los grupos independientes que salen en España?

Tengo interés por todo, por todo, por los grupos independientes y por los que no lo son. Me gusta mucho la gente nueva, porque los nuevos son los que van a tener que dar la cara para el futuro. Los demás no vamos a ser eternos. Habrá algún día en que nos tengamos que quedar de espectadores.

Pero eso está lejos, ¿no?.

En mi caso está bastante lejos, sí, espero (risas).

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