Admitámoslo. La vida, sin misterios ni intrigas, sería un auténtico coñazo. Suerte que la teoría de la conspiración está ahí para poner un poco de ritmo salsero a nuestras insulsas existencias. ¿Fueron las grandes empresas norteamericanas las que planearon el asesinato de Kennedy porque sus políticas les resultaban perjudiciales? ¿La llegada a la luna fue un montaje propagandístico? ¿Lady Dy fue asesinada siguiendo órdenes de la Corona Británica, hastiada de su popularidad?

Y, mi favorita, y que yo siempre he defendido, ¿fue el gobierno de los Estados Unidos el que derribó las Torres Gemelas para obtener una excusa con la que entrar con el gatillo apretado en Afganistán?

La música tampoco ha sido inmune a estas historias sin clasificar. Ahí tenemos ejemplos como el supuesto doble –de aspecto, voz y talento musical, ni más ni menos- de Paul McCartney, que lleva años y años haciéndose pasar por el Beatle sin que la mayoría –excepto unos privilegiados- lo hayan notado. Continuando con el obituario, tampoco está de más reseñar la fingida muerte de Elvis Presley –o Jim Morrison, entre otros- para desaparecer en la mítica isla desierta plagada de celebridades.

Pero existe una historia que hasta ahora nunca había sido contada. Una historia que cambiará el devenir de uno de los movimientos sociales más influyentes de los últimos años. La música juega un papel fundamental en esta investigación que La Inercia, a riesgo de futuras querellas, les revela en exclusiva. Y como en todas las teorías de la conspiración, todo empieza con una pregunta: ¿Fue la empresa aseguradora Mapfre la que provocó que naciera el movimiento de los indignados?

Todo empezó la primera semana de marzo, cuando se lanzó una potente campaña de promoción de Verti Seguros. Aunque no se explicitaba en el anuncio, en Internet fue fácil descubrir que Verti era una línea de seguros creada por Mapfre en la red, con el objetivo de conseguir captar clientes de manera online. Hasta aquí, todo correcto.

El anuncio es buenísimo. Se basa en el axioma de que ‘las cosas simples son las mejores’. Y así es. Dura dos minutos. Durante el primero, vemos a un grupo de gente que se queda dormida en situaciones cómicas mientras le acompaña una música que perfectamente podría ser una nana. En la segunda parte, todo el mundo despierta –de hecho, así se titula la canción- y se pone a bailar, gritar, disfrutar de la vida, vamos, lo que hacemos tú y yo cuando estamos felices, mientras la música se vuelve, como todos podríamos esperar, mucho más animada. La nana pasa a ser rock. Los dormidos pasan a estar despiertos. Dicotomía lo llaman.

Otra pregunta: ¿Sabían los actores que estaban provocando una revolución social? ¿Les pagarían un plus por ello?

La clave de todo está en la letra. También se basa en la inexistencia de grises. En la primera parte, durante la nana, se nos habla de un grupo de personas (¿la sociedad?) que están dormidas, perdiendo el tiempo. No es simplemente una observación, también una acusación (“no entienden lo que se han perdido”, “perezosos a granel, dejándose llevar, mentes sin usar ni agitar”). En la segunda parte, con el cambio de música, se anima a esas personas (insisto, ¿la sociedad?) a despertar, a hacer cosas, a abandonar la poltrona, a quitarse el pijama y ponerse el chándal y a correr (“hay hambre de vivir y metas que alcanzar”, “hay todo un mundo ahí fuera, ya es hora de salir, hay siempre una primera vez”).

Era la primera semana de marzo. La canción me gustó y googleé, para buscar el nombre del grupo. Fracasé. Parece ser que no era una banda al uso, sino una empresa que se dedica a crear música para anuncios. Está todo inventado. Durante mi aventura delante del portátil, descubrí que no era el único que se había enamorado de la canción. Hubo muchos otros. Los vídeos en Youtube acumulaban miles y miles de visitas. Había muchos blogs –y no sólo especializados en publicidad- que se hacían eco de la campaña.

La red echaba humo con Verti. Eran muchos lo que hablaban de la (exitosa) campaña. Me llamó la atención que en diferentes páginas se creó un debate similar. Muchos internautas aseguraban que esa canción, esa letra y esa música, era un intento por parte de la compañía de que el pueblo hiciera una revolución. Que la canción venía a decir que la sociedad ha estado dormida y que tiene que despertarse. Que ya es hora de dejar la siesta y coger las hachas. Eran muchos los que defendían esta tesis. Y además la argumentaban. Esgrimían la teoría de que a la compañía de seguros le sería favorable que la sociedad espabilase para acabar lo más rápido posible con la crisis para que la ciudadanía volviera a consumir y gastar y así obtener más beneficios en forma de seguros…

Una idea estúpida, ¿verdad? Una compañía de seguros, símbolo y tótem del capitalismo, llamando a la población a montar una revolución sangrienta contra el sistema.

Parecía un chiste malo.

Unas semanas después, llegó el 15-M. El movimiento de los indignados había nacido.

¿Tuvo algo que ver Mapfre con la creación del movimiento de los indignados? ¿Esta canción animó a los jóvenes de alguna forma a ocupar las principales plazas de las ciudades españolas? ¿La empresa que compuso e interpretó la canción la creó con este objetivo? ¿Por qué Verti sigue emitiendo el mismo anuncio tantos meses después de su aparición? ¿La corporación ha obtenido algún beneficio con la aparición del movimiento? ¿Alguien se tomará este artículo en serio?

Son, de momento, preguntas sin respuesta. Pero algún día, sabremos la verdad. Porque recordad: la verdad es hija del tiempo.

Mientras tanto…dudemos.

Withor